Un tesoro formado por 3.100 monedas de oro, 45 lingotes del mismo mestal y más de 10.000 monedas de plata, considerado como el mayor tesoro hundido de la historia de los Estados Unidos, procedente de los restos del naufragio, en 1857, del buque SS Central America, se exhibe desde el pasado 22 de febrero en Long Beach (California).
El Centro de Convenciones de Long Beach, en California (EEUU) muestra en público por primera vez miles de monedas históricas de oro y plata, además de lingotes de oro y sacos de monedas sin abrir, que fueron recuperados en 2014 de los restos del SS Central America, un barco estadounidense hundido en septiembre de 1857 en el Océano Atlántico.
El tesoro pertenece en la actualidad a California Gold Marketing Group LLC, entidad que lo adquirió el pasado mes de noviembre, en una transacción autorizada por los tribunales del Estado y que ahora se exhibe al público por primera vez.
“El SS Central America, su carga, los pasajeros y tripulantes que murieron en el naufragio y los que lograron sobrevivir, se han convertido en historia de los Estados Unidos de América. Las piezas recuperadas constituyen una auténtica cápsula del tiempo, procedente de la época de la Fiebre del Oro”, señala el socio director de California Gold Marketing Group, Dwight Manley, en la web del Centro de Convenciones de Long Beach.
Aunque el valor histórico de las piezas exhibidas es incalculable, se han asegurado por un montante superior a los 40 millones de dólares.
El SS Central America era un vapor de 85 metros de eslora y tres mástiles, que se transportaba toneladas de oro de las minas de California. En uno de sus viajes, entre Aspinwall (la actual ciudad de Colón, en Panamá) y Nueva York, en septiembre de 1857, el buque fue sorprendido por un huracán, que provocó su naufragio.
Los restos fueron localizados en el fondo del Océano Atlántico, a más de 2.000 metros de profundidad, en septiembre de 1988, en una expedición dirigida por Robert D. Evans, que consiguió recuperar una pequeña parte del tesoro. Por cierto, que el capitán del barco que llevó a cabo la expedición, Tommy Thompson, huyó con una parte del tesoro, después de recuperarlo y, años después, fue detenido y encarcelado.
Evans también colaboró en la expedición de 2014 que consiguió recuperar el resto del tesoro. Las piezas recuperadas del SS Central America fueron trasladadas en 38 contenedores sellados a la sede del Professional Coin Grading Service en California, en junio de 2014.
Allí permanecieron, intactos, hasta que el pasado 9 de enero, California Gold Marketing Group recibió la autorización de los tribunales para la adquisición del tesoro. Apenas un día después, el científico Robert D. Evans y Dwight Manley procedieron a la apertura de los contenedores sellados y comenzaron a examinar y catalogar el tesoro, pieza a pieza.
En total, son 3.100 monedas de oro, más de 10.000 monedas de plata y 45 lingotes de oro, que habían estado custodiados en cámaras de seguridad desde que fueron sacados del océano hace cuatro años.
Algunas piezas procedentes del SS Central America, recuperadas en la expedición de 1988, se expusieron en Long Beach desde 2000, en una reproducción del casco del barco. Una muestra que, desde entonces, ha recibido millones de visitantes.
A ella se unen ahora todas las piezas recuperadas en 2014, entre las que se encuentran algunas de enorme valor histórico, como varios sacos de cuero, cosidos a mano, que contienen más de 1.000 onzas de oro en polvo, que estaban en una caja fuerte del barco y que permanecen en su estado original desde 1857 o incluso antes.
Las monedas que forman parte del tesoro han sido certificadas por el Servicio Profesional de Gradación de Monedas (PCGS, por sus siglas en inglés) y han pasado por un proceso de limpieza, a cargo del científico Robert Evans, en un laboratorio de Santa Ana (California).
Evans explica que su trabajo durante estos meses ha consistido en “retirar la suciedad y el óxido de las monedas, para restaurarlas al estado original que tenían cuando fueron embarcadas en el SS Central America”. De hecho, muchas de ellas ni se veían, debido a la cantidad de suciedad y sedimentos que se habían depositado durante todos los años que permanecieron sumergidas.
El título de la exposición hace referencia al “Jardín Dorado”, que es el nombre que Evans y Thompson le dieron a los restos del SS Central America cuando consiguieron localizarlo, en 1988.
(Imágenes cortesía del Centro de Convenciones de Long Beach)