El año 2017 no ha sido bueno para la United States Mint, la casa de la moneda estadounidense: las ventas de Eagles de oro y plata han sido las peores de la última década. ¿A qué atribuyen los especialistas esta caída y qué perspectivas hay para 2018?
Las ventas de American Eagles de oro, uno de los bullion más populares del mundo, fueron de apenas 300.500 onzas en 2017, cifra que es la más baja de los últimos diez años y que no resiste comparación, por ejemplo, con los 1,4 millones de onzas vendidas en 2009 (el máximo histórico) y que supone una caída del 70% con respecto a las 985.000 onzas vendidas en 2016.
Las cifras de venta de los American Eagles de plata (los bullion de plata más vendidos del mundo) tampoco han sido positivas: 18 millones de onzas, lejos del récord de 47 millones de onzas vendidas en 2015 y menos de la mitad de los 37,7 millones que se vendieron en 2016.
Como señala el experto en bullion Ed Moy en Newsmax Finance, esta crisis no solo afecta a la US Mint: también la australiana Perth Mint vendió apenas 23.901 onzas de oro el pasado mes de noviembre, un 46,4% menos que el mes anterior y un 56,3% menos que en el mismo mes de 2016.
¿Por qué se ha producido esta bajada generalizada de las ventas de bullion en 2017? Según Moy, los principales compradores de bullion son inversores individuales que buscan un activo alternativo que proteja sus carteras de inversión de cualquier eventualidad que les suceda a las divisas, las acciones o los bonos.
“En este sentido, los bullion son una buena póliza de seguros en caso de que se prevea un debilitamiento de la economía. Pero lo que sucede ahora es que la economía global se está acelerando después de la lenta recuperación de la crisis financiera y la gran recesión: en los Estados Unidos, el PIB está creciendo, la confianza de los consumidores está en máximos históricos y el desempleo, en cifras mínimas”, asegura Moy.
Estos datos explicarían el hecho de que la necesidad de los inversores de comprar bullion sea menos perentoria que hace cinco años.
A ello habría que añadir que los metales preciosos han estado cotizando en unas horquillas muy reducidas durante 2017: el precio del oro ha fluctuado entre 1.138 y 1.348 dólares la onza, mientras que la plata lo ha hecho entre 15,50 y 18,50 dólares la onza. Eso significa que, aunque es posible obtener rentabilidad a corto plazo, se necesita mucho más trabajo y una negociación intensa basada en la volatilidad diaria para hacer negocio, que es justamente lo contrario que se pretende al acumular metales preciosos a largo plazo,
Otro factor que ha influido en las bajas cifras de ventas de bullion ha sido la irrupción del bitcoin, que comenzó el año 2017 a 1.100 dólares, se disparó hasta los 20.000 dólares y cerró el año bajando hasta los 14.000. En total, una revalorización del 1.800% que ha provocado que numerosos inversores especulativos abandonen el bullion para lanzarse a negociar con bitcoin, en busca de un beneficio récord.
“Sin embargo, esto no supone el fin de la magia de los metales preciosos. Tan antiguos como el propio comercio, han mantenido su valor durante más de 5.000 años, sobreviviendo y desplazando a las divisas respaldadas por los gobiernos. A pesar de los altibajos de las ventas, los metales preciosos se van a mantener, sin perjuicio de lo que ocurra con el bitcoin. Al fin y al cabo, hay sitio para todos en una cartera de inversión bien diversificada”, concluye Moy.