Los funcionarios del gobierno de Donald Trump concluyeron la pasada semana que una propuesta explotación de una mina de oro y cobre en Alaska, que sería la más grande de América del Norte, no representaría riesgos ambientales serios, lo que supondrá una fuerte reversión de un hallazgo de la administración de Obama según el cual los trabajos mineros dañarían permanentemente el preciado salmón rojo de la región.
El cambio oficial sobre el muy disputado proyecto personifica la línea que ha llegado a definir la política medioambiental bajo la presidencia de Donald Trump, quien desmanteló metódicamente muchas de las acciones de su predecesor Obama sobre el cambio climático, conservación y la contaminación, según cuentan Julieta Eilperin y Brady Dennis del periódico estadounidense “The Washington Post”, radicalmente contrario a la política actual de la Casa Blanca.
En un análisis ambiental final obtenido por “The Washington Post”, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos descubrió que “Pebble Mine”, que apunta a un depósito de oro, cobre y otros minerales con un valor de hasta 500 mil millones de dólares, «no se espera que tenga un efecto medible en los peces en la cuenca de la Bahía de Bristol, que es la mayor pesquería de salmón rojo del mundo”. La administración Obama, que analizó múltiples escenarios posibles de proyectos, concluyó en 2014 que la posibilidad de una mina importante en el área podría causar daños irreparables.
La amarga lucha por la mina ha durado casi dos décadas. Detenido bajo la última administración, el proyecto ha sido acelerado bajo Trump, como recordaba a principios de mes “Oroinformación”, y está listo para obtener la aprobación federal final para fin de año. Pero una coalición de residentes locales y grupos ecologistas nacionales desafiarán el permiso en los tribunales, y la próxima administración podría bloquearlo una vez más si los demócratas ganan la Casa Blanca en el otoño.
Marcella Burke, quien se desempeñó como una de las principales abogadas de la Agencia de Protección Ambiental y el Departamento del Interior de Trump y ahora es socia de King & Spalding, dijo que el sector privado ha llegado a esperar este tipo de balanza regulatoria. «Entre administraciones obtendrás resultados diferentes«, dijo. «Esa es la realidad, especialmente en lugares como Alaska«.
Si se construye la operación minera propuesta transformará un área que ahora está dominada por una pesquería de salmón comercial, recreativa y de subsistencia de 1,4 mil millones de dólares. La compañía canadiense detrás del proyecto, Northern Dinasty Minerals Ltd, cuyo CEO y presidente es Ronald Thiessen, está planteando la explotación de una mina que abarcará más de 13 millas y requerirá la construcción de una planta eléctrica de 270 megavatios, una tubería de gas natural, una carretera de doble carril de 82 millas, instalaciones de almacenamiento elaboradas y el dragado del puerto en Iliamna Bay. Los camiones harían más de una docena de viajes de ida y vuelta al día para transportar los minerales, que serían alimentados a través de la planta de procesamiento a un ritmo de 180.000 toneladas por día.
Northern Dynasty y Pebble Partnership han invertido más de 150 millones de dólares durante siete años para crear una de las bases de datos ambientales más extensas jamás reunidas para un proyecto de desarrollo de recursos en América del Norte.
Las áreas estudiadas incluyen clima, hidrología de aguas superficiales y subterráneas, calidad del agua, humedales, hábitat de peces y acuáticos, vida silvestre y hábitat terrestre, uso de la tierra y el agua, socioeconomía y subsistencia. Esta base de datos sustancial se ha utilizado ampliamente en el diseño de ingeniería y se utilizará para informar el próximo proceso de permisos y el desarrollo de una Declaración de Impacto Ambiental.
Foto portada Bristol Bay