Una de las cinco figuras de oro que decoraban la corona original del rey inglés Enrique VIII ha sido encontrada por un buscador aficionado en un campo del condado de Northamptonshire, tras más de 400 años perdida. La pieza, de oro macizo, ha sido valorada en unos dos millones de libras (2,27 millones de euros).
Un buscador de tesoros aficionado, provisto de un detector de metales, ha encontrado al pie de un árbol situado en un campo del condado inglés de Northamptonshire una importante pieza de la historia del Reino Unido, que llevaba perdida más de cuatro siglos.
Se trata de una figura de oro macizo, de dos pulgadas y media de altura (6,3 cm) y una pulgada (2,5 cm) de anchura, que decoraba la corona del rey inglés Eduardo VIII. La figura era una de las cinco que tenía, en otras tantas flores de lis, la corona de los Tudor, cuyo rastro se perdió en 1649, tras la abolición de la monarquía británica.
El buscador que encontró la pieza, Kevin Duckett, de 49 años, la desenterró cerca de la localidad de Market Harborough y señaló al diario británico The Sun que “al principio, pensé que era una bandeja de aluminio arrugada de algún producto de Mr Kipling [marca de comida preparada de Yorkshire] de los años 70, o incluso la chapa dorada de una botella de leche. Había estado buscando por la zona durante 20 minutos y no había encontrado nada. Entonces, mi detector emitió una señal muy potente, así que empecé excavar en el lugar señalado hasta que vi brillar algo, en uno de los laterales del agujero de varios centímetros que estaba cavando. Lo saqué con cuidado y enseguida supe por su color y su peso que se trataba de oro macizo”.
Se trataba de una de las cinco figuras que decoraban la corona perdida de los Tudor, que llevó el rey Enrique VIII, y que los historiadores creían perdida para siempre después de que Oliver Cromwell aboliera la monarquía británica y ordenara decapitar al rey Carlos I, en 1649.
Cromwell ordenó también que la corona de los Tudor, de un peso de 7 libras y seis onzas (unos 3,4 kilos) y valorada en 1.100 libras esterlinas de entonces, fuera fundida para acuñar monedas.
Las 344 piedras preciosas que estaban engarzadas en la corona se vendieron aparte, mientras que otras partes de la misma se perdieron.
Una de estas piezas es la figura encontrada por Kevin Duckett, quien se la llevó a su casa de Fleckney, en el condado de Leicestershire, la limpió y contactó con el agente de enlace, la figura policial a la que se deben reportar este tipo de hallazgos, antes de iniciar su propia investigación.
Según esta investigación, la figura representaba al rey Enrique VI, el último monarca de la casa de Lancaster, derrotada por los York en la Guerra de las Dos Rosas. A Enrique VI se le atribuían varios milagros y estaba en proceso de canonización cuando Enrique VIII rompió con la Iglesia de Roma; aun así, se le ha considerado como un santo no oficial.
La pista que condujo a Duckett a esta conclusión fue que la figura mostraba las siglas ‘SH’ en la base. Esto le hizo recordar un artículo que había leído sobre las modificaciones que Enrique VIII realizó en la corona de los Tudor, durante su reinado de 36 años.
Las cinco flores de lis (que simbolizan la realeza) que decoraban la corona estaban decoradas al principio con tres figuras de Cristo, una de San Jorge y otra de la Virgen y el Niño.
Tras su ruptura con la Iglesia de Roma, que no le permitía a Enrique VIII divorciarse de Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena, el rey ordenó quitar las figuras de Cristo y sustituirlas por las de los tres reyes santos de Inglaterra: San Edmundo, Eduardo el Confesor y Enrique VI.
Enrique VIII lució la corona en la ceremonia de su coronación, en 1509, y en su boda con Ana de Cléveris, su cuarta esposa, en 1540.
La pieza fue usada también en las coronaciones de sus hijos, Eduardo, María e Isabel, y, posteriormente, también en las de Jacobo I y Carlos I, quien la lleva en su retrato realizado por el pintor Daniel Mytens en 1631.
El propio Carlos I se llevó la corona en su huida de Oliver Cromwell tras la Batalla de Naseby (1645), en la que atravesó la zona donde ahora se ha encontrado la figura de oro. Una de las teorías es que la pieza se perdiera durante la fuga o que el rey ordenara enterrarla para evitar que cayera en manos de los partidarios de Cromwell.
En 2012, un grupo de expertos de Historic Royal Palaces, una organización benéfica independiente que gestiona algunos de los palacios desocupados del Reino Unido, crearon una réplica de la corona (en la imagen), a partir del retrato pintado por Mytens, para exhibirla en el Palacio de Hampton Court, donde residía Enrique VIII.
Duckett había visto un vídeo de la réplica y se había fijado en las pequeñas figuras que decoraban la corona, pero no estaba seguro de haber encontrado una de las originales. Así que fue a ver la corona al palacio, donde confirmó que, efectivamente, había encontrado una de las figuras de la corona original.
Según Lucy Worsley, conservadora jefe de Historic Royal Palaces, “es una excelente noticia que, tras siglos enterrada, haya aparecido de nuevo esta pequeña figura de oro”.
La pieza ha sido depositada en el Museo Británico.