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El oro, el verdadero refugio de Venezuela para salir de la bancarrota

El pasado jueves, 2 de noviembre, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro, declaró la suspensión de los pagos del país y la reestructuración de su deuda externa. Una situación esperada, dada la deriva de la economía del país debido a la gestión del actual Gobierno y a la caída de precio de su principal fuente de ingresos: el petróleo.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, anunció el pasado 2 de noviembre una serie de ajustes en los ingresos mensuales de los ciudadanos del país (el quinto aumento del salario mínimo en lo que va de año) y aseguró a los tenedores de bonos de la compañía estatal Petróleos de Venezuela que se liquidarán los 1.121 millones de dólares que se les adeudan.

Sin embargo, la noticia de envergadura que se produjo en la jornada fue la confirmación de que Maduro había ordenado al vicepresidente Tareck el Aissami la formación de una comisión para refinanciar la deuda de los tenedores del resto de bonos pendientes de liquidación y la declaración oficial de bancarrota.

Maduro envolvió la decisión como una medida de “lucha contra el bloqueo y la persecución” de Venezuela por parte de los bancos y las entidades financieras internacionales, debido a las sanciones impuestas por los Estados Unidos, que limitan el acceso al crédito por parte del Gobierno venezolano.

Hay que recordar que hace apenas unos días informábamos acerca de la decisión del Gobierno venezolano de dejar expirar un swap contratado con el Deutsche Bank, debido a la imposibilidad de disponer de la liquidez necesaria para rescatar el oro que se había comprometido en la operación con la entidad alemana.

Según los analistas, es muy probable que no sea la única operación de este tipo que tenga contratada Venezuela con entidades financieras internacionales, lo que podría suponer una futura merma de las reservas de oro acumuladas por el Banco Central de Venezuela. De hecho, durante el pasado mes de octubre, las reservas de oro de Venezuela se redujeron en 0,5 toneladas.

No es la primera vez que esto sucede en los últimos meses, lo que choca frontalmente con las declaraciones del propio Maduro que, hace menos de un año, puso en marcha un proyecto denominado “Golpe de timón minero” cuyo objetivo era explotar “a un precio justo” las riquezas auríferas del llamado Cinturón Minero del Orinoco.

Como ya informamos en su día desde Oroinformación, el Gobierno venezolano pretendía incorporar paulatinamente este oro extraído en la región del Orinoco a sus reservas nacionales, para convertir a Venezuela en uno de los diez países con mayores reservas de oro en el mundo.

Desde ese momento, las reservas de oro apenas han variado, y si lo han hecho ha sido a la baja, desde las 188,9 toneladas que se contabilizaban en enero de 2017 a las 187,6 que tenía a cierre del pasado mes de octubre. El proyecto de Maduro de incluir a Venezuela entre los diez países con mayores reservas de oro tampoco parece tener visos de cumplirse: continúa ocupando el puesto vigésimo cuarto.

Diversos economistas y políticos venezolanos han criticado la decisión del Gobierno venezolano, argumentando que no se puede acometer un proceso de reestructuración de la deuda en la situación actual, y que sería necesario un plan económico, que no existe, para optar a una refinanciación de la deuda externa.

Además de los problemas de refinanciación de la deuda externa, el Gobierno bolivariano tendrá que lidiar también con una inflación disparada que, por primera vez, ha superado el 50% (+50,6% en octubre respecto al mes anterior), con lo que entra oficialmente en la categoría de hiperinflación.

Esta hiperinflación hace que este quinto aumento del salario mínimo en menos de un año anunciado a bombo y platillo por Nicolás Maduro haya quedado en nada, ya que a cada subida del salario mínimo le sucede una subida similar o superior de los precios, con lo que el poder adquisitivo de los ciudadanos se va reduciendo progresivamente.

Como señalaba María Carolina Uzcátegui, presidenta del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios, “Venezuela es el único país del mundo en el que a la gente le aterra un aumento salarial porque sabe que los precios van a subir”.

A ello hay que añadir el desabastecimiento de productos de primera necesidad que afecta al mercado venezolano desde hace meses, a lo que se ha sumado también la escasez del dinero en efectivo, lo que ocasiona grandes colas en los bancos para retirar el poco dinero en metálico que tienen disponible.

No es necesario recordar los efectos de la hiperinflación en el poder adquisitivo de los ciudadanos. En la Alemania de la República de Weimar, la hiperinflación llegó a tal extremo entre 1920 y 1923 que una cerveza llegó a costar 4.000 millones de marcos y la gente utilizaba el papel moneda para empapelar las paredes o quemarlo en la estufa, porque era más barato que el papel pintado o la leña.

No es extraño que los ciudadanos alemanes, conocedores de su historia y de lo que es pasar la posguerra de dos guerras mundiales como bando derrotado, hayan desarrollado la tendencia a invertir en oro físico como medio de mantener su poder adquisitivo. Lamentablemente, esta fórmula no es aplicable a Venezuela, donde la mayor parte de sus ciudadanos no tienen cubiertas sus necesidades básicas, debido a la escasez de productos de primera necesidad.

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