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El sector joyero del oro apuesta por la transparencia y la trazabilidad

Joyas de oro en un comercio del Gran Bazar de Estambul (Turquía)

La presión que ha generado en la industria joyera internacional el deseo de distanciarse del oro producido en Rusia ha obligado a muchos fabricantes a apostar por la transparencia y la trazabilidad del metal precioso que utilizan como materia prima para la fabricación de sus piezas.

En un interesante artículo publicado por Vogue Business se ponen de relieve algunas de las medidas adoptadas por el sector joyero para desmarcarse del oro procedente de Rusia.

El sector minero de oro lleva años sometido a un intenso escrutinio por su vinculación con la contaminación por mercurio y los abusos de los derechos humanos, lo que ha propiciado la aparición de un movimiento hacia un mayor cuidado respecto a la procedencia del metal y su trazabilidad.

El pasado mes de marzo, la Global Gold Transparency Initiative advertía a las firmas joyeras que debían asegurarse de tener completamente controladas sus cadenas de suministro para evitar que pudieran introducir en el mercado de forma involuntaria oro procedente de Rusia.

Muchas compañías joyeras, desde diseñadores independientes como el británico Stephen Webster y el brasileño Fernando Jorge, hasta firmas internacionales como Messika y Bulgari están en plena transición hacia una trazabilidad al 100% del oro que utilizan.

El estándar denominado Single Mine Origin (SMO), que apareció en 2018, está ganando adeptos y otra posible solución es el oro reciclado procedente de fuentes garantizadas. Sin embargo, desde Vogue Business advierten que todavía quedan obstáculos que hay que superar en la carrera hacia la transparencia, como los elevados costes y la distribución.

Precisamente, uno de los problemas del oro es su difícil trazabilidad. Según el Consejo Mundial del Oro, cada año se producen entre 2.500 y 3.000 toneladas de oro, que son enviadas a las refinerías, donde se transforman en lingotes.

El oro es indestructible e infinitamente reciclable, por lo que las refinerías suelen mezclar oro recién extraído con una parte de metal que puede llevar con nosotros muchos siglos. Dado que se calcula que la cantidad de oro que está en circulación en el mundo es de unas 200.000 toneladas, resulta casi imposible determinan con precisión sus orígenes. Y hay que tener en cuenta que Rusia es actualmente el segundo mayor productor mundial, por detrás de China.

La Alianza por una Minería Responsable y Comercio Justo Internacional cuentan con programas que ayudan a las empresas con la trazabilidad del oro desde la mina a las joyas terminadas y garantizan que el oro se ha extraído de forma segura para los trabajadores. Ello ha permitido, por ejemplo, que grandes firmas como Chopard hayan podido aprovisionarse del oro extraído por mineros artesanales y a pequeña escala de Perú, Bolivia y Colombia.

El problema es que este oro de procedencia responsable resulta más caro. Según Comercio Justo Internacional, esta prima sobre el precio del metal es de unos cuatro dólares la onza. Esto deja márgenes más reducidos para las compañías, que están más expuestas en un negocio en el que la materia prima es muy cara y su precio fluctúa.

Una de las soluciones es el estándar SMO, creado por los hermanos Charlie y Dan Betts, cuya familia ha estado vinculada al refinado de oro desde el siglo XVIII. Este estándar garantiza que el metal procede de una mina que no tiene vinculación con ningún conflicto y cuyos trabajadores han recibido un salario justo.

De momento, cuentan con dos minas de oro certificadas en Mali y Costa de Marfil, y una tercera empezará a producir en 2023 en Guinea. El oro procedente de estas explotaciones, unas 300.000 onzas anuales (9,3 Tm) llega a la refinería suiza con la que trabajan en lotes separados del resto y acompañados de su propia documentación.

La refinería los procesa por separado y el proceso es monitorizado por unos auditores independientes. Las joyas que se fabrican con este oro van acompañadas de un código QR que demuestra su trazabilidad.

Otra solución es el reciclaje, que puede convertirse en una fuente sostenible cuando se conoce la fuente de procedencia. Según un informe de la ONU publicado en 2020, los metales valiosos contenidos en la basura electrónica están valorados en más de 57.000 millones de dólares anuales.

No es extraño que compañías tan prestigiosas como la Casa de la Moneda británica, la Royal Mint, hayan lanzado su propia línea de productos de joyería elaborados con oro procedente del reciclaje.

Otras firmas como Chopard reciclan su propio oro, mientras que el distribuidor minorista Finematter ofrece a sus clientes vales a cambio de las joyas de oro que entreguen para reciclar.

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