Estamos en plena campaña de promoción de planes de pensiones, traspasos reclamados mediante regalos, bonificación con tipos de interés en efectivo o aportaciones extraordinarias, etc., etc. Las entidades aseguradoras y los bancos, haciendo también la competencia a éstas están gastando importantes cantidades de dinero en publicitar las bondades y magnificencias de sus productos “pensados para ahorrar y para desgravar impuestos…” Siguen pensando que la gente es tonta y sigue creyéndose todo lo que se le cuenta. “Lo que sale en la tele tiene que ser verdad. Lo dice el Banco XXX, obviamente tiene que ser bueno”.
Una de las premisas que se presentaron al requerir colaboraciones en este medio era la de aportar información y formación a los lectores potenciales para hacer una labor de comunicación de ideas y conceptos que les pudiera hacer tener una idea más realista de cómo funcionan los mercados bancarios, financieros, de inversión y de ahorro, partiendo de la base de que hay un gran desconocimiento y una gran desinformación interesada en muchos casos por parte del público en general.
Uno de los hechos que puede corroborar esto que digo es la idea general de cómo funcionan los planes de pensiones tradicionales.
Hay que tener en claro previamente varios conceptos o ideas que son de sentido común:
–El sistema público de pensiones no va a poder seguir existiendo, al menos de la forma actual. Está técnicamente en situación de quiebra, además de ser un sistema piramidal que si lo estableciera cualquier individuo o entidad privada estará considerado como ilegal. Y simplemente por un tema de envejecimiento de la población e inversión de la pirámide poblacional. Hay muy pocos cotizantes por pensionistas, por lo que “la hucha de las pensiones” no crece, amén de las retiradas periódicas realizadas para pagos que en últimas fechas hemos visto.
-Es necesario, lógico diría, el tomar conciencia de que es necesario complementar en principio (según evolucione la situación, incluso sustituir) al sistema de pensiones público. Los autónomos en este sentido lo tenemos mucho peor, puesto que realmente la mayoría optamos por la base mínima de cotización, puesto que muchos consideramos el pago de la cuota del autónomo como un “impuesto” más y sólo “sirve para que no te multen por trabajar”.
Teniendo lo anterior presente, y si se ha decidido en hacer algo, veamos que se ofrece en nuestro mercado asegurador y bancario:
-Planes de pensiones
-Planes de ahorro/jubilación
-PIAS
-Productos alternativos de previsión
Es este artículo vamos a desglosar un poco el tema de los planes de pensiones:
Ideas comúnmente aceptadas: Sirven para tener una pensión cuando nos jubilemos. Sirven para desgravar
Cualquier opción de ahorro es buena siempre y cuando se cumplan los siguientes principios:
1-Que sea seguro. Es decir que tengamos la tranquilidad de que lo que hemos ido pagando a lo largo del tiempo esté respaldado por algo o alguien.
2-Que sea rentable. Es decir que cuando terminemos de aportar, tengamos al menos un poco más que lo hemos pagado. Un poco más debería ser al menos algún punto porcentual por encima del IPC, lo que nos permitirá tener al menos el mismo poder adquisitivo.
3-Que sea líquido. Es decir que pueda hacerse efectivo sin demasiadas mermas en determinadas circunstancias.
4-Que tenga un buen tratamiento fiscal. Es decir que tribute razonablemente.
¿Es seguro un plan de pensiones?
Los pps (planes de pensiones) están regulados mediante normativa legal específica y supervisado por la DGS, dependiente del Ministerio de Economía. Están obligados a la presentación de garantías, tienen limitadas las inversiones según tipología y están sujetos a una serie de auditorías, por lo que podemos considerar que el aspecto seguridad, está más o menos cubierto. Esto no quiere decir que tengamos el capital garantizado, puesto que este concepto va a venir determinado por la tipología de la inversión.
¿Son rentables los planes de pensiones?
Los pps invierten parte de los capitales en distintos tipos de activos. Dependiendo de la política de inversión de cada fondo, podemos tenerlos desde los que invierten en activos monetarios a renta variable. En función de cada tipología, podemos tener unos resultados u otros, e incluso llegar a perder capital (renta variable o renta fija, en ambos casos es posible que se produzcan pérdidas en función de la evolución de los mercados, tipos de interés, evolución de las empresas emisoras, etc.). Existe una variedad de planes, denominadas PPA (planes de pensiones asegurados) que lo que hacen es establecer un tipo de interés técnico para cada anualidad, que da seguridad, pero al que hay que restar las comisiones de gestión, depositaría, etc., que hacen que la rentabilidad real sea prácticamente cero, sobre todo con los tipos de interés actuales. Mi opinión es, siempre y cuando quede bastante tiempo hasta la jubilación, la de contratar activos de renta variable para ir minorando el porcentaje hacia activos más conservadores a medida que se va acercando el plazo de la jubilación. Existen en el mercado productos que lo hacen de forma gradual siguiendo lo que se denomina ciclo de vida.
¿Son líquidos los planes de pensiones?
No. Por normativa, sólo pueden rescatarse en determinados casos, como son jubilación (obviamente), enfermedad grave, paro de larga duración, riesgo de desahucio (última incorporación) y paramos de contar. Hay que tener en cuenta que los planes están pensados para la jubilación por lo que no dejan margen para considerarlo “inversión”.
¿Buen tratamiento fiscal?
Mi opinión es que no. Voy a simplificar para tratar de hacerlo sencillo de entender.
Cuando ahorramos cada año y dentro del límite establecido (tenemos un máximo de aportación anual que ha ido variando conforme a lo que establece la ley del IRPF), la cantidad aportada se descuenta del total de los ingresos del apartado Rentas del Trabajo (como si fueran menos importe en las nóminas o rendimientos profesionales/empresariales), haciendo que reduzca la base imponible, que es el total de los ingresos. Esto lo que puede hacer en determinados casos es que se reduzca un tramo. El impuesto de la renta es un impuesto progresivo, es decir, que establece un porcentaje a pagar más alto a medida que hay más ingresos. Este porcentaje es lo que se llama Tipo Impositivo. Ha ido variando en el tiempo y lo que se ha tendido es a simplificar tramos.
Poniendo un ejemplo, un señor ha ganado 30.000 euros en su trabajo y ha aportado 3.000 euros en un plan de pensiones. Cuando haga la Declaración de la Renta, pagará impuestos como si hubiese ganado 27.000 (30.000-3.000), lo que puede dar lugar a que haya bajado un tramo para ese año. Normalmente, no suele ocurrir esto en los tramos medios. Puede darse el caso en ingresos cercanos a los 55.000 a 60.000 euros con aportaciones cercanas al máximo. Si bien, esto depende cada caso puesto que cada persona tiene circunstancias propias.
Las aportaciones hechas cada año, son invertidas en los diferentes tipos de activos que hemos dicho antes y van generando rentabilidades (positivas o negativas) hasta el momento de la jubilación.
Llega el momento de la citada jubilación y vamos a liquidar el plan de pensiones:
Todo el importe del plan (aportaciones y rendimientos) se consideran Rentas del Trabajo, teniendo que tributar como tal en el ejercicio en el que se ha realizado el rescate o cancelación del plan.
Puede cobrarse de varias formas: De golpe (capital único) o mediante renta (vitalicia o temporal).
Si lo hacemos como capital único, tenemos que declarar la totalidad del importe percibido. Si hemos ahorrado de media 3.000 euros al año durante 20 años, suponiendo que no hemos actualizado la aportación y suponiendo que no hemos ganado nada (puede ser, incluso percibir menos de lo pagado, tal y como dije antes), resulta que de media, podemos encontrarnos con que hay que pagar más del 40% de lo percibido. Si hacemos cuentas, puede ser que lo que hemos ahorrado en impuestos en cada año, sea menor que lo que hemos de pagar a la jubilación.
Si lo hacemos como rentas, tenemos una serie de reducciones que varían si son rentas temporales o rentas vitalicias (no se consideran como ingresos una parte de lo que cobramos), tributando por la diferencia. Las rentas están bonificadas en cuanto a los tipos, pudiendo llegar a pagar menos del 2% de lo percibido mediante rentas. Esto no es exclusivo para los planes de pensiones, sino que es válido para cualquier otra tipología de producto de rentas financieras o aseguradoras.
En resumen, y es mi opinión: no recomiendo planes de pensiones, salvo para casos particulares de grandes rentas de trabajo y como complemento a otras alternativas igual de seguras, rentables, con más liquidez y posibilidad de cambios de perfil de inversión y por supuesto con un mejor tratamiento fiscal.
Hay en el mercado mejores opciones adecuadas a cada perfil de cliente. Infórmese y conozca las distintas opciones y luego decida. No entre en el juego si no tiene buenas cartas.
Para aquellos que ya han contratado planes de pensiones y muchos que no hacen aportaciones, les recomiendo que evalúen con un profesional la situación, la posibilidad de dejarlo en situación de reducción (lo dejo parado como si fuera una prima única) y si quiere, entre en el juego de traspasos entre compañías y bancos. Al menos puede conseguir un jamón o un juego de ollas.