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La crisis de Zimbabue y Venezuela demuestra que el oro es el mejor refugio

El precio del oro es susceptible a los cambios en la política internacional. Cuando se producen crisis, los inversores tienden a proteger su patrimonio aumentando sus inversiones en oro y reduciendo sus posiciones en activos de mayor riesgo. Es el llamado efecto refugio.

En estos días, la política internacional cuenta con dos importantes puntos de crisis: Zimbabue y Venezuela. La situación que se da en ambos países demuestra, según explican en el blog Zero Hedge, que el oro es el mejor refugio.

Zimbabue vive una situación convulsa tras el golpe de estado que busca derrocar al nonagenario presidente Mugabe y erradicar la corrupción imperante en el Gobierno. Venezuela declaró la pasada semana la suspensión de pagos de su deuda internacional y está liquidando sus reservas de oro mediante la contratación de swaps con diversos bancos.

En ambos países reina la hiperinflación y escasean los alimentos y los medicamentos más básicos. Una situación que, en conjunto, afecta a 47,5 millones de personas. Sin embargo, tanto Mugabe como Maduro niegan la situación. El primero no ha encontrado mejor solución para la hiperinflación que prohibirla. Para el segundo, todo es culpa de la propaganda imperialista.

A ambas situaciones se ha llegado por medio de una desastrosa gestión de los abundantes recursos naturales (el petróleo en Venezuela, los minerales en Zimbabue) y de la política monetaria. Y sirven para ejemplificar lo que deben hacer los ciudadanos para evitar el peligro derivado de este tipo de gobiernos.

En 2008, Zimbabue sufrió el segundo episodio de hiperinflación más grave de la historia, cuando alcanzó los 89.700 trillones %. La solución del Gobierno fue sustituir la divisa local por el dólar. Sin embargo, los bancos cada vez tienen menos billetes y se ha limitado la retirada de efectivo. El valor de los bonos impresos para paliar esta escasez ha sufrido una importante caída en los cambios del mercado negro.

La situación actual se parece cada vez más a la de 2008: la tasa mensual de inflación en Zimbabue es del 77%, y la anual, el 348%. El país tiene pagos pendientes por valor de más de 500 millones de dólares a proveedores extranjeros de combustible y suministros médicos. La producción agrícola se ha desplomado: en 1990 se produjeron más de 325.000 toneladas de trigo; en 2016, apenas 20.000.

La tasa de desempleo es del 95% y los ciudadanos tratan de proteger sus ahorros retirándolos del banco e invirtiendo en activos reales, porque temen quedarse sin ellos.

En el caso de Venezuela, la situación es similar. El país fue el más rico de Hispanoamérica, gracias a la abundante producción petrolífera pero, a día de hoy, es incapaz de pagar su deuda, hasta el punto de que ni con una prórroga de 30 días puede afrontar un pago pendiente de 280 millones de dólares.

Mientras tanto, el valor del bolívar se está desplomando. En diciembre de 2016, el billete de 100 bolívares, el de más alta denominación (que valía alrededor de dos centavos de dólar) se retiró de la circulación y se presentaron nuevos billetes de 500, 1.000, 2.000, 5.000, 10.000 y 20.000 bolívares

Más recientemente, el Gobierno de Maduro presentó el nuevo billete de 100.000 bolívares, que obligará a eliminar los de menor denominación. De momento, los venezolanos solo están autorizados a retirar entre 10.000 y 20.000 bolívares diarios (entre tres y seis dólares, según el cambio en el mercado negro). Según el cambio oficial, 20.000 bolívares apenas son 50 centavos.

La solución propuesta por Maduro es eliminar el dinero físico, lo que aún va a ser peor para los ciudadanos, que solo podrán sentarse a esperar que el dinero que tienen en el banco se evapore del todo, ya que ni siquiera podrán retirar el dinero para cambiarlo por divisas extranjeras.

Aunque en los países occidentales no se prevén situaciones tan catastróficas como las que sufren en Venezuela y Zimbabue, desde Zero Hedge reflexionan sobre lo que ocurriría con las inversiones o los planes de pensiones.

La moraleja está clara: hay que diversificar las inversiones y mantener parte de la cartera alejada del dinero en efectivo y del sistema bancario. En este sentido, el oro es una de las mejores alternativas: su posesión física permite al inversor acceder a él cuando sea necesario. No se devalúa ni su comercio puede ilegalizarse. Es una divisa que trasciende las fronteras y escapa al control de los gobiernos.

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