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Devuelven al Klondike unas pepitas de la época de la fiebre del oro, en 1898

El descubrimiento de oro en la región del Klondike (Alaska) en 1896 prendió la mecha del fenómeno que, a partir del año 1898, se denominaría como “la fiebre del oro”. Cada tercer lunes de agosto, la región celebra el llamado Discovery Day (Día del Descubrimiento), en el que se conmemora este hecho histórico que ha marcado a esta zona de Alaska.

El Discovery Day de 2017 ha sido muy especial, como puede atestiguar Patricia Cunning, directa ejecutiva del Museo McBride en Whitehorse (Canadá). El pasado lunes, 21 de agosto, recibió la visita de Evan Nelson, un doctor de Minnesota que traía un paquete muy especial.

Se trataba de unas cuantas pepitas de oro, de las que se extrajeron a miles en la época dorada de la minería en el Klondike. Pero éstas eran muy especiales, ya que habían pertenecido a ‘Skookum Jim’ Mason, un personaje legendario en la historia del Klondike y uno de los mineros que prendieron la llama de la conocida como “fiebre del oro”.

Según cuenta el diario canadiense CBC News, ‘Skookum Jim’ Mason fue un miembro de la etnia tagish o “first nation” (primera nación), como se denomina en Canadá a cada una de las etnias aborígenes del territorio de Canadá que se asentaban al sur del Círculo Polar Ártico. Los tagish vivían en la región donde hoy se encuentra la ciudad de Whitehorse, sede del Museo McBride.

Uno de sus miembros fue el mencionado ‘Skookum Jim Mason’ quien, junto con su hermana, Kate Carmack, y su amigo y marido de ésta, George Washington Carmack, fueron los primeros en descubrir oro en el Klondike en 1896, lo que provocó, dos años más tarde, la llegada masiva de mineros a la zona en busca de oro.

‘Skookum Jim’ Mason es un personaje muy respetado en la historia del Klondike, ya que fundó un trust con los beneficios obtenidos por la venta del oro, que a su muerte fue a parar a la etnia tagish, que le venera desde entonces.

Algunas de las pepitas de oro que Mason extrajo vuelven ahora a Whitehorse gracias a Evan Nelson, un ciudadano de Minnesota cuyo padre residió en el Yukón durante unos meses en 1944. Durante su estancia allí, su amigo Willard ‘Deacon’ Phelps, un abogado que había residido allí desde los tiempos de la “fiebre del oro” le entregó las pepitas, junto con una carta y otros documentos que demostraban su autenticidad.

Al parecer, Phelps había recibido las pepitas directamente de manos de ‘Skookum Jim’ Mason 40 años antes, como pago por sus servicios legales. Tras la muerte de su padre, Eva Nelson heredó las pepitas.

Debido a la historia que acompañaba a estas piedras, Nelson decidió donarlas al Museo de Historia McBride, en Whitehorse, para lo que se puso en contacto con su directora ejecutiva, Patricia Cunning.

Nelson le envió fotografías y copias de la carta y los documentos que acompañaban a las pepitas, para que se convenciera de que la historia era real. La mayor de las pepitas era una auténtica piedra de toque, utilizada a finales del siglo pasado para comprobar la autenticidad de las pepitas que se encontraban

Cunnings asegura que “estamos seguros al 100% de que son pepitas de oro que se pueden atribuir a uno de los fundadores de la fiebre del oro, con documentos que lo prueban”.

Las piezas estarán en exposición en el museo desde la semana que viene, para que todos los habitantes del Yukón puedan acudir a verlas.

Aunque no está claro el valor económico que pudieran tener, a Evan Nelson no le importa. Le basta con la satisfacción de saber que están de vuelta al lugar del que salieron. “Creo que el significado histórico de las piezas es mucho más importante que el valor monetario que puedan tener. El Museo Mc Bride es el lugar donde deben estar”.

 

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