El precio del oro ha vuelto a dispararse en los últimos días, rozando nuevamente la barrera de los 1.700 dólares la onza y registrando precios máximos históricos en la mayoría de divisas internacionales, a excepción de un dólar estadounidense que sigue manteniéndose fuerte.
Según explican desde MarketWatch, la actuación del oro durante las pasadas semanas, desde que el Covid-19 se ha convertido en una pandemia no ha sido precisamente brillante, debido a la gran volatilidad, que se ha traducido en una caída del precio, antes de escalar hasta su nivel más alto desde el año 2012.
Y es que el metal precioso se ha visto en una encrucijada, entre su gran potencial como activo refugio y el afán de los inversores por vender un activo de gran liquidez en busca de dinero con el que cubrir sus pérdidas en los mercados de capitales.
Según Steven Dunn, responsable de ETF de Aberdeen Standard Investments, “la epidemia de coronavirus ha tenido un enorme impacto en el mercado del oro, provocando un gran movimiento en los precios debido a la reacción de los inversores a los nuevos acontecimientos relacionados con la pandemia. El Covid-19 ha dejado fuera de juego a las refinerías y la posibilidad de transportar el oro se ha complicado mucho debido a que es imposible utilizar los medios de transporte habituales”.
Después de que la Organización Mundial de la Salud declarara oficialmente la pandemia, el pasado 11 de marzo, el precio del oro se desplomó hasta los 1.477,90 dólares la onza el 18 de marzo, su precio más bajo en lo que llevamos de año, antes de dispararse, el 9 de abril, a 1.754,50 dólares la onza, el nivel más alto desde el mes de noviembre de 2012.
En opinión de Jeb Handwerger, editor de Gold Stock Trades, “es habitual que el oro registre caídas de precio antes de alcanzar nuevos máximos. El metal está marcando registros máximos históricos en la mayoría de las divisas internacionales, a excepción del dólar, que es la única moneda fuerte que queda”.
Tras alcanzar los 1.752,80 dólares la onza el pasado 9 de abril, el oro cotiza en estos momentos a unos 170 dólares la onza de su máximo histórico, los 1.923,70 dólares la onza que alcanzó el 6 de septiembre de 2011.
Por su parte, Adam Koos, presidente de Libertas Wealth Management Group, señala a MarketWatch que “un movimiento por encima de los 1.700 dólares la onza sería muy constructivo para dar al oro el impulso que necesita para llegar a su máximo de todos los tiempos. Pero aún hace falta tiempo para que el metal alcance esos niveles. Si la resaca de la epidemia en la economía mundial es más profunda de lo que se cree, entonces se registraría una aceleración en la presión compradora sobre el oro”.
Aunque no da cifras, Koos opina que existen más posibilidades de que el oro llegue a su máximo histórico antes de final de año que de una nueva caída por debajo de los 1.500 dólares la onza.
Según Peter Grosskopf, CEO de Sprott, el precio del oro podría ir incluso más allá de su máximo registro histórico, llegando a 2.000 dólares la onza a finales de este año o principios del próximo: “la deuda se ha disparado a todos los niveles. Hemos hipotecado nuestro futuro y la economía actual no es capaz de generar dinero suficiente como para devolver ese préstamo. Esta ecuación requiere medidas de represión financiera y en ese proceso, el oro desempeña un papel muy importante”.
Otra oportunidad la constituyen las compañías mineras. Según Grosskopf, “es un buen momento para comprar acciones de compañías mineras, que se han liquidado apresuradamente junto con el resto de acciones debido al ajuste de márgenes, y que se van a disparar a niveles máximos próximamente”.