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El Banco de Inglaterra y el esperpento de la política en el Reino Unido

Corren tiempos difíciles para Gran Bretaña. Al fracaso del acuerdo con la Unión Europea para un Brexit “suave” se une la crisis del oro venezolano en el Banco de Inglaterra y, ahora, un nuevo mazazo que puede ser definitivo: desde el Parlamento sugieren al banco central que alquile parte de sus instalaciones en la City para almacenar barriles de cerveza. La sarta de disparates de la política británica parece no tener fin.

Londres es considerada, desde hace muchos años, el principal mercado mundial del oro. Una posición de privilegio que lleva ejerciendo dos siglos, desde que desbancó a Ámsterdam de su condición de mercado mundial de este metal.

Precisamente este año, 2019, se cumplen 100 años desde que comenzó a fijarse el precio del oro en el mercado londinense, lo que hoy conocemos como “fixing”. Una necesidad advertida por el Banco de Inglaterra y que puso en práctica, con la ayuda de NM Rothschild & Sons y otros cuatro bancos. Recientemente hemos publicado un artículo recordando cómo se llevó a cabo aquella idea.

Numerosas plazas de negocios internacionales codician esta posición de privilegio de la capital londinense en cuanto al mercado del oro. Son los casos de Nueva York, sede del mercado Comex, o de Singapur. La India, por su parte, segundo mayor consumidor mundial, está trabajando en la creación de un mercado internacional del oro que compita con éstos.

Pero Londres, por su tradición y por el hecho de haber sido el lugar donde primero comenzó a fijarse el precio del oro, se mantiene como el principal mercado mundial de comercio del metal dorado.

¿Afectará el Brexit a esta situación? Lógicamente, los mercados internacionales del oro están a la expectativa: cualquier complicación que afecte a Londres será bienvenida por ellos, ya que su objetivo es captar más negocio.

Por su parte, las compañías comercializadoras de lingotes de oro y monedas de inversión, las refinerías y la Royal Mint (Casa de la Moneda del Reino Unido, con sede en Llantrisant, País de Gales) se benefician de un súbito interés por el oro por parte no solo de los inversores, sino también de los ciudadanos. Ante la incertidumbre generada por la imposibilidad de que el Gobierno saque adelante el acuerdo que negoció con la Unión Europea, éstos recurren al mejor activo refugio para tiempos difíciles, que lleva más de 60 siglos con nosotros: el oro.

¿Es confiable el Banco de Inglaterra?

El hecho de que Londres sea uno de los centros mundiales más importantes en cuanto al comercio del oro se traduce en que las cámaras acorazadas del Banco de Inglaterra alojan no solo el metal que forma parte de las reservas del país, sino también el de numerosos bancos privados y bancos centrales de diversos países.

La reina Isabel II, visitando las cámaras acorazadas del Banco de Inglaterra

Éstos le han confiado parte de sus reservas con el objetivo de mantenerlas cerca de un mercado internacional, para que cualquier operación que quieran realizar con el metal no requiera un costoso traslado desde su propio territorio.

Periódicamente surgen polémicas en torno a si esta fórmula es segura para los bancos centrales que confían parte de sus reservas al Banco de Inglaterra. De hecho, hace dos años culminó el traslado de una buena parte de las reservas de oro del Bundesbank que estaban en las cámaras acorazadas de Londres, después de una intensa presión social sobre el banco central alemán, al que acusaban de irresponsable por no haber llevado a cabo auditorías exhaustivas sobre el estado de su oro.

Por si no tuvieran bastante con el Brexit, al Banco de Inglaterra le ha tocado lidiar con un delicado conflicto: el pasado año, el Gobierno de Venezuela que, como muchos otros, tiene parte de sus reservas depositadas en Londres, solicitó la repatriación de 14 toneladas de oro, después de que se anunciaran las sanciones impuestas por los Estados Unidos.

Por ese motivo, desde el Banco de Inglaterra fueron retrasando la devolución, con la excusa de que era muy difícil contratar un seguro que cubriera el traslado. Pero a nadie se le escapa que el banco central inglés no quería correr el riesgo de vulnerar las sanciones contra el comercio de oro venezolano.

A ello había que añadir la presión que sobre los ejecutivos del Banco de Inglaterra ejercieron tanto la oposición venezolana como el propio Gobierno bolivariano. Ello ha situado al custodio del oro en una difícil situación: si niega la repatriación del oro a quien es su propietario legítimo, el Banco Central de Venezuela, los bancos centrales de los países que también tienen parte de sus reservas en las bóvedas de Londres tienen motivos para ponerse nerviosos.

El ‘affaire’ de Venezuela puede socavar seriamente la credibilidad e imparcialidad del Banco de Inglaterra como custodio de las reservas de oro internacionales. Y ya sabemos que, en el mundo de las finanzas, la confianza es casi tan importante como la solvencia.

¿Un almacén de cerveza en Threadneedle Street?

Mientras el Brexit y la cuestión venezolana preocupan en la sede de Threadneedle Street, parece que la Cámara de los Comunes británica está en otra onda. Así se deduce de lo sucedido recientemente en la reunión del Comité de Cuentas Públicas, presidido por la honorable parlamentaria laborista Margaret Olivia Hillier, y ante el que compareció el presidente del Consejo de Directores del Banco de Inglaterra, Bradley Fried.

Después de tres años de crecimiento del gasto derivado de los servicios centrales del Banco de Inglaterra, situado en Threadneedle Street, y teniendo en cuenta que una parte de la sede del banco está vacía, como pone de manifiesto un informe de auditoría que revela que existen al menos 800 puestos de trabajo sin ocupar, la parlamentaria laborista propuso una solución imaginativa: “teniendo en cuenta su política de facilitar el teletrabajo, ¿habría alguna posibilidad de alquilar algunas dependencias de Threadneedle?.

La mordaz prensa británica se ha lanzado a criticar esta propuesta y ha sugerido poner un “Wetherspoons” en la sede del banco (se trata de una firma muy conocida en el Reino Unido, que se dedica a rehabilitar antiguos almacenes y sucursales bancarias, para abrir pubs).

Uno de los numerosos pubs de Wetherspoons

La respuesta del ejecutivo del Banco de Inglaterra fue muy comedida: “Threadneedle Street es un caso muy especial, ya que nos encontramos literalmente encima de oro físico valorado en más de 140.000 millones de libras esterlinas. Evidentemente, la apertura de cualquier local comercial en esas instalaciones generaría un riesgo inaceptable para la seguridad de las bóvedas.

Sin embargo, la parlamentaria laborista prosiguió, inasequible al desaliento, sugiriendo el traslado de las cámaras acorazadas de alta seguridad del Banco de Inglaterra “a una sede más barata, para poder maximizar los ingresos derivados de Threadneedle Street”.

Bradley Fried propuso una alternativa más rentable: trasladar a la sede de Threadneedle Street al personal de otras instalaciones con menores implicaciones en la seguridad, lo que permitiría alquilar esas instalaciones o parte de ellas.

El simple hecho de que esta conversación haya tenido lugar en la reunión del Comité de Cuentas Públicas, en plena crisis del Brexit y del oro venezolano, es un indicativo de por dónde van los tipos en la política británica actual.

Si Londres quiere mantener su estatus como principal mercado mundial del oro, sus políticos, tanto conservadores como laboristas, están contribuyendo muy poco a ello. De momento, en nuestro país aún no se ha planteado el alquiler de instalaciones de la sede del Banco de España, aunque, con los tiempos que corren, no lo descartamos.

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