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El platino, el paladio, el rodio y su papel en la industria del automóvil

El platino, comúnmente llamado “el oro de los ricos”, es un metal precioso apreciado por su perdurabilidad y su resistencia a la corrosión. Por este motivo se utiliza como símbolo en los regalos que conmemoran una larga unión, como en las llamadas “bodas de platino”, que se celebran en los 70 años de matrimonio.

Como explican desde Capital, una de las principales características del platino es su extrema rareza, más que el oro. Hasta tal punto que, según la National Association of Jewellers británica, “si todo el platino que se ha extraído en la historia se fundiera y se echara en una piscina olímpica, apenas cubriría hasta los tobillos”.

Con un brillo metálico casi blanco, las aleaciones de platino habitualmente cuentan con un 95% de este metal. Debido a su densidad y rareza, las joyas de platino son más caras que el oro. Y el platino es ideal para su uso en joyería, ya que nunca se oxida ni pierde su brillo, y es hipoalergénico por naturaleza.

Por su parte, el paladio es otro metal blanco, del grupo de los metales del platino, que se ha usado durante años como una alternativa más barata al propio platino. Éste es el doble de denso que el paladio, por lo que las joyas de platino necesitan más gramos del metal que una pieza similar de paladio y, por tanto, resultan mucho más pesados.

Según la National Association of Jewellers, el paladio “es el metal idóneo para los diseñadores de joyería que quieren crear diseños más grandes y dramáticos”.

El paladio es ligeramente más oscuro y con mucha menor densidad que el platino. Al igual que éste, no pierde el brillo y es hipoalergénico, por lo que se ha utilizado como una alternativa más ligera y, hasta hace poco, más barata que el platino.

Aunque ambos comparten una larga historia, no fueron elevados a la categoría de metales preciosos hasta hace relativamente poco. Los primeros datos que se tienen del platino proceden de las minas de oro de la América Hispana, en el siglo XVII, en las que aparecieron trazas de platino en los filones de oro, que los mineros españoles consideraban una molestia.

Sin embargo, cuando los científicos europeos comenzaron a analizarlo, en el siglo XVIII, se sintieron atraídos por sus propiedades. Tras la Segunda Guerra Mundial se estableció el doble estatus del platino como metal industrial y de joyería. Sudáfrica se convirtió en el principal productor de metales del grupo del platino.

Los precios y la producción fluctuaron durante las décadas siguientes hasta que, a finales de la década de los 90 del pasado siglo, el platino pasó de moda: las cecas y las refinerías se olvidaron de él.

A partir de principios del siglo XXI, los productores regresaron al mercado y aparecieron las primeras monedas y lingotes de platino, destinadas a los inversores en este metal que, a todos los efectos, había pasado a formar parte de los metales preciosos.

La demanda de platino y paladio comenzó a crecer debido a sus múltiples usos, que superaban a los del oro y la plata. Desde mediados de la década de los 70 del siglo XX se empezaron a utilizar (junto al rodio, otro metal resistente a la corrosión, del grupo del platino) en la fabricación de catalizadores para la industria del automóvil y de electrodos y equipamiento médico.

En la actualidad, el platino es una materia esencial en la fabricación de instrumentos quirúrgicos odontológicos y de imanes permanentes. Por su parte, el paladio es un componente esencial del oro blanco y también se utiliza en la producción de equipamiento dental, además de en refinados diseños de relojería.

En cuanto a su potencial como metales de inversión, platino y paladio no son tan populares entre los inversores como el oro y la plata. Su suministro es muchos más reducido que el de aquéllos, por lo que sus precios están sujetos a una mayor volatilidad, lo que hace desconfiar a los inversores minoristas.

Los futuros de ambos metales cotizan en la división mercantil de Nueva York de la Bolsa Mercantil de Chicago, a diferencia del rodio, que solo cotiza en el mercado físico.

El llamado “dieselgate”, el escándalo por la manipulación del software de control de las emisiones en los vehículos diésel de Volkswagen, en 2015, constituyó un punto de inflexión para platino, paladio y rodio.

En la actualidad, el paladio se usa para la fabricación de catalizadores para la mayoría de los motores de gasolina, pero es mucho menos eficiente a la hora de eliminar emisiones nocivas de los motores diésel, que es donde se suele utilizar el platino.

Sin embargo, la demanda futura de platino, paladio y rodio podría verse afectada por la llegada del vehículo eléctrico. Según algunos analistas, la tecnología de las baterías eléctricas supondrá que, en el futuro, ya no se necesiten catalizadores para reducir las emisiones de los motores.

De todas formas, la producción de células de combustible para los vehículos eléctricos podría requerir también el uso de estos metales, aunque los expertos dudan de que el consumo se vaya a mantener a los niveles actuales.

En cualquier caso, los expertos no se ponen de acuerdo en el momento en que se vaya a producir este cambio desde los motores de gasolina y diésel a los eléctricos: las fechas varían entre dentro de cinco años y 2040, aunque lo más probable es que sea a mitad de camino entre ambas fechas.

Durante 2017, platino y paladio se han comportado de forma muy diferente: el precio del paladio se ha duplicado en los dos últimos años, mientras que el platino parece haber perdido el favor de los inversores. Como consecuencia de la caída de la demanda de éste, las compañías mineras se han mostrado reticentes a incrementar el suministro, lo que ha provocado también una caída de la producción de paladio, aunque su demanda sigue creciendo.

Hace menos de una década, el precio del platino era cinco veces mayor que el del paladio. El pasado mes de septiembre, el paladio superó al platino y ha comenzado 2018 superando los 1.000 dólares la onza y acercándose a su récord histórico de 1.100 dólares en 2001.

Entre los efectos que esto podría provocar estaría el hecho de que los consumidores industriales cambiaran el paladio por el platino, como una solución para reducir costes, aunque podría tratarse de una solución de corto recorrido si el bajo precio del platino comienza a atraer el interés de los inversores, lo que provocaría que se fuera reduciendo la diferencia entre ambos.

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