La minería de oro que se practica actualmente tiene que cambiar radicalmente si quiere prosperar y convertirse en la minería del futuro. Es la principal conclusión de la conferencia pronunciada en la Escuela de Minas de la Universidad de Witwatersrand por Nick Holland, el CEO de una de las principales compañías mineras mundiales, la australiana Gold Fields.
En su discurso, con motivo del 120 aniversario de la institución educativa, Holland manifestó que, aunque la minería de oro sigue siendo una actividad valiosa y relevante, “su estructura ha evolucionado hasta el punto de que, para que la actividad sea sostenible de cara al futuro, las minas de oro tienen que volver a estructurarse, diseñarse y gestionarse de manera diferente a como se ha hecho hasta ahora”.
Entre las claves apuntadas por el ejecutivo de Gold Fields están la modificación de las prácticas operativas, la tecnología, el talento y el liderazgo, además de las alianzas con los operadores interesados. “La forma en la que hemos trabajado durante los últimos 100 años no es la forma en la que vamos a trabajar durante el próximo siglo”, afirmó Holland, para quien esta modificación de la forma de trabajar es “una cuestión de supervivencia”.
La industria minera del oro se ha visto afectada por numerosos factores en los últimos años, incluyendo la necesidad de hacer prospecciones más profundas, debido al declive de la pureza del mineral extraído. Ello provoca que prácticamente se duplique el tiempo que transcurre entre que se realiza un descubrimiento hasta que se obtiene la primera producción, de 10 a 18 años, lo que resulta en un incremento de los costes.
A esto hay que añadir otro factor perjudicial para la industria, como es la creciente demanda por parte de los gobiernos y las comunidades de una mayor cuota en los beneficios de las explotaciones mineras que se realizan en sus territorios. Se calcula que el número de incidentes y enfrentamientos con las comunidades locales se ha incrementado en un 20% entre los años 2002 y 2015.
Una de las soluciones, según Nick Holland, es optimizar las tecnologías existentes y poner en marcha otras nuevas para responder a los nuevos desafíos de la industria minera y transformar la actual actividad tradicional en una auténtica minería digital para los próximos 120 años. Ello implica la conversión de las prácticas mineras convencionales a la mecanización y automatización, aprovechar mejor los residuos minerales de baja graduación y mejorar la eficiencia energética y de aprovechamiento de agua.
En opinión del CEO de Gold Fields, durante los próximos cinco años se van a desarrollar con rapidez estas nuevas tecnologías, con la implantación de proyectos piloto como una mina completamente mecanizada y controlada a distancia en Australia, “un prototipo que queremos poner en marcha cuanto antes para aprender”, precisó Holland.
La compañía ha desplegado nuevas tecnologías en sus minas australianas, con un impacto muy significativo en los costes, el nivel de productividad y la seguridad de los trabajadores. Al mismo tiempo está introduciendo equipamiento mecanizado en su mina de South Deep en Sudáfrica (en la imagen).
“El reto de optimizar el equipamiento y operar con estos nuevos métodos no constituyen una tarea fácil en una cultura minera que continúa siendo mayoritariamente tradicional. Pero estamos haciendo progresos y sentando las bases para la que puede ser la última gran mina de oro del país”, señaló.
En cuanto a la minería del futuro, Holland afirmó que la evolución del trabajo incluirá la contratación de técnicos especializados en la nueva maquinaria, expertos en tecnologías de la información y formación especializada para los mineros locales.
“Sin duda, la minería del futuro va a requerir de una formación especializada de la fuerza de trabajo. Y para ello hay que formar a los mineros de las comunidades en las que trabajamos e impulsar el desarrollo económico de las mismas, para que no solo dependan del trabajo y de los servicios proporcionados por la mina”, apuntó.
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