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Descubren que la pirita, llamada ‘el oro de los tontos’, en realidad contiene oro

Pirita

La pirita se conoce como ‘el oro de los tontos’ desde los tiempos de la Fiebre del Oro de California, en la década de los 40 del siglo XIX. En aquellos momentos, muchos mineros poco experimentados creyeron haber encontrado oro, cuando en realidad se trataba de pirita, un mineral compuesto por disulfuro de hierro y prácticamente sin valor. Sin embargo, una investigación reciente ha descubierto que la pirita realmente contiene oro, aunque solo se puede acceder a él con sofisticados instrumentos científicos.

En un artículo publicado en varios medios científicos, Denis Fougerouse, investigador de la Universidad Curtin (Australia Occidental), explica que los cristales de pirita en realidad contienen pequeñas cantidades de oro auténtico, aunque resulta muy difícil de extraer.

De hecho, los científicos suelen referirse a este oro contenido en la pirita como ‘oro invisible’, ya que no es posible observarlo con microscopios tradicionales, sino que se requieren sofisticados instrumentos científicos.

En la década de los 80 del siglo XX los científicos descubrieron que la pirita contiene oro en diferentes formas: pequeñas partículas o una aleación con la propia pirita, muy difícil de separar.

Esta nueva investigación llevada a cabo en la universidad australiana por Fougerouse y su equipo ha permitido descubrir una tercera forma, hasta ahora desconocida, en la que el oro puede encontrarse en la pirita. Cuando se forma el cristal de pirita, en condiciones extremas de temperatura o presión, su estructura cristalina puede mostrar una serie de imperfecciones, en las que se encuentran átomos de oro.

Estos átomos se agrupan en una formación característica denominada ‘celosía atómica’. Pero cuando un cristal mineral como la pirita crece dentro de una roca, esta estructura reticular que forman los átomos de oro puede desarrollar imperfecciones.

Como muchos otros minerales, la pirita tiene una apariencia sólida y es muy resistente cuando se encuentra en la superficie. Pero cuando se está formando en el interior de la Tierra, puede ser mucho más retorcida y elástica. Y a esa profundidad es donde también se forman los yacimientos de oro.

Así, cuando los cristales se estiran o retuercen, las uniones entre los átomos se rompen y se vuelven a juntar, formando pequeñas imperfecciones que se denominan ‘dislocaciones’, cada una de ellas unas 100.000 veces más pequeña que la anchura de un cabello humano, o 100 veces más pequeña que una partícula de virus.

Como es lógico, la composición química de estas imperfecciones resulta muy difícil de analizar debido a su minúsculo tamaño, así que las impurezas que se depositan en cantidades ínfimas solo pueden detectarse por medio de un instrumento especializado llamado sonda atómica.

Esta sonda es capaz de analizar los materiales a una resolución extremadamente alta, aunque su mayor ventaja respecto a otros métodos es que permite construir un mapa en tres dimensiones que muestra la localización precisa de estas impurezas en el cristal, algo que no se podía hacer hasta ahora.

Según la investigación de la Universidad Curtin, estas imperfecciones en los cristales de pirita pueden estar salpicadas de átomos de oro. El metal suele estar mucho más presente en los cristales que se han retorcido durante su formación, con una concentración mayor que en el resto.

Aunque, dado el pequeño tamaño de los átomos de oro que se encuentran en la pirita, esta investigación pudiera parecer irrelevante, en realidad ofrece pistas importantes sobre cómo se forman los depósitos minerales y también podría constituir un hito para la industria minera del oro.

Como explican los investigadores, antes se creía que la presencia de oro en algunos de estos cristales de pirita se debía a las partículas del metal que se habían ido incorporando durante un proceso de varias fases: la pirita y el oro cristalizaban en diferentes momentos y luego se unían en un conglomerado.

Sin embargo, el descubrimiento de que el oro se encuentra en estas imperfecciones del cristal sugiere que hasta los cristales de pirita con alto contenido de metal precioso se formaron en un proceso único.

La investigación llevada por los científicos australianos podría ayudar a los mineros a extraer el oro de la pirita de forma mucho más eficiente, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero, por medio del uso de bacterias que rompan el cristal y liberen el oro.

Aunque es un método que aún requiere investigación y desarrollo, podría ser un primer paso hacia la aplicación de nuevas fórmulas de extracción del metal precioso menos agresivas y más sostenibles.

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