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China y Rusia utilizan el oro como arma ante el aumento de las tensiones geopolíticas

Los bancos centrales de China y Rusia han protagonizado importantes compras de oro para sus reservas estratégicas durante los últimos meses. Según algunos analistas, ambos países van a utilizar el metal precioso como arma ante el aumento de las tensiones geopolíticas internacionales, lo que podría derivar en una subida del precio del oro por encima de los 2.000 dólares la onza en 2023.

En un artículo publicado en el South China Morning Post, Anthony Rowley, periodista especializado en economía asiática, sostiene la tesis de que las últimas compras de oro por parte de China y Rusia responden a una estrategia de ambos países de utilizar el metal como arma de defensa ante el incremento de las tensiones geopolíticas internacionales.

Con el precio spot del oro rondando los 1.920 dólares la onza y la barrera de los 2.000 a la vista para este 2023, Rowley explica el papel que puede desempeñar el metal precioso para las economías china y rusa.

Según el analista, el Banco Popular de China y el Banco Central de la Federación Rusa han estado comprando grandes cantidades de divisas, ante el aumento de la inflación, un movimiento que tiene un significado monetario y estratégico más amplio.

“Significan nuevos desafíos para el orden financiero y monetario mundial en 2023, a medida que China y Rusia intentan, por sus propias razones, contrarrestar lo que se ha convertido en una tiranía de la dominación del dólar. Y apuntan a una creciente desconfianza y tensión geopolítica entre las principales potencias económicas”, sostiene Rowley.

Se calcula que los bancos centrales en su conjunto han comprado más oro que nunca durante el tercer trimestre de 2022: en total, 399 toneladas, según los datos del Consejo Mundial del Oro.

Aunque este aumento se ha interpretado como una vuelta a la estabilidad monetaria mundial o incluso como el restablecimiento de un cuasi patrón oro, Rowley sostiene que “la realidad es que la evolución del mercado del oro es un recordatorio brutal del daño que está causando al orden financiero mundial la actual situación de Estados en guerra, no sólo la guerra de Ucrania que envuelve a Rusia, sino también las guerras comerciales y tecnológicas desatadas por Estados Unidos contra China.

La cuestión está en que, a pesar de esta fiebre compradora y el importante papel que el oro desempeña en un entorno de crisis geopolítica, el precio del metal no ha superado los 2.000 dólares la onza.

Como explica el artículo, Rusia y China ocupan el quinto y sexto lugar, respectivamente, del mundo en cuanto a reservas de oro. Sin embargo, China y Rusia son también el primer y el tercer productor mundial de oro, respectivamente, y Australia ocupa el segundo lugar. Cuando sus bancos centrales empiezan a comprar una mayor proporción de esa producción, no aparece como una transacción en el mercado internacional.

Tampoco todos los bancos centrales comunican mensualmente sus reservas de oro al Fondo Monetario Internacional, cuyos datos recoge el Consejo Mundial del Oro para elaborar sus listados mensuales. Así, el banco central de China informa de sus compras de oro de forma esporádica, mientras que el Banco Central de la Federación Rusa dejó de informar de sus reservas de oro poco después de la invasión de Ucrania, cuando se quedó fuera de los mercados de lingotes.

La pregunta que se hace Rowley es si las compras de oro de Rusia y China responden a un deseo de utilizar el oro como arma en los mercados internacionales.

“Casi seguro que sí, ¿y qué momento más eficaz para hacerlo que cuando la inflación está erosionando el valor de las monedas de papel (el dólar incluido), las criptodivisas están perdiendo su atractivo como supuesta nueva forma de ‘oro digital’, y la demanda de inversión en oro está aumentando?”, explica.

Un informe publicado por el periódico japonés Nikkei Asia en noviembre pasado sugería que “se cree que China está almacenando oro para reducir su dependencia del billete verde. Sin embargo, según Rowley, hay mucho más que eso: el oro ha sido tradicionalmente la base de un sistema monetario y, si se desea crear uno nuevo, se necesita oro para respaldarlo.

“Eso es lo que China y Rusia parecen tener ahora en mente. China lleva mucho tiempo buscando un uso más amplio del yuan en todo el mundo. Si se percibe que la moneda está respaldada en mayor medida por el oro, podría aumentar su atractivo, incluso como moneda de reserva”, explica.

China también quiere diversificar sus reservas de divisas, alejándolas del dólar y sustituir parte de ellas por oro sirve a un doble propósito.

Rusia

Rusia, por su parte, vio cómo tras la invasión de Ucrania sus activos en el extranjero fueron congelados. Anteriormente, cuando la crisis de Crimea, las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea contra Moscú entre 2014 y 2018 hicieron que el banco central de Rusia comprara más del 80% de la producción de las minas de oro del país, aumentando sus reservas de divisas mediante el uso de rublos para apoyar una industria clave.

“Estas compras de oro por parte de los bancos centrales de China y Rusia, y otras medidas de menor envergadura adoptadas por bancos centrales de otros países preocupados por las perturbaciones de los flujos financieros internacionales, así como por la propia inflación, sugieren que la subida del precio del oro registrada hasta ahora puede ser solo la punta del iceberg, sostiene Rowley.

Es probable que el precio del oro supere los 2.000 dólares la onza en 2023 y que suba mucho más. Juerg Kiener, director general y jefe de inversiones de Swiss Asia Capital, una gestora de activos independiente con sede en Singapur, ha sugerido que podría alcanzar los 4.000 dólares, dados todos los factores en juego.

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