El precio del oro en dólares se encuentra en sus niveles máximos de los últimos siete años, mientras que en euros y yenes roza sus máximos históricos. Según algunos analistas, el metal está repitiendo el patrón que lo condujo a su máximo histórico del año 2011.
Según recordaba Adrian Ash, experto en el mercado de metales preciosos, desde Bullion Vault, el precio del oro en dólares tardó apenas 30 días de cotización en ascender desde el nivel actual hasta los más de 1.900 dólares la onza que constituyó su máximo histórico en el año 2011.
El precio del metal cerró la sesión del pasado viernes, 21 de febrero, a 1.643,30 dólares la onza, en la London Bullion Market Association (LBMA). A la hora de escribir estas líneas, el precio spot alcanzaba ya los 1.681,25 dólares la onza. Unas cifras que constituyen la segunda subida de precio más rápida de la última década y que tienen como principal factor el aumento de la preocupación por la epidemia de coronavirus, que está empezando a registrar sus primeros casos en Italia.
Como explicaba Ash, el oro está repitiendo el mismo patrón de 2011, por lo que podríamos encontrarnos a penas a seis semanas de distancia de asistir a un nuevo máximo histórico del precio del metal en dólares.
En euros, el precio del metal está alcanzando también registros máximos, a lo que ha contribuido la caída de la divisa europea. Por lo general, el precio del oro tiende a subir cuando los demás activos están pasando por dificultades. “El oro da lo mejor de sí cuando los ciudadanos pierden confianza en los bancos centrales, y en ningún lugar se está perdiendo tanto la confianza en los políticos como en Europa”, asegura Ash.
El metal también está registrando precios máximos en yenes japoneses, “una divisa que en su momento fue poderosa y que ha acabado cediendo su estatus de activo refugio tras décadas de imprimir billetes para su política de recompra de activos, y de tipos de interés negativos por parte del Banco de Japón”, como señala Adrian Ash.
Esta subida del precio del oro en yenes (aunque todavía un 10% por debajo de su máximo histórico del 21 de enero de 1980), está provocando una avalancha de recogida de beneficios por parte de los inversores japoneses, que se apresuran a vender sus monedas y lingotes aprovechando el alto precio del metal.