La India es el segundo mayor consumidor mundial de oro, por detrás de China. Una gran parte de esas 700-800 toneladas anuales de oro se consumen en forma de joyas, que los ciudadanos suelen regalar en fechas especiales y que constituyen la dote de las novias. También se suele utiliza en las zonas rurales como medio de ahorro, invirtiendo en la compra de joyas los excedentes obtenidos por la venta de las cosechas.
Sin embargo, uno de los problemas que afecta a la industria del oro en la India, y que se ha dejado sentir sobre la demanda en los últimos años es la ausencia de unos estándares de pureza de las piezas.
En su último informe específico sobre la India, Indian Focus Monthly, la consultora británica Metals Focus aborda el problema del llamado “under caratage” o “infraquilataje” que, según los datos del Consejo Mundial del Oro, afectaba a entre el 10 y el 15% de las piezas de joyería en el país en 2015.
Esta venta fraudulenta de piezas con menos quilates de los indicados es especialmente grave en el norte y este del país, y ello a pesar de que el contraste comenzó a aplicarse en el año 2000, aunque solo era obligatorio para los joyeros registrados en la Oficina de Estándares de la India (BIS, por sus siglas en inglés).
Ahora, el Gobierno de Narendra Modi ha anunciado una nueva normativa según la cual el contraste pasará a ser obligatorio en todo el país a partir de principios de 2019.
Según señalan desde Metals Focus, pese que esta medida es un paso en la dirección correcta, su éxito futuro va a depender de la resolución de una serie de cuestiones, entre las que se encuentra la existencia de suficientes centros donde se lleve a cabo este contraste.
Actualmente solo existen en la India 650 centros de contraste y ensayado, que se concentran en los 10-12 estados más grandes. En opinión de los analistas de Metals Focus, la falta de centros de contraste hace aconsejable el establecimiento de un periodo transitorio antes de que entre en vigor el contraste obligatorio.
Desde la consultora proponen que, durante los primeros seis meses, el despliegue de la medida se limite a las 10 áreas metropolitanas más importantes, para luego pasar a las ciudades de nivel 1 y 2, terminar con el resto del país en una tercera fase. “Una aplicación escalonada de la norma proporcionaría el tiempo suficiente para que se desarrolle la infraestructura en todo el país”, apunta el informe.
Además, el informe señala que el Gobierno indio debería impulsar también la autocertificación de las joyas por parte de las compañías más importantes, después de una rigurosa auditoría. De esta forma, la autocertificación serviría para reducir la carga de trabajo sobre la actual infraestructura y contribuiría a difundir la joyería contrastada, en especial ahora que algunas de las más importantes compañías quieren expandirse por las ciudades de segundo y tercer nivel.
Otra cuestión importante, en opinión de la consultora especializada en metales preciosos, se refiere a los estándares de pureza, que han sido un punto de conflicto entre la industria y la Oficina de Estándares de la India. Según la nueva normativa, solo se pueden contrastar las joyas de 14, 18 y 22 quilates. Sin embargo, en la India existe un amplio abanico de joyas, que van desde los 14 a los 24 quilates.
Por ejemplo, en las zonas rurales y semiurbanas, son muy populares las joyas de 23 y 24 quilates. “Por tanto, creemos que para que tenga éxito el nuevo sistema de contraste, va a ser necesaria una mayor colaboración entre el Gobierno y la industria joyera. Una vez que se resuelva, creemos que el contraste obligatorio va a representan un gran impulso para el sector joyero indio”, concluye el informe.