Conforme este histórico mercado alcista se aproxima a su fin, con un aumento de la volatilidad y de la ansiedad de los inversores, el oro se va a presentar como un activo cada vez más interesante. El cambio de los mercados de capitales hacia una etapa bajista va a provocar un movimiento sísmico hacia la seguridad y la conservación del capital. El nerviosismo de los inversores les va a conducir a buscar refugio en un activo que lleva mucho tiempo funcionando como tal y van a construir su defensa posicionándose en metales preciosos.
Sin embargo, la inversión en oro puede ser un asunto complicado para quienes suelen ignorar la letra pequeña de los contratos. En un mercado repleto de ETF “respaldados por oro” y soluciones en oro pseudofísico, son muchas las trampas que hay que evitar.
Los ETF en oro se suelen promocionar como fórmulas convenientes y eficientes de invertir en oro, liberando al inversor de los problemas y costes relacionados con el almacenamiento del metal.
Sin embargo, esta comodidad que proporcionan también trae consigo riesgos significativos. Asumiendo que el cliente elige comprar oro para protegerse frente a la inestabilidad de los mercados y para aislarse de los riesgos sistémicos, los defectos inherentes a los ETF prácticamente anulan el objetivo por el que se decidió invertir en oro.
Riesgo de contraparte
Para empeorar las cosas, todos estos riesgos se van a ver agravados en caso de que se produzca una crisis severa: todos los ETF llevan un riesgo de contraparte, lo que coloca al inversor en una posición de desventaja, ya que se ve obligado a confiar en que la otra parte respete su parte del acuerdo.
Su inversión depende de la gestión, la operativa y le integridad estructural del fondo. Además, la estructura de un ETF incluye a otras partes que, por desgracia, suelen ser grandes bancos. Así que, si el objetivo de invertir en oro es crearse una posición defensiva frente a los riesgos y vulnerabilidades del sistema bancario ante la eventualidad de una crisis, invertir en un ETF implica exactamente lo contrario.
Un buen ejemplo lo constituye el SPDR Gold Trust, el mayor y más popular ETF de oro, que se sirve del banco HSBC para custodiar sus lingotes de oro. Precisamente este banco podría ser unos de los primeros en sufrir el impacto de una nueva recesión. En caso de una crisis severa, que volviera a situar al sector bancario en el ojo del huracán, se vería fácilmente cómo explota el riesgo de contraparte.
La cuestión de la propiedad
Otra advertencia importante respecto a las inversiones en ETF de oro y que a menudo se pasa por alto, es la cuestión de la propiedad del oro. Resulta difícil de creer, pero muchos inversores en ETF todavía no se han dado cuenta de que en realidad no poseen ni un gramo de oro.
En muchos casos, ni siquiera se les permite solicitar la entrega del metal, pero, aunque pudieran hacerlo, las condiciones son tan estrictas y el coste tan desorbitado que esta opción resulta casi imposible para el inversor medio.
A pesar de todo, si el inversor desea convertir su dinero en oro, los ETF cuentan con cláusulas de liquidación que les autorizan a pagar el equivalente en dinero en efectivo en vez de en lingotes de oro.
Las palabras del propio George Milling-Stanley, director de estrategia de State Street y miembro del equipo que creó SPDR Gold Trust, lo dejan bien claro: “cuando usted compra participaciones de SPDR Gold Trust, está comprando un interés de propiedad en un trust cuyo único activo son lingotes de oro físico asignados. El inversor individual no posee el oro que respalda al trust, de igual forma que un inversor de General Motors no es propietario de sus vehículos, o un inversor de Apple, de un iPhone”.
Hay más papel camuflado como oro: los certificados y las cuentas sin asignar. Incluso si un inversor que quiere posicionarse en oro se las arregla para evitar las soluciones que proponen los ETF, existen muchas otras trampas en el mercado del oro pseudofísico.
Productos bancarios, certificados de oro y otras ofertas similares se suelen anunciar como una fórmula eficiente de poseer oro físico, engañando sobre la naturaleza específica y las condiciones de propiedad. Es precisamente en estos detalles y en la letra pequeña en lo que el inversor prudente debe fijarse.
Oro sin asignar
El oro sin asignar es la fórmula más habitual de comercialización del metal, especialmente por parte de los bancos. A diferencia de una cuenta asignada, donde el oro se atribuye el titular de la cuenta y el banco no puede cederlo ni prestarlo, las cuentas sin asignar convierten a los inversores en acreedores de la entidad.
En este caso, los inversores no son propietarios del oro, que simplemente les adeuda el banco, que sigue siendo su propietario legal. A cambio de su dinero, obtienen un certificado que respalda su derecho.
Sin embargo, hay que recordar que el oro sin asignar, al igual que cualquier otro depósito, puede ser objeto de préstamo por parte de la entidad financiera, una práctica completamente legal y habitual. Además, como sucede con los depósitos ordinarios, a los bancos solo se les obliga a tener en reserva una pequeña parte del oro que deben a los clientes de cuentas sin asignar.
En caso de una crisis severa, simplemente no hay oro físico suficiente para devolver a los clientes. En otras palabras, con las cuentas sin asignar, el banco o el proveedor de este servicio no solo se beneficia del dinero del inversor, sino que también obtiene beneficio de los préstamos, mientras que sigue siendo el propietario legal del oro. Y no solo eso, sino que la mayoría cobran importantes comisiones por el almacenamiento del oro.
Así que, en caso de una importante crisis o fallo sistémico, el oro papel no es más que un trozo de papel. Y un lingote de oro siempre será un lingote de oro.
La posesión directa y sin cargas de oro físico en una cuenta asignada no solo es la opción más segura, sino la única para quienes desean invertir en oro de forma correcta. Los especuladores y quienes buscan ganancias a corto plazo apostando por las fluctuaciones diarias del precio del oro son los destinatarios adecuados de los ETF u otras solucione de oro papel.
Oro asignado
Sin embargo, para los inversores que deseen la propiedad física del metal y contemplen su inversión como una protección a largo plazo frente a la fragilidad del mercado y al riesgo sistémico, estos productos carecen de valor, ya que alcanzan el objetivo opuesto: vincular la inversión con el sector bancario y exponerla a la siguiente crisis.
Una inversión en oro físico, almacenado de forma segura al margen del sistema bancario, es la única vía fiable de aislar el patrimonio personal de una posible crisis y de la responsabilidad de los inversores en el rescate de las entidades quebradas, así como de la inflación y de la manipulación de las divisas por parte de los bancos centrales. Y también permite eliminar el riesgo de contraparte.
El oro físico adquirido de esta forma y custodiado en una jurisdicción segura como Suiza constituye una protección sólida contra posibles turbulencias futuras, ya sean de índole económica o política.
Claudio Grass es asesor independiente de metales preciosos, con sede en Suiza