El temor a una recesión económica global o la incertidumbre política van a mantener viva la demanda de oro de inversión, lo que permitirá que el precio del metal alcance los 1.600 dólares la onza durante el próximo año 2020.
En su último informe, el banco de inversión estadounidense Goldman Sachs ha mantenido sus estimaciones de precio del oro a tres, seis y 12 meses en los 1.600 dólares la onza, apoyándose en un aumento de la demanda de inversión motivado por los temores a una recesión y a la incertidumbre geopolítica global.
En lo que llevamos de 2019, el precio del oro ha crecido un 14% y va camino de registrar su mayor incremento anual desde 2010, aunque aún se encuentra un 6% por debajo de los 1.557 dólares la onza que alcanzó a primeros de septiembre, su máximo en seis años.
Según el informe de Goldman Sachs, esta caída del precio del oro se debe al aumento del apetito de los inversores por el riesgo, provocado por una relajación de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, y las positivas cifras del mercado laboral estadounidense.
Sin embargo, “sin una importante aceleración del crecimiento, los temores de recesión van a seguir siendo altos, apoyados por una baja tasa de desempleo y la inversión de la curva de rendimientos”, apunta el informe del banco estadounidense, que constata también el aumento de los ahorros familiares en los principales países desarrollados, lo que debería aumentar la demanda de activos defensivos como es el oro.
El banco también predijo una pequeña depreciación del dólar estadounidense, lo que debería abaratar el oro para los inversores en otras divisas durante 2020. También esperan que se prolongue la incertidumbre política, debido a la continuación del enfrentamiento comercial entre China y los Estados Unidos, y a la celebración de las elecciones presidenciales estadounidenses, lo que debería incrementar la demanda de oro.
Esta incertidumbre geopolítica ya se está trasladando a una mayor demanda de oro: según Goldman Sachs, 2019 volverá a ser un año récord para los bancos centrales globales, cuyas compras se elevarán a 750 toneladas de oro.
“Es probable que el año que viene veamos unas compras ligeramente menores a las de 2019 por parte de los bancos centrales, pero la cifra va a seguir siendo elevada, debido a la alta incertidumbre geopolítica, el bajo nivel de intereses a escala global y el bajo porcentaje que aún representa el oro en las reservas globales de muchos bancos centrales del mundo”, apunta el banco de inversión.
Según Goldman Sachs, los inversores deberían diversificar sus carteras añadiendo oro a los bonos a largo plazo: “aunque el oro no puede reemplazar por completo a los bonos del tesoro en una cartera de inversión, sigue siendo muy recomendable reasignar una parte de la inversión en bonos al oro, activo que va a seguir registrando una importante demanda por su carácter de refugio”.