El empresario Eduardo Barreiros Rodríguez (Gundiás, Orense, 1919 – La Habana, Cuba, 1992) ha pasado a la historia de nuestro país por llevar a cabo la transformación patentada de motores de gasolina a diésel y por la posterior fabricación de camiones y vehículos industriales, que llevaron su apellido por todos los rincones de la geografía española.
Barreiros fue el mayor empresario privado del sector automovilístico español de su época, de eso no cabe duda, pero tuvo otras facetas como empresario industrial y pocos son los que conocen sus intentos en la década de los setenta como ‘buscador de oro’. Concretamente, se interesó en las minas romanas de Brués.
Su objetivo era reanudar la extracción de oro y otros metales de las minas romanas, situadas a poco más de un kilómetro de la localidad orensana de Brués, perteneciente al Concello de Boborás. Barreiros protagonizó el intento más serio y ambicioso de volver a poner en producción las vetas de oro de estas minas que, a lo largo de la historia, cada cierto tiempo se sitúan en el objetivo de alguna empresa extractora, pero sin éxito hasta el momento.
El empresario automovilístico puso en marcha la empresa Oficina de Inversiones S.A. Camino de la Mina y desplegó varias perforadoras en las 80.000 hectáreas que comprendían su zona de explotación -abarcaba Brués y las zonas de Loreiro y A Magdalena-Dozón-, con las que extrajo las muestras de terreno necesarias para conocer en el laboratorio las concentraciones de plata, oro o calcopirita, según informa el periodista Fernando Ramos en el periódico La Región.
Asimismo, la empresa prospectora montó un centro operativo frente al parque de O Carballiño, en Orense, donde los expertos en minería industrial podían trabajar y definir las zonas más interesantes para la extracción. Pero todo se quedó finalmente en nada.
Pese a los esfuerzos de Barreiros, su inversión e involucración personal, finalmente tuvo que aceptar que el coste de poner en marcha las minas no compensaban su rendimiento. Con este mazazo, el empresario, la maquinaria y los ingenieros desaparecieron de la zona.
Pese a este revés empresarial, es indudable el legado industrial de Barreiros. Partiendo de un pequeño taller en Orense fue capaz de levantar junto a sus hermanos un gran complejo industrial empresarial que contribuyó decisivamente a la motorización de España, y todo ello durante los “años del desarrollo”.
Su legado se conserva en la Fundación Eduardo Barreiros, que gestiona y preside su hija, María Luz. Asimismo, gran parte de sus aportaciones se exponen en el Museo Eduardo Barreiros, situado en Valdemorillo, Madrid.
En 2007 se realizó el documental biográfico Barreiros, motor humano, dirigido por Marco Besas. Además, este avanzado empresario tiene una calle con su nombre en Madrid, una plaza en Orense y otra en el polígono industrial de San Cibrao das Viñas. En 2003, un avión Boeing 767 de la compañía Privilege Style, fue batizado con su nombre.
La leyenda de Brués
La zona de Brués y aledanos fue explorada por diversas empresas inglesas y francesas hasta casi el inicio de la I Guerra Mundial. En los últimos cinco años, diez empresas han solicitado autorización de la Consellería de Industria para realizar prospecciones mineras pero, al igual que ocurrió con el proyecto de Barreiros, ninguna ha ido más allá. La última explotación realizada tuvo lugar en la década de los 70, aunque no fue de oro, sino de arsénico.
De las diez empresas que han solicitado en el último lustro permisos, tres se centraron en los municipios de San Xoán de Río, Trives y el lucense de Ribas de Sil, y las otras siete pidieron autorización para buscar tantalio en Penouta (Viana), Arcucelos (Laza), Vilardevós y A Gudiña. Asimismo, se pidieron tres permisos más para encontrar plata, cobre, cobalto, estaño, wolframio, tierras raras, metales base y metales preciosos en Parada de Sil, San Xoán de Río y Calvos de Randín.
El pasado abril se hizo público que el Concello de Boborás había autorizado al grupo Exploraciones Mineras del Andévalo SL, con sede en León, para la realización de los sondeos en las minas de Brués, con el fin de investigar sobre la rentabilidad de la extracción del oro.
La solicitud de licencia, presentada en 2016, se retrasó a la espera del informe de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, que finalmente fue favorable al proyecto, aunque retrasó en varios meses los sondeos. El proyecto, de tan sólo 17.500 euros de presupuesto, se inspira en uno inglés de hace un siglo, a partir de las 13 galerías existentes, con la complejidad de tener que profundizar mucho más allá de los 100 metros de los sondeos anteriores, y aunque la empresa tiene experiencia en este campo, no hay que olvidar la dureza del terreno, uno de los escollos con los que se encontró Barreiros.
Esta empresa leonesa cuenta con accionistas de españoles, americanos, indios, chinos e ingleses, entre otras nacionalidades. Si se vislumbra que la explotación es rentable, prevén invertir 10 millones de euros, una cifra algo escasa para este sector. La gerente de Exploraciones Mineras del Andévalo SL, Estefanía Porter, destacó que en la empresa «estamos muy ilusionados, sabemos que hay recursos, aunque también somos conscientes de que con anterioridad se trabajó en la mina y que después fue abandonada«.
Brués y otros enclaves mineros de Galicia están bajo la tutela del Instituto Geológico Minero, quien puso hace unos años en marcha el «Proyecto Atlanterra«, con el que se persigue proteger y recuperar los espacios ricos en mineral con un factor común, el Atlántico, especialmente aquellos deteriorados por la inadecuada explotación de sus recursos. En este proyecto europeo también tienen cabida las minas romanas, no solo por su posible explotación, sino como fuente de turismo minero y geológico.