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Estados Unidos está reduciendo su producción de oro respecto a los dos años anteriores

Camión de transporte de tierra en la mina de Carlin (Nevada, EEUU)

La producción de oro de los Estados Unidos ha estado cayendo de forma significativa durante los últimos meses con respecto a las cifras registradas en los años anteriores. La reducción de la concentración del mineral y la ausencia de nuevos descubrimientos importantes son las principales causas.

Los últimos datos publicados por el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), correspondientes al pasado mes de agosto, revelan que la producción de todas las minas de oro situadas en territorio estadounidense fue de 14,8 toneladas. Una cifra que es casi un 10% inferior a las 16,4 toneladas que se produjeron en el mes de agosto de 2020.

La última vez que se superaron las 17 toneladas mensuales de oro fue en diciembre de 2019.

Estados Unidos fue el cuarto mayor productor de oro en 2020, con 193 toneladas, por detrás de China (380 Tm), Australia (320 Tm) y Rusia (300 Tm), y por delante de Canadá (170 Tm).

Nevada (el primero, con diferencia) y Alaska son los dos mayores productores de metal dentro de la unión. Otros estados productores son Arizona, California, Colorado, Idaho, Michigan, Nuevo México, Carolina del Sur, Dakota del Sur y Utah.

La producción de oro por parte de los Estados Unidos está experimentando una tendencia descendente: en los ocho primeros meses del año fue de 119 toneladas, un 17,5% menos que en el mismo periodo de 2020, que se cerró con las citadas 193 toneladas (ver tabla).

Según los datos del USGS, en 2019, la producción total de oro en EEUU fue de 200 toneladas; en 2018 se extrajeron 226 toneladas; y 2017 fue el mejor de los últimos años, con 237 toneladas de oro.

En cuanto a las causas de este declive progresivo de la producción del metal precioso, son comunes a las que se registran en muchos otros países productores del mundo: una disminución de la concentración de oro en el mineral extraído; la escasez o ausencia de descubrimientos de nuevos yacimientos que sustituyan a los que se van agotando; el aumento del coste de extracción del metal, debido a que hay que alcanzar profundidades superiores para llegar a los yacimientos; y el aumento de los costes de exploración, que complica el descubrimiento de nuevas minas.

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