En la última década, el número de personas que visitan Japón se ha multiplicado por dos veces y media. La cifra de turistas bate récords cada año. Semejante incremento ha obligado a extremar las medidas de seguridad en los aeropuertos japoneses para evitar el contrabando de oro y de sustancias prohibidas, ya que los agentes de aduanas se encuentran desbordados.
Como señalan desde Nikkei Asian Review, este crecimiento ha obligado a incrementar y mejorar los controles de seguridad, lo que ha llevado a adoptar tecnologías más sofisticadas, personal especializado y la creación de redes internacionales para compartir información.
En apenas dos años se van a celebrar los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, además de diversas conferencias internacionales y eventos, que pondrán a prueba las medidas antiterroristas y de control aduanero de Japón.
A ello contribuye también la tecnología: Japón cuenta ya con 16 puntos de inspección con avanzados dispositivos de rayos X capaces de examinar contenedores de 12 metros de largo sin necesidad de abrirlos. Un equipamiento que permite a las autoridades aduaneras detector anomalías en cargamentos en un tiempo récord de 15 minutos, frente a las dos horas que se emplearía en una inspección ordinaria.
En el caso del contrabando de oro, una de las claves está en la mejorar los mecanismos para compartir la información con las autoridades de otros países, en especial con los países desde los que se envían los cargamentos ilegales.
Este fenómeno se ha incrementado en los últimos años, debido a que el país grava la venta minorista de artículos de oro con un impuesto del 8%, lo que significa que los bienes introducidos de contrabando en Japón se revalorizan un 8% nada más atravesar la frontera.
Está previsto, además, que este impuesto se incremente al 10% en 2019, por lo que será necesario aumentar también la vigilancia sobre el contrabando de oro.
El pasado mes de abril se endurecieron las penas contempladas en la ley para casos de contrabando de oro. Y desde el comienzo del año fiscal 2017 se han instalado detectores de metal en todos los aeropuertos, para verificar el contenido de los equipajes de los viajeros con destino a Japón. De hecho, las autoridades japonesas no descartan la posibilidad de realizar entrevistas personales a los viajeros cuya conducta resulte sospechosa.