Uno de los principales temores de los inversores y los mercados en relación con el precio del oro es la subida de tipos de interés que periódicamente realiza la Reserva Federal estadounidense. De hecho, los analistas especializados en metales preciosos viven pendientes de los mínimos indicios que permitan entrever las decisiones que la Fed va a adoptar en política monetaria.
Las discusiones y los análisis fueron interminables cuando se conocieron los principales candidatos a ocupar la presidencia de la Reserva Federal cuando concluyese el mandato de Janet Yellen. Cuando se confirmó el nombramiento de Jerome Powell, siguieron las especulaciones sobre su perfil de “halcón” o “paloma”, y las quinielas sobre cuántas veces subirían los tipos de interés en los próximos meses.
Tanto los analistas como los inversores en oro suelen dar por sentado que una subida de tipos de interés supone un revés para el oro, ya que permite que se incrementen los rendimientos de los bonos del Tesoro, uno de los activos que rivalizan con el metal en las carteras de inversión. Y una subida de los rendimientos encarece el llamado “coste de oportunidad”, que es el que soportan los inversores que han confiado en el oro y que se supone que están perdiendo dinero o, mejor dicho, dejándolo de ganar, debido a la subida de las retribuciones de los bonos.
A la inversa, una bajada de tipos beneficia al oro, ya que los inversores tienen menos interés en bonos y acciones y suelen volver hacia un activo tradicional y seguro como es el oro.
Sin embargo, la última subida de tipos llevada a cabo por la Reserva Federal, al final del mandato de Janet Yellen, el pasado mes de diciembre, parece contradecir esta teoría, ya que el oro ha logrado superar la rentabilidad de los principales activos, incluyendo al bitcoin, desde la última subida de tipos de la Fed.
Según Mike McGlone, analista de Bloomberg, “desde la subida de tipos de diciembre, el oro ha superado a los mercados de capitales, el dólar y el bitcoin y, a menos que se revierta la tendencia a la debilidad del dólar, el oro va a seguir brillando”.
Desde el pasado 12 de diciembre, el día antes de la decisión de la Reserva Federal, el oro ha ganado un 5,7%, para situarse en los 1.314,36 dólares la onza y alcanzar, la semana pasada, los 1.325 dólares, su nivel máximo de los últimos tres meses.
En ese mismo periodo, el Índice S&P 500 (que refleja la capitalización bursátil de las 500 principales empresas estadounidenses) ha subido un 3,1%, mientras que el bitcoin perdía un 14%. Por su parte, el dólar se dejó un 1,5%.
No es la primera vez que el precio del oro se dispara inmediatamente después de una subida de tipos de interés en Estados Unidos. De hecho, algunos analistas plantean que se está convirtiendo en una tendencia desde el final de la crisis financiera global, lo que obligaría a descartar la explicación lógica que señalábamos antes.