El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, le tiene “declarada la guerra”, al menos la comercial, al régimen islamista de Irán presidido por Hasan Rohani. Ahora, la última andanada está dirigida hacia el mercado del oro, metales preciosos y divisas.
Estados Unidos quiere conseguir que Irán no pueda comprar dólares ni comerciar con oro y metales preciosos. También quiere prohibir el comercio con determinados metales, materias primas y software industrial.
Todo ello como consecuencia de la decisión tomada por Donald Trump, el pasado 8 de mayo, de romper unilateralmente el acuerdo de Viena de 2015 (acuerdo firmado por Estados Unidos con Barak Obama como presidente, China, Rusia, Francia, Alemania y Reino Unido), cuyo fin era impedir que Irán construyera una bomba atómica.
Esta ruptura estadounidense supone que las sanciones norteamericanas que fueron levantadas con el acuerdo de Viena volverán a entrar en vigor.
Realmente, a Trump le preocupa casi más que la elaboración de bombas atómicas, limitar la influencia de Teherán en la región, donde está implicado en numerosos conflictos: apoya al presidente Bashar al Assad en Siria, a la milicia shií Hezbolá en Líbano, a Hamas en la Franja de Gaza, a grupos shiíes en Irak y a los rebeldes hutíes en Yemen.
En una primera fase de sanciones y boicot comercial, Estados Unidos quiere conseguir que Irán no pueda comprar dólares ni comerciar con oro y metales preciosos. También quiere prohibir el comercio con determinados metales, materias primas y software industrial.
No cabe duda de que estas sanciones empeorarán aún más la situación económica en Irán. Según el profesor Richard Nephew de la Universidad de Columbia, en Nueva York, autor de “El arte de las sanciones”, cree que Trump quiere con ello que los problemas económicos, inflación y desempleo, hagan crecer el descontento del pueblo iraní, aumentando así la presión sobre el Gobierno de Teherán
El presidente iraní Hassan Rohani, ha reaccionado al boicot y a las sanciones, amenazando con cerrar el estrecho de Ormuz y bloquear así las exportaciones de crudo internacionales en el golfo Pérsico.
Por otra parte, según informaciones emitidas a través del Canal 24h de Televisión Española, las sanciones más importantes serán las que comiencen el próximo 4 de noviembre, que afectarán al sector petrolero y gasista y al banco central iraní, los analistas aseguran que esta primera batería también tendrá impacto en la ya renqueante economía persa.
Trump ha insistido en que la reimposición de sanciones busca “frenar las actividades malignas” del régimen iraní y abrir una vía hacia “la prosperidad del pueblo iraní”.
Para tratar de mitigar los daños que puedan causar las sanciones, Teherán ha presentado un plan para suavizar las restricciones a la compraventa de divisas que impuso en abril, una flexibilización con la que intenta frenar el hundimiento de la divisa iraní, el rial, que ha perdido la mitad de su valor en estos últimos cuatro meses.
A partir de la retirada de Estados Unidos del acuerdo de Viena, empresas y ciudadanos iraníes han tratado de poner a salvo su capital y ahorro invirtiendo en divisas y valores-refugio como el oro, lo que ha derivado en el desplome del rial frente al dólar y la fuerte subida de la inflación.
Ante esa delicada situación económica el régimen de los ayatolás abrió la mano a la ciudadanía afirmando que “no habrá ningún límite para traer oro o divisas a Irán”.
El oro, tanto en lingotes, monedas o joyería, y otros metales preciosos, se posicionan una vez más como valores refugio ante situaciones graves de crisis económica, política y social.