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A la administración Trump le gusta el patrón oro

Importantes personalidades dentro de la futura administración Trump no verían con malos ojos el regreso al patrón oro en el sistema monetario estadounidense, según expone en un interesante artículo el analista Avery B. Goodman.

El vicepresidente electo, Michael Pence (en la imagen, junto a Donald Trump), es uno de los más importantes partidarios del oro. Pence, quien también está a cargo del equipo de transición y de las relaciones con el Congreso es bien conocido por sus opiniones a favor del oro y del regreso al estándar monetario basado en este metal.

Goodman cita un editorial publicado en el periódico The New York Sun, el pasado mes de julio, tras su nombramiento como candidato a vicepresidente: “la elección de Mike Pence como vicepresidente de Donald Trump es prometedora para quienes creemos que la restauración del patrón oro es una condición esencial para que la economía americana vuelva a una trayectoria de crecimiento y creación de empleo”.

Según este analista, “el vicepresidente contempla el oro desde la perspectiva de una persona que no quiere que las grandes empresas y el Gobierno tengan un control total sobre la economía (…). Pence cree que el oro es importante para el sistema porque proporciona una base para medir otras variables”.

El propio Michael Pence lo expresó en un discurso pronunciado en el Detroit Economic Club, en 2010: “el difunto Jack Kemp [impulsor de una iniciativa en 1984 para restaurar el patrón oro en EE UU] probablemente me animaría a adoptar el patrón oro (…). Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, me animó a que nos planteáramos un nuevo sistema monetario internacional que tuviera en cuenta el oro, y estoy de acuerdo. Creo que ha llegado la hora de debatir sobre el oro, sobre el papel que debe desempeñar en los asuntos monetarios de nuestra nación”.

Donald Trump también es un partidario del oro o, como Goodman lo califica, un ‘gold bug’ (‘escarabajo de oro, persona que invierte en oro como refugio frente a la devaluación de la moneda): compró oro en los años 70 a 185 dólares la onza y lo vendió a 780 dólares. Así que, según Goodman, el oro le suena muy bien.

De hecho, durante la campaña aseguró que “volver a implantar el patrón oro resultaría muy complicado, pero sería maravilloso porque tendríamos un patrón en el que basar nuestro dinero”.

Avery B. Goodman denuncia que la implantación de ese patrón, a pesar de las buenas palabras de presidente y vicepresidente, se antoja complicada “por la estupidez de la administración Obama, que ha dado licencia a los banqueros para vaciar las reservas de oro de América”“La única fórmula -asegura- sería poner en marcha un programa secreto de recompra de oro. Emitir más dólares a cambio de oro incrementaría el suministro de dinero, una forma de estímulo económico que podría entrar en los planes del nuevo presidente”.

Además del propio Trump y de su vicepresidente Pence, uno de los dos economistas que forman parte del equipo asesor del presidente electo y actual miembro de su equipo de transición, Judy Shelton, es una firme defensora del patrón oro. Shelton predijo, en 1989, el colapso económico de la URSS, que se produciría dos años después, y afirma que muchos de los síntomas de entonces están apareciendo en el sistema bancario estadounidense. Su solución es clara: restablecer el patrón oro.

Respecto a la preocupación sobre el hecho de que personas relacionadas con Goldman Sachs estén ocupando cargos de relevancia en la administración Trump, Goodman opina que el nuevo presidente tiene muy claro el valor del oro: “Trump valoraba el dinero que Steven Mnuchin, su único recaudador bien relacionado en Wall Street, trajo para financiar su campaña presidencial. Y era natural recompensarle por ello; por eso es por lo que Mnuchin va a ser su secretario del Tesoro (…). Pero incluso él nunca convencería a Trump de no revertir la orden de Obama de vender el oro. Si se negó a gastar 4.000 millones de dólares en varios Air Force One nuevos, con lo fácil que es imprimir billetes, ¿creen que se va a dejar convencer para derrochar las reservas de oro, que son mucho más difíciles de reemplazar?”.

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