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El oro no es para ricos, es sostenible y no solo es para tiempos de crisis

Láminas de oro

El oro es uno de los activos de inversión sobre los que existen más mitos, falsas ideas preconcebidas y prejuicios que su positiva trayectoria a lo largo de los años se ha encargado de ir desmintiendo. Desde que se trata de una ‘reliquia bárbara’ a que es un activo que no produce rendimiento alguno, que está pasado de moda o que solo es apto para inversores muy ricos y conservadores.

La revalorización a largo plazo del oro y su actuación como activo refugio, protector del patrimonio y elemento de diversificación de la cartera de inversión son las cualidades que hacen al metal precioso más apreciadas por los inversores y que sirven para desmentir los numerosos (y falsos) mitos que suscita entre sus detractores.

En un interesante artículo firmado por Dominik Lochmann, de la empresa alemana de inversiones ESG Edelmetall-Service GmbH & Co, en Goldreporter, se desmienten tres de los principales mitos que existen en torno a la inversión en oro.

1.- El oro solo es apropiado para tiempos de crisis

Durante mucho tiempo, el oro se ha considerado como una inversión muy estable en tiempos económicamente inciertos. De hecho, el metal precioso tiene la capacidad de proteger el patrimonio de los inversores frente a la pérdida de valor, especialmente en casos, como el actual, en que existe una tasa de inflación muy alta y grandes fluctuaciones en los mercados de capitales.

Sin embargo, como señala Lochmann, el oro también es adecuado cuando las condiciones del mercado son estables, ya que es un activo que funciona mejor a largo plazo.

Comprar oro en momentos de crisis, en que el metal está al alza, resulta más caro que hacerlo en una situación diferente, aprovechando un precio más bajo.

2.- La minería de oro no es sostenible

Otro de los mitos que rodea al oro es que su producción genera contaminación medioambiental y en ocasiones vulnera los derechos de los trabajadores.

Estas afirmaciones pueden ser ciertas si nos estamos refiriendo a la llamada minería artesanal y a pequeña escala, formada por explotaciones irregulares y, en muchas ocasiones, al margen de la ley.

Ciertamente, se trata de un problema que la industria del oro lleva años enfrentando. No solo está el peligro para el medio ambiente que supone la liberación de sustancias altamente contaminantes como mercurio o cianuro, sino también la situación laboral de los trabajadores y el hecho de que el oro extraído pueda servir para financiar actividades ilegales como terrorismo o narcotráfico.

Como explica Lochmann, para hacer frente a este problema, la industria ha introducido el concepto de ‘oro responsable’, que incluye la trazabilidad del metal precioso hasta las minas de las que se extrae.

De esta forma, tanto las refinerías que lo procesan como las empresas que fabrican y venden los lingotes o acuñan las monedas pueden estar seguras de que en su proceso de extracción se han cumplido todas las normas, tanto medioambientales como de respeto a los derechos humanos, establecidas por la ONU y la OCDE.

El oro producido al margen de estos controles queda excluido de los mercados oficiales internacionales, ya que no puede recibir la certificación ‘Good Delivery’ por parte de la London Bullion Market Association (LBMA).

Otra fórmula para obtener oro de forma sostenible es el reciclaje. La reutilización de metal precioso por parte de las refinerías, tanto en forma de joyas antiguas como el procedente de los aparatos electrónicos descartados (una fuente cada año más abundante) se ha convertido en un componente cada vez más importante del suministro de metal.

El oro responsable y el oro reciclado son las dos fórmulas de apoyar la producción sostenible del metal.

3.- El oro es una inversión solo para ricos

Quizá uno de los mitos más extendidos sobre el oro es el que lo asocia solo con los inversores más adinerados. Es cierto que el metal precioso ha sido, durante muchos siglos, un sinónimo de riqueza y distinción, solo al alcance de los más poderosos. Pero ese elitismo es cosa del pasado: la inversión en oro se ha democratizado, hasta tal punto que, hoy en día, es accesible también para los pequeños inversores.

Como apunta Dominik Lockmann, diversas empresas han puesto a la venta productos de oro tan asequibles como pequeños lingotes de un gramo de peso, que se pueden comprar por poco más de 60 euros.

Estos productos, especialmente pensados para los pequeños inversores, se venden en bloques que pueden separarse, sin romper el blíster, de forma que el cliente puede ir vendiéndolos uno a uno, según tenga necesidad de liquidez.

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