Durante la administración Trump los lazos políticos entre Estados Unidos y Alemania se han deteriorado críticamente. Recientemente, la Casa Blanca impuso sanciones a las empresas que trabajan en Nord Stream 2 y anunció la retirada de 12.000 soldados de Alemania. En 2013, cuando Alemania repatrió el oro custodiado en Fort Nox los alemanes afirmaron que no serían amenazados ni intimidados. Ahora, ante las inminentes elecciones presidenciales, el país motor de Europa se vuelve a plantear una nueva repatriación del metal dorado.
El oro es un metal político. “Quien tiene el oro hace las reglas”, como dice el refrán. Debido a que el oro sirve como respaldo del sistema financiero internacional, la distribución global del oro influye en el equilibrio de poder. Esto es cierto para la propiedad de oro, pero también se aplica a las ubicaciones de almacenamiento. Cuantas más reservas de oro tenga Alemania en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, más influencia tendrá Estados Unidos sobre Alemania. No sería la primera vez que el país de las barras y estrellas congela activos de oro en Nueva York para presionar a naciones extranjeras, asegura el analista holandés Jan NieuwenhuijsJan.
Desde el lanzamiento del Eurosistema, Alemania ha estado repatriando oro. Actualmente, Alemania tiene 1.698 toneladas (50%) almacenadas en su propio suelo, 1.236 toneladas (37%) almacenadas en los Estados Unidos, 432 toneladas (13%) en el Reino Unido y 91 toneladas en Francia. Oficialmente, Alemania tiene la segunda mayor reserva de oro del mundo con 3.366 toneladas, según el World Gold Council (Consejo Mundial del Oro).
Todas las reservas oficiales de oro de Alemania se han acumulado entre 1951 y 1968, pero el país germano casi nunca canjeó dólares por oro en el Tesoro de Estados Unidos. La mayor parte de su oro fue adquirido a través del comercio con naciones distintas a las americanas. Aunque Alemania tenía las mayores reservas de dólares en ese momento, no los redimió porque Estados Unidos protegió a Alemania de los soviéticos, un servicio que vino con condiciones.
En 1967, el presidente del banco central alemán (Bundesbank) era Karl Blessing. El presidente del banco central estadounidense (Reserva Federal) era William Martin. En una carta escrita por Blessing el 30 de marzo de 1967, reafirmó a Martin que Alemania no canjearía dólares por oro en el Tesoro.
Misiva que decía entre otras cosas que “al abstenerse de las conversiones de dólares en oro del Tesoro de los Estados Unidos, el Bundesbank se ha propuesto contribuir a la cooperación monetaria internacional y evitar cualquier efecto perturbador en los mercados de divisas y del oro. Puede estar seguro de que también en el futuro el Bundesbank tiene la intención de continuar con esta política y desempeñar plenamente su papel contribuyendo a la cooperación monetaria internacional”.
En la página web titulada “From our archive: The Blessing letter”, que fue lanzada por el banco central alemán en el año 2013, justo antes de repatriar 300 toneladas de oro desde Nueva York, el Bundesbank cita una entrevista con Blessing de 1971. En la entrevista, Blessing se cuestiona a sí mismo con respecto a concesiones anteriores: “Les digo ahora [1971] que me siento personalmente culpable en este asunto. Debería haber sido más riguroso con respecto a Estados Unidos. Los dólares que estábamos acumulando simplemente deberían haberse convertido rigurosamente en oro”.
El Bundesbank agrega en su web: “Él [Blessing] explicó que, en ese momento, los temores de las implicaciones de política exterior, que habrían llevado a la retirada de las tropas estadounidenses de Alemania, habían sido uno de los factores que lo llevaron a ceder a las demandas estadounidenses”.
Debido a que Estados Unidos amenazó a Blessing con retirar las tropas estadounidenses, se vio obligado a prometer no canjear dólares por oro. Naturalmente, Estados Unidos quería canjear la menor cantidad posible de dólares para mantener la la hegemonía del billete verde.
Desde el primer día en que Trump asumió el cargo como presidente, ha criticado a otros miembros de la OTAN por no gastar lo suficiente en defensa, lo que dañó los vínculos políticos con los aliados europeos. La situación se intensificó en 2019 cuando Trump impuso sanciones a las empresas que trabajan con la compañía de gas estatal de Rusia, Gazprom, para terminar el gasoeducto Nord Stream 2 hacia Alemania.
Almacenar oro con aliados proporciona seguridad, pero cuando los lazos políticos se debilitan, almacenar oro en el extranjero se convierte en un peligro.
Cuando Alemania comenzó a repatriar 300 toneladas desde Nueva York en 2013 y publicó la carta de Blessing en la web del Bundesbank, comunicó que no volvería a ser amenazada. ¿Por qué otra razón desempolvar la carta de Blessing y su entrevista con “Der Spiegel” justo antes de repatriar el oro?, se pregunta Nieuwenhuijs.
Alemania podría estar esperando las elecciones a la Casa Blanca, porque Biden puede cambiar la política exterior de Estados Unidos. “Si Trump gana y las alianzas transatlánticas se deterioran aún más, no me sorprendería que Alemania traiga más oro a casa. Las consecuencias serán importantes. Uno, si Alemania se repatria debido a una disputa política, esto puede incentivar a otros países a repatriarse también desde Nueva York, provocando una sangría en la Fed. En segundo lugar, Alemania enfatizaría la importancia del oro, que daña la credibilidad del dólar”, finaliza el analista holandés.
Foto portada: El director del Bundesbank muestra parte del oro de la repatriación en 2013. Foto Frank Rumperhorst.