El progresivo aumento del precio del oro desde el año 2000 ha provocado un efecto secundario de importantes consecuencias para la industria de este metal, pero también para el medio ambiente y para la seguridad global. Se trata de la minería artesanal, la extracción de oro con medios rudimentarios en determinadas zonas de África y América del Sur, que actualmente ocupa a millones de personas.
Esta minería artesanal o informal, conocida por el sector del oro como minería artesanal o a pequeña escala (ASM, por sus siglas en inglés), no es un fenómeno nuevo, sino que lleva siglos produciéndose. Permite a las pequeñas comunidades que carecen de otras alternativas laborales obtener dinero de la búsqueda de pequeñas cantidades de oro.
Según los datos de Reuters, tomados de Delve, una plataforma global que recaba información sobre la minería artesanal, actualmente hay en el mundo entre 15 y 20 millones de mineros que trabajan de esta forma, y varios millones de personas más dependen de los ingresos que éstos obtengan.
El hecho de que cada vez más personas se acerquen a esta forma de subsistencia está generando también importantes problemas, en forma de residuos tóxicos, abusos laborales, crimen organizado y prostitución, según denuncian las Naciones Unidas y la OCDE.
Estos mineros operan por cuenta propia, a veces pagando una tasa a los propietarios de las tierras para acceder a la mina, o entregándoles parte del mineral. Muchos de ellos siguen trabajando al estilo antiguo, con picos y palas, y acarreando el mineral en sacos sobre sus espaldas. Otros más avanzados han comenzado a usar herramientas como excavadoras y perforadoras.
En muchos casos, estos mineros utilizan mercurio para extraer el oro, en forma de pepitas de oro semi puro llamadas doré, que venden a los comerciantes.
El importante aumento de esta actividad se debe al incremento de la demanda mundial de oro que, a su vez, ha venido dada por el rápido crecimiento económico de China (donde cada vez más personas están interesadas en comprar oro) y por la crisis de 2008, que condujo a muchos inversores hacia un valor refugio como es el oro.
Todos estos factores han hecho crecer el precio del oro desde menos de 300 dólares la onza en el año 2.000 hasta más de 1.500 dólares la onza, que es el precio actual. Esta subida provocó que muchas personas abandonaran la actividad agrícola y se dedicaran a la minería, especialmente en países con un rápido crecimiento demográfico.
En cuanto al volumen de producción de oro que procede de este sector, aunque resulta difícil de calcular, se han realizado estimaciones.
Por ejemplo, la consultora británica Metals Focus estima la producción anual de la minería artesanal y a pequeña escala en unas 560 toneladas anuales, valoradas en más de 27.000 millones de dólares.
Las minas mecanizadas en manos de las grandes compañías mineras producen alrededor de 2.900 toneladas anuales de oro.
Problemas que genera
Entre los principales problemas que se derivan de este estilo de minería está la contaminación medioambiental que provoca, ya que el uso de mercurio y otros sistemas anticuados para separar el oro del mineral genera toxinas y contamina los acuíferos cercanos.
Además, en las minas artesanales son frecuentes los derrumbamientos y es habitual que en ellas trabajen niños, que son obligados a introducirse en estrechas galerías donde no cabe una persona mayor.
Por otro lado, este tipo de minería alimenta una economía en la sombra que elude pagar impuestos a los estados. Cada año se exportan de contrabando miles de millones de dólares en oro solo en África.
En muchas ocasiones, estas minas son controladas por señores de la guerra o traficantes de drogas, que utilizan el oro para blanquear sus capitales o para comprar armamento.
Por estos motivos, la producción de oro procedente de la minería artesanal tiene cada vez menos salida en el mercado mundial. Los consumidores occidentales quieren productos que procedan de fuentes legales, éticas y debidamente reconocidas, así que los grandes bancos, joyeros y refinerías de oro son muy reticentes a aceptar el oro de la minería artesanal.
Tan solo compran oro de explotaciones cuidadosamente monitorizadas, en las que los mineros son tratados de forma justa y existe una adecuada trazabilidad de la producción. Sin embargo, la producción de estas fuentes reconocidas es muy escasa.
La mayor parte es adquirida por compradores con muchos menos escrúpulos, en regiones como Oriente Próximo o la India, desde donde a veces se introduce en el mercado legal.