Aunque la impresión de la mayoría de analistas e inversores es que la actuación del oro durante el pasado año 2021 fue para olvidar, con una caída de casi un 4% en su precio durante esos 12 meses, existen interpretaciones mucho más optimistas, que ponen en valor al metal precioso en la actual coyuntura económica.
Uno de los que consideran el vaso medio lleno, a pesar de la decepcionante actuación del oro durante 2021, es Joe Foster, gestor de inversiones en oro de Van Eck.
En un reciente informe de esta compañía de inversiones, Foster reconoce que, a pesar de que durante el año pasado cayó el precio del oro por primera vez desde 2015, hay lecturas positivas, como el hecho de que el metal logra establecer un nuevo suelo en torno a los 1.800 dólares la onza.
“Las múltiples incertidumbres y riesgos que ha traído consigo la pandemia, junto con las políticas fiscales y monetarias radicales, han elevado el oro a nuevas alturas, mientras los inversores persiguen la seguridad. Desde que tuviera lugar el crash de la pandemia, en marzo de 2020, el precio del oro ha promediado los 1.817 dólares la onza”, destaca Foster.
Aunque la subida de la inflación en Estados Unidos, que alcanzó una tasa anual del 7% el mes pasado, debería haber conformado un entorno favorable para el oro, Foster señaló que el metal precioso se ha enfrentado a importantes factores en contra durante el año pasado.
“Aunque creemos que la tardía reacción de la Reserva Federal a la inflación puede haber sido insuficiente, los mercados parecen tener una confianza ciega en la capacidad de la Fed para manejar la economía”, apunta el gestor de Van Eck.
Además, el oro se ha enfrentado a una racha de subida del dólar, valoraciones récord en los mercados de capitales y un enorme apetito por las criptomonedas, lo que puede haber despistado a los inversores, “quienes, en una fiebre como ésta, carecen de la sensación de riesgo y no encuentran sentido en invertir en un activo refugio”.
A pesar de que el oro no ha logrado capitalizar aún la subida de la inflación, Foster cree que aún hay tiempo para que el metal alcance al resto de commodities.
“Solo se han registrado dos periodos inflacionarios durante los últimos 50 años. El primero tuvo lugar en los años 70 y el segundo, entre 2003 y 2008. En cada uno de ellos, el oro estuvo por debajo de la revalorización del resto de las commodities durante la primera mitad del periodo, y las superó en el segundo. Parece que los mercados no se van a tomar la inflación (o el oro) demasiado en serio hasta que demuestre ser intratable”, explica Foster.
En su opinión, la inflación va a seguir siendo alta, a causa de la subida de los precios en el mercado inmobiliario, la competencia entre las empresas en un mercado laboral muy ajustado y la subida de los precios de los alimentos.
Pese a ello, la política monetaria de la Reserva Federal sigue siendo el factor más significativo que va a influir en el precio del oro. En estos momentos, los mercados esperan que la Fed endurezca su política monetaria para este año, con la posibilidad de hasta cuatro subidas de tipos de interés, la primera en marzo, y la expectativa de que reduzca su balance antes de final de año.
Una postura que, para el analista de Van Eck, puede resultar demasiado agresiva: “la Fed tiene un largo historial de no complicarse la vida durante demasiado tiempo. Esto ha provocado serios problemas a la economía del país, como sucedió con el estallido de las burbujas de las tecnológicas y de las inmobiliarias. Esta vez tenemos una burbuja de todo e inflación”.
Como recuerda Foster, el banco suizo UBS ha analizado la actuación del oro en los seis meses anteriores y posteriores a cada una de las tres primeras subidas de tipos de cada ciclo, en 1999, 2004 y 2015 y concluyeron que el oro bajó entre un 5 y un 10% en los seis meses anteriores a cada subida inicial, y ganó entre el 10 y el 20% en los seis meses posteriores.
“Puede que la débil actuación del oro en 2021 sea su comportamiento habitual antes de las subidas de tipos. Si es así, 2022 debería ser un año muy interesante”, concluye.