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Científicos rusos logran crear láminas de oro tan delgadas que son transparentes

Lámina de oro

Una de las cualidades físicas que más destacan del oro es su maleabilidad, es decir, la capacidad de deformarse sin romperse cuando se le aplica una presión. Este principio es bien conocido desde hace muchos siglos y empleado en el arte y la tecnología: un lingote de oro del tamaño de una cajetilla de tabaco puede extenderse mediante la presión hasta ocupar una superficie de más de 3.000 m2, equivalente a una docena de pistas de tenis.

Este principio ha sido aprovechado por joyeros y artesanos durante siglos para elaborar el denominado pan de oro, unas finas láminas de este metal que se utilizaban como elemento decorativo, para revestir paredes, cúpulas o esculturas.

También la tecnología se ha beneficiado de las características físicas del oro, como su ductilidad (posibilidad de estirarlo en finos hilos) o la maleabilidad. Ahora, un equipo de científicos del Centro de Fotónica y Materiales Bidimensionales, que forma parte del Instituto Físico-Técnico de Moscú, ha descubierto un procedimiento para obtener láminas de oro unas diez veces más finas de las que han podido conseguir hasta ahora los artesanos y joyeros.

Como es lógico, su objetivo no era desarrollar las propiedades del oro para utilizarlo como elemento decorativo, sino para aprovechar sus excelentes propiedades conductoras en campos tecnológicos como la microelectrónica.

Estas películas de oro se utilizarán en la fabricación de dispositivos flexibles y transparentes. Se trata de unas láminas tan finas que son casi bidimensionales, “lo que acerca a la Humanidad al surgimiento de una nueva clase de metamateriales ópticos, que permitirán la creación de las tecnologías más insospechadas”, según la información facilitada por el propio Instituto.

Las láminas de oro tendrán tan solo 3 ó 4 nanómetros de grosor (un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro), que va colocada sobre una capa de bisulfuro de molibdeno aún más fina.

La ciencia ya había descubierto otros materiales susceptibles de formar películas de un grosor de apenas unos nanómetros. Es el caso del grafeno, una capa de grafito cuyo espesor era tan solo de un átomo de carbón, descubierto por investigadores rusos que recibieron el Premio Nobel de Física en 2010.

Sin embargo, el grafeno no servía para funcionar como sustrato para la capa de oro, ya que no formaba una capa fina y sólida, imprescindible para poder conducir la electricidad.

El descubrimiento del bisulfuro de molibdeno, otra materia con una estructura de una molécula de grosor, permitió avanzar en la investigación: este material se colocó sobre un soporte de silicio, como el que tienen los microchips, y atrajo las partículas de oro que formaron una finísima capa metálica encima.

La ciencia ha demostrado que, cuanto más delgada es una película de oro, mejor es su conductividad eléctrica. En este caso, además, la delgadez de la misma hace que el oro se vuelva transparente, lo que facilita las aplicaciones en los campos de la fotónica y optoeléctrica. Y además, su elaboración es relativamente sencilla, lo que dará pie a un uso en numerosas aplicaciones tecnológicas de aquí a poco tiempo.

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