La crisis que están sufriendo las criptomonedas a raíz de la quiebra de la compañía FTX está dando la razón a quienes alertaban sobre los riesgos de un activo digital que carecía de respaldo alguno y sostenían que el bitcoin no podría nunca reemplazar al oro físico como activo refugio.
En un post publicado en el blog de Money Metals, Stefan Gleason repasa el desplome de los mercados de criptodivisas tras el colapso de FTX, una de las principales bolsas. Ante una oleada de solicitudes de retirada de dinero por parte de los clientes, esta compañía anunció que tenía problemas de “liquidez”.
Su rival Binance se ofreció inicialmente a facilitar un rescate de emergencia. Pero tras una investigación de las finanzas de FTX, Binance concluyó que “los problemas están más allá de nuestro control o capacidad de ayuda”.
Como expone Gleason, esos problemas incluyen la malversación generalizada de fondos en las cuentas de los clientes: “FTX se había promocionado específicamente como una plataforma segura y protegida. Resulta que esta compañía puede haber estado jugando un juego de confianza en una industria plagada de estafadores que atraen a los incautos con promesas de riquezas digitales que en última instancia se basan en nada”.
Tras el colapso de FTX, el precio del bitcoin se desplomó a un mínimo de dos años. La principal criptomoneda ha caído un 75% desde su máximo histórico. Sus promotores insisten en que esta caída es una gran oportunidad de compra. Sin embargo, los detractores sostienen que el ajuste de cuentas en los mercados de criptomonedas está lejos de haber terminado. Dicen que la mayoría de estas monedas digitales carecen intrínsecamente de valor y que la confianza, que ahora se está erosionando rápidamente.
Como señala Stefan Gleason, “por supuesto que el bitcoin tiene el potencial probado de generar movimientos explosivos al alza. Pero si su próximo gran movimiento es duplicar su precio o reducirse a la mitad es puramente una cuestión de especulación. Los mercados de criptomonedas han tendido a mostrar una fuerte correlación con el mercado de valores (el sector tecnológico en particular), pero con una volatilidad amplificada”.
En efecto, las criptomonedas han mostrado una menor correlación con los mercados de divisas y metales preciosos. Incluso cuando el bitcoin se desplomó un 25% la semana pasada, el precio del oro subió un 20%.
En cualquier caso, Gleason es muy claro: “cualesquiera que sean los méritos de especular con el Bitcoin, no es un sustituto del dinero. El bitcoin no es oro digital”.
El metal precioso ha evitado en gran medida la volatilidad de las ventas de las criptomonedas y la renta variable en los últimos meses.
Aunque los precios del oro se mantienen en un rango estrecho, recientemente han comenzado a recuperarse de sus mínimos, superando el nivel de 1.700 dólares la onza esta semana. La plata ha subido con más fuerza, lo que podría ser una señal de fortaleza para el oro.
Según Gleason, los metales preciosos mantenidos en forma física aíslan a los inversores de los riesgos de contrapartida asociados a los activos digitales y financieros. “El colapso de FTX podría ser el ‘canario en la mina de carbón’ que advierte de los riesgos más amplios no sólo en las bolsas de criptomonedas, sino en las bolsas de futuros, las bolsas de valores y el propio sistema bancario. El ritmo agresivo de las subidas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal y la consiguiente volatilidad en los mercados de deuda y de acciones podrían plantear pronto problemas de liquidez en las principales instituciones financieras. Cualquier gran empresa altamente apalancada que no se prepare adecuadamente para los crecientes factores de riesgo podría tener problemas de forma repentina y sin previo aviso”, advierte.