Además del factor geopolítico y la subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense, existe otro factor que podría desencadenar una subida que haría llegar el oro a donde nunca lo ha hecho: los 2.200 dólares la onza. Se trata del temor a la estanflación, una situación que se da cuando coincide una situación de elevada inflación con una recesión económica. Según algunos analistas, ésta es la situación que podría darse durante 2022.
Según un informe sobre metales preciosos publicado recientemente por el United Overseas Bank de Singapur, el temor a la estanflación sería más determinante para el movimiento del precio del oro que el hecho de que la Reserva Federal estadounidense adopte una política monetaria más agresiva de lo esperado.
Los factores clave para el oro, a juicio de los analistas del banco asiático, van a seguir siendo el temor a la inflación, la ralentización del crecimiento económico y el aumento de la demanda de activos refugio.
“El creciente temor a que se produzca una situación de estanflación, unido a los importantes flujos de inversión hacia activos refugio, se han convertido en los factores determinantes para el precio del oro, anulando el impacto negativo de las subidas de tipos de interés anticipadas por la Reserva Federal”, señala en el informe el responsable de estrategia de mercados, Heng Koon How.
La importante subida que registró el precio del oro a principios de marzo, en el entorno de los 2.070 dólares la onza, cerca de su máximo histórico, se produjo después de que Estados Unidos anunciara la imposición de nuevas sanciones a Rusia, entre las que se encontraba la prohibición de exportar petróleo, una de las principales fuentes de financiación del país.
Según Heng, la subida de los precios de la energía y las commodities a partir de la invasión de Ucrania ha aumentado el temor entre los inversores a que se llegue a una situación de estanflación, un fenómeno que se registra cuando coincide una subida de la inflación con una recesión económica.
En estas circunstancias, los inversores son más proclives a tomar posiciones en oro, cuya demanda ha crecido, tanto en la forma física con en los ETF: “se están registrando importantes flujos de capital hacia los ETF de oro. Las compras de joyas de oro por parte de inversores individuales van a aumentar junto a la diversificación hacia el metal de las reservas de los bancos centrales”.
Respecto a los bancos centrales, el informe de United Overseas Bank señala que “varios bancos centrales, especialmente de los países emergentes, están diversificando sus reservas con oro. Es probable que el riesgo geopolítico actual derivado del conflicto entre Rusia y Ucrania refuerce esta tendencia a la diversificación”.
Debido a este panorama cambiante, el banco ha revisado al alza sus previsiones iniciales en cuanto al precio del oro durante este año. Las nuevas estimaciones apuntan a un precio de 2.100 dólares la onza en el segundo trimestre del año; 2.150 dólares en el tercero; y 2.200 dólares en el cuarto trimestre. Las anteriores previsiones estimaban una horquilla de precios de entre 1.900 y 2.000 dólares la onza para 2022.
Esta revisión al alza no se llevó a cabo el pasado mes de febrero ya que los analistas de UOB se mostraban reticentes ante el inminente inicio del ciclo de subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense. Sin embargo, la subida de precios de la energía y las commodities, que va a influir en las economías mundiales durante los próximos meses, la creciente inflación y la desaceleración del crecimiento económico pueden traer de nuevo el fantasma de la estanflación, que hará que los inversores recurran al oro como activo refugio.