El Camino Real de Tierra Adentro, también conocido como Camino a Santa Fe o Camino de la Plata, fue una ruta comercial que unía los 2.560 kilómetros de distancia entre las ciudades de México y Santa Fe, actual capital del Estado norteamericano de Nuevo México, y que estuvo en activo desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Considerada la mayor ruta comercial terrestre de su tiempo, albergaba en su parte central los principales Reales de Minas de la Nueva España. Por su importancia histórica y cultural obtuvo el reconocimiento de la UNESCO en 2010 como Patrimonio de la Humanidad, incluyendo otros 60 sitios situados a lo largo de su trazado.
El Camino Real de Tierra Adentro fue la vía de comunicación más importante del septentrión novohispano, permitió su poblamiento en ciudades, villas, reales de minas, presidios, misiones, pueblos de indios y estancias agropecuarias y tuvo un papel capital en la formación de la cultura mestiza que caracteriza al territorio por el que discurre. Su categoría de Real lo recibió, a semejanza de los de la Península Ibérica, por la aplicación de la Tercera Partida de las famosas Partidas de Alfonso X el Sabio y su consideración de bien público.

Tras la conocida como Guerra del Mixtòn contra los chichimecas en el recién fundado Reino de Nueva Galicia, se fundó la ciudad de Guadalajara y se pobló el territorio con indios aliados y españoles. Tras el descubrimiento de las minas de Zacatecas en 1546, se vio la necesidad de abrir caminos para el abastecimiento de los nuevos pobladores, que en un primer momento unieron Guadalajara con México, por las poblaciones de Juchipila, Nochistlán, Michoacán y Santiago Querétaro.
Al norte de la ciudad México existían numerosos pueblos de indios, donde sus habitantes se dedicaban fundamentalmente a la agricultura en esa fértil región. Por la necesidad de transportar mercancías hacia el norte, muchos de sus habitantes se convirtieron en arrieros. Al principio, el transporte de mercancías por las rutas de Nueva España se realizaba por medio de tamemes, cargadores indios, hasta la prohibición de 1555 y el incremento del número de animales de carga y tiro. Se utilizaron posteriormente carretas de dos ruedas tiradas por bueyes, cuya carga alcanzaba la media tonelada.

Las autoridades virreinales se preocuparon de que los viajeros contaran con lugares para su alojamiento y aprovisionamiento, por lo que ordenaron el establecimiento de posadas a lo largo de los caminos, así como de hospitales de indios y tianguis o ventas. Para su protección se fundaron presidios o guarniciones, como el de Celaya en 1570, y fuertes como el de San Felipe. Parte del territorio chichimeca se pobló con aliados tlaxcaltecas, y finalmente se consiguió la paz con los pueblos chichimecas proveyéndoles de alimentos, aperos de labranza y vestimentas. Los centros mineros, como Zacatecas y Guanajuato, pronto se convirtieron en hermosas ciudades y muy rápidamente en emporios comerciales que enlazaron en el circuito comercial hacia la capital de la Nueva España.
Las posteriores expediciones hacia el norte llevaron a la extensión del Camino, comunicando Zacatecas con las minas de Fresnillo y el Rio Grande. Desde allí, un ramal llegaba a los reales de minas de Sombrerete y Chalchihuites, y de allí a Durango. Otro de los ramales conducía a la Nueva Vizcaya, y se convirtió en el más importante para transitar rumbo a Nuevo México tras la expedición de Juan de Oñate en 1598. Este camino transitaba por el territorio donde posteriormente se fundó Chihuahua, utilizándose más frecuentemente tras el establecimiento del presidio de San Francisco de Conchos en 1685 y del descubrimiento de los minerales de Santa Eulalia y San Felipe El Real Chihuahua en 1718.
La Corona dictó normas precisas para que las poblaciones mineras fueran convenientemente abastecidas de todos los suministros necesarios, pagando por ellos los habitantes un precio justo y prohibiendo el establecimiento de estancos. Asimismo, se ordenaba a los virreyes y justicias que los mismos fuesen proveídos por las comunidades indígenas de sus comarcas adyacentes, a su justo precio, y trasladados por los arrieros, pagando el precio de los portes. Aunque en un primer momento los trabajadores indios se agruparon conforme a su procedencia y lengua, con el paso de las generaciones se produjo una importante mezcla racial, así como una fuerte aculturación hispánica, lo que supuso que estos trabajadores cualificados se convirtiesen en un grupo social hispanohablante, de gran movilidad y distinto de sus comunidades de origen.

El Camino era la vía para el transporte de la plata de los Reales de Minas como Zacatecas, Pachuca, Querétaro, San Luis Potosí, Fresnillo, Guanajuato, el Parral o Santa Bárbara, entre otros, a la ciudad de México, donde era acuñada y desde allí se distribuía para convertirse en la moneda circulante y más apreciada de todo el mundo. Igualmente, servía para el transporte en sentido contrario del necesario mercurio o azogue para su beneficio. Entre las principales poblaciones fundadas a su vera se encuentran los citados Reales de Minas y otras importantes poblaciones del actual México como Chihuahua, Aguascalientes o Juárez, y El Paso, Las Cruces, Albuquerque y Santa Fe en actual territorio estadounidense.
Las jornadas de los viajeros variaban según el medio de transporte utilizado, con un promedio de 10 leguas o 45 kilómetros diarios. Las primigenias carretas se sustituyeron por recuas de mulas, conducidas por arrieros indios, mientras que los viajes cortos se realizaban usando recuas de burros y carretas pequeñas. También había trasportes como los forlones, cupés y diligencias para los clientes de mayor posición económica y social. Para evitar los peligros del trayecto, se formaban caravanas guarnecidas por los soldados de los presidios o por vecinos armados de las poblaciones y haciendas del área.
Por todo lo que esta vía representa, el día 1 de agosto de 2010, en la 34 Sesión del Comité del Patrimonio de la Humanidad celebrado en Brasilia se le reconoció tal distinción. Entre los criterios tomados en cuenta para tan importante distinción se encontraron el de ser una de las más importantes rutas de la Corona española en el norte de América, y que a lo largo del mismo se fundaron lugares dedicados a la minería y explotación argentífera, al comercio, a la explotación agrícola, militares, administrativos y evangelizadores.

Todo ello se hizo en un inmenso territorio y se destacó su adaptación al medio, a los materiales y a las técnicas que reflejan una fuerte simbiosis de ideas culturales y religiosas. El conjunto de sitios en su trazado incluye ejemplos de edificaciones y bienes arquitectónicos y técnicos que ilustran un importante momento de la Historia de la Humanidad, la explotación hispánica de las minas de plata y la transformación de los paisajes urbanos y rurales adyacentes. Entre su legado se encuentra igualmente un patrimonio cultural de gran valor, que incluye archivos, obras de arte religioso y civil, manifestaciones musicales, festividades, cultura gastronómica y tradiciones orales.
Recientemente don Alfonso Borrego, presidente de la Asociación Cultural Heritage Society del Camino Real de Tierra Adentro en San Antonio, Texas, y bisnieto del célebre jefe apache Gerónimo, recapitulaba en una entrevista publicada el periódico ABC los motivos para una lapidaria conclusión contraria a los actuales brotes de revisionismo y Leyenda Negra en algunos países de América:
“Ahora hay gente aquí hablando de que los españoles deben pedir perdón. ¿Pero de qué estás hablando? Pide tú gracias porque te dejaron todos los edificios, la lengua, la tecnología, alimentos y animales que en América no se conocían, todo hecho”.
Para saber más:
CRUZ DOMÍNGUEZ, S.E., “Sistemas de trabajo en las minas de Pachuca, siglos XVI-XVIII”, Contribuciones desde Coatepec, nº 9, julio-diciembre 2005, pp. 33-67.
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA, Management Plan of the Camino Real de Tierra Adentro, México, General Guidelines, Complementary document of the Technical File for the inscription of the Camino Real de Tierra Adentro, México, in the World Heritage List of the UNESCO, México, 2012.
LÓPEZ MORALES, F.J., “El Camino Real de Tierra Adentro”, En El oro y la plata de las Indias en la época de los Austrias, Madrid, 1999, pp. 341-347.
QUIÑONES HERNÁNDEZ, L.C. (Coord.) et al., Patrimonio e Identidad en El Camino Real de Tierra Adentro y El Camino Nacional, México, 2015.
VALLEBUENO GARCINAVA, M., y CRUZ PACHECO ROJAS, J. de la, “El Camino Real de Tierra Adentro, Eje de Comunicación del Septentrión Novohispano”, Xihmai, Vol. 9, nº18, 2014.