Puede que algunos lectores recuerden el estrambótico personaje de cómic francés “Iznogud”, creado por René Goscinny en 1962, aquél visir de Bagdad que “quería ser califa en lugar del califa”, desplazando de su tranquilo y bondadoso mandato a Harún El Pussah. Pues bien, ha surgido un personaje, en este caso estadounidense, empresario, banquero y enemigo de la Reserva Federal, John Allison, que ahora aspira a ser “presidente en lugar de la presidenta”. Es decir, a ocupar la todopoderosa poltrona de la Fed cuando finalice el mandato de Janet Yellen.
La verdad es que la trayectoria ocupacional de Mr. Allison no ha sido hasta ahora todo lo efectiva que se había trazado, ya que este exbanquero y director ejecutivo de la BB&T Bank y CEO del Cato Institute de Washington había puesto sus miras dentro del futuro gabinete de Donald Trump al que apoyó en su campaña electoral desde el primer día. Concretamente, aspiraba a ser nombrado nada menos que Secretario del Tesoro de Estados Unidos, ya que su magnífico pasado al frente de la entidad bancaria privada con excelentes resultados durante la crisis financiera de 2008 le daba alas para intentar el asalto a la Secretaría de Estado que controla los “dineros” estadounidenses. Pero el intento de colocarse en el lugar del actual Jack Lew no fructificó ya que el futuro presidente de Estados Unidos “pagó” con ese cargo por los servicios prestados a Steven Mnuchin, antiguo ejecutivo de la firma Goldman Sachs.
Una lástima, ya que John Allison es un gran defensor del regreso al patrón oro y al estándar estricto del oro como dinero físico frente al dinero fiat.
Pero Allison no desfallece y, pese a que siempre ha defendido que la Reserva Federal debería cerrarse en pro de mayores y más libres ciclos económicos con menos presión, ha seguido moviendo los hilos para que su figura sea considerada para ocupar otras posiciones administrativas, entre ellas posiblemente la de la Fed. Entre otras razones por que mantiene su planteamiento de acabar con la discrecionalidad del banco central norte americano sobre los tipos de interés. Quiere obligar a la Fed a cumplir estrictamente con la “Regla de Taylor”, que es una fórmula que determina cuál debe ser la tasa de interés, basada en otros factores económicos.
En cuanto a volver al oro como base económica, ha de pasar primero por retomar la condición del metal precioso como “dinero de curso legal”. Ello no estaría ni muchos menos enemistado con la circulación de dinero papel o dólares electrónicos, que seguirían siendo utilizados junto al oro en la medida en que la gente quisiera utilizarlos. Tanto el dólar como el oro serían moneda de curso legal para el pago de todas las deudas, públicas y privadas. Con el fin de estabilizar el valor del oro (y del dólar), el comercio apalancado sería ilegal, según las estimaciones del Sr. Allison.
Según el analista Avery B. Goodman, “al monetizar el oro, tendríamos lo mejor de ambos mundos. Habría un aumento automático de una sola vez en la oferta de dinero sin recurrir a medidas de destrucción de la confianza como la impresión de dinero. El aumento probablemente no sería utilizado para la especulación en el mercado de valores.”
Para John Allison, además, desde la Fed apostaría a que el oro podría servir como el amortiguador que se estabiliza contra los grandes auges inducidos por la economía del dólar fiat.