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El incendio de Notre Dame o varias lecciones para inversores de oro

El pavoroso incendio del lunes 15 de abril de la catedral de Notre Dame, en Paris, conmocionó al mundo. Desde entonces, parisinos, franceses, católicos y los amantes de la arquitectura y el arte no hablan de nada otra cosa utilizando términos tales como desastre, catástrofe, ruina, drama, calamidad, infortunio, etc. En el resto del mundo, también. Salvo entre los ámbitos ligados a los metales preciosos, ya que en los senos de sus comunidades han visto en la tragedia un aprendizaje y una lección.

Afortunadamente, gran parte de la catedral ha sobrevivido y la escala de daños es recuperable. Con tiempo, esfuerzo y mucho dinero, eso sí. Y de todo ello una imagen elocuente que dice mucho del valor intrínseco del oro.

Dicha imagen muestra una cruz dorada situada en el Altar Mayor que preside el presbiterio de Notre Dame. El voraz incendio no pudo contra el símbolo del cristianismo.

Esta cruz está hecha de madera recubierta por un encofrado de oro, una obra moderna del escultor francés Marc Couturier, que se instaló en el mismo lugar donde se encontraba una cruz anterior que desapareció en el siglo XIX

La madera se quema a unos 600° C, mientras que el punto de fusión del oro es de unos 1.064° C. Por lo tanto, las llamas no podrían dañar nunca el oro del recubrimiento. Eso da una idea del poder del oro sobre otros metales.

Dice Arkadjuaz Sierón en Gold Eagle que “Es por eso que el oro fue elegido como dinero. Por un lado, es prácticamente indestructible, ya que resiste los ataques de los ácidos o la corrosión y la mayoría de las otras reacciones químicas. No se ve afectado por el aire, el calor, la humedad y la mayoría de los solventes, siendo uno de los elementos químicos menos reactivos. Por otro lado, el punto de fusión del oro es lo suficientemente bajo como para fundirse fácilmente en barras. En comparación, el platino tiene un punto de fusión de alrededor de 1.768º, por lo que las sociedades primitivas no pudieron convertirlo convenientemente en unidades uniformes.”

Esa es también la razón por la cual el oro es un diversificador de cartera. Durante una catástrofe financiera, muchos activos se convierten en cenizas, mientras que el oro permanece intacto y brilla entre ellos.

Que se lo digan sino a los inversores y accionistas de 2008, cuando el mercado financiero se vino abajo, mientras el oro ganaba un 3% ese mismo año.

Esta es la primera lección del incendio de Notre Dame para el mercado del oro: la riqueza es frágil, por lo que es bueno tener un valor seguro”, dice también el experto e investigador Sierón.

El oro es prácticamente indestructible, y brilla” durante las crisis financieras cuando todos los demás activos se convierten en “cenizas. Sus fluctuaciones de precios pueden ser (y son) bastante volátiles, como se está pudiendo apreciar durante este mes de abril.

Las sociedades sanas acumulan y preservan el capital. “La Catedral de Notre Dame es uno de los mejores ejemplos de riqueza de la civilización. Su fuego nos recuerda la rapidez con la que se pueden destruir siglos de capital acumulado. Por lo tanto, otra lección aprendida es la de agregar un poco de oro a la cartera como un seguro, parece que sea una idea inteligente”, nos recuerda Arkadjuaz Sierón.

 

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