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Formación financiera ¿para jóvenes o para no tan jóvenes?

Desde muchas entidades financieras y aseguradoras se vienen desarrollando acciones encaminadas a formar financieramente a nivel básico a niños y jóvenes. Conceptos como ingresos, gastos, interés, cuentas corrientes, etc., se explican de forma amena, sencilla y directa a los niños con la buena intención de poder enfrentarse más adelante a estos conceptos cuando comiencen en su vida laboral o profesional.

Entendemos como válido, correcto y bienintencionado esta labor… pero, hemos visto en los últimos tiempos situaciones de abusos, malas prácticas y engaños, amparados en el desconocimiento, incultura financiera y comunicaciones demasiado técnicas que llevan a no conocer realmente qué es lo que se está contratando, sufrido por mayores y no tan mayores.

Yo me pregunto, ¿un licenciado de una disciplina no relacionada con económicas o empresariales… tiene conocimientos suficientes para, por ejemplo, calcular sus gastos fijos, contratar algún producto financiero para rentabilizar sus picos de tesorería, o es capaz de hacer un plan de negocio? Recuerdo un ejemplo propio, en la licenciatura de Ingeniería Química, sólo había una asignatura llamada Economía Industrial, que por supuesto no tenía nada que ver con lo anteriormente referido.

Un alumno que haya terminado un ciclo formativo superior, ¿conoce al menos de forma básica qué tiene que hacer para poder trabajar, o conoce cuáles son sus derechos como trabajador asalariado o como autónomo dependiente, por ejemplo?

Voy a poner un ejemplo para que Vd., lector piense y conteste para sí y evalúe su formación financiera:

Imagínese que ha sido el afortunado en un premio de lotería y le ofrecen dos opciones:

-Un capital único de 240.000 euros o

-Un pago de 2.000 euros al mes durante 10 años.

¿Con cuál se quedaría? Confíe en mí, no es lo mismo aunque lo parezca.

En un próximo artículo, le daré la solución.

Independientemente de que hay que hacer labor educativa desde la infancia, hay muchas lagunas formativas en las personas que tienen que tomar el relevo a las generaciones productoras actuales. Por eso, son bienvenidas todas las iniciativas de formación y concienciación orientadas a las personas susceptibles de ser clientes de entidades financieras, aseguradoras o de inversión alternativa. Conocer supone tener capacidad de discernir lo correcto de lo que no lo es.

Creo que las entidades que ofrecemos asesoramiento en inversiones (de cualquier clase) tenemos una obligación moral de educar financieramente a los clientes presentes y potenciales, de forma que cuando tomen la decisión de realizar una inversión, lo puedan hacer conociendo todos los pros y contras de la misma.

El hecho de seguir posponiendo la entrada en vigor de la normativa MIFID II, se entiende sólo si el motivo es dar tiempo a los intervinientes en el mercado a formarse a nivel aceptable para poder trasmitir información veraz de los productos y servicios ofertados, con una formación certificada adecuadamente. Aunque creo que ya ha habido tiempo más que suficiente. Formar cuesta dinero y hay que hacer inversiones importantes, pero hay que tener una visión de medio y largo plazo. Al final, la formación adecuada es rentable, siempre.

Hasta pronto.

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