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La demanda de oro sigue creciendo y el suministro comienza a caer

El oro sigue actuando como un elemento indispensable en las carteras de inversión como elemento de protección. Los expertos señalan que una cartera bien diversificada debe tener entre un 10 y un 12,5% de su inversión en oro, que contribuirá a suavizar las caídas que puedan ocasionar algunos de los activos, como ha sucedido recientemente con los mercados de capitales o el bitcoin.

Tanto las acciones como el bitcoin son susceptibles de sufrir nuevas caídas, y es posible que incluso arrastren con ellos al propio oro, ya que los inversores buscarán la liquidez perdida en las otras inversiones. Pero como se demostró en circunstancias similares entre los años 2008 y 2009, su caída no va a ser, ni de lejos, tan aguda como la del resto de activos, y la recuperación será mucho más rápida.

Es la opinión del experto en metales preciosos Lawrie Williams, en Sharps Pixley, quien asegura que esta circunstancia constituye también una ocasión única para que los inversores aprovechen para comprar oro.

Según Williams, en términos de suministro y demanda, los fundamentos del oro son muy positivos: la demanda continúa creciendo, especialmente en los mercados asiáticos, los más activos del mundo, y se empieza a advertir un retroceso en la producción mundial de oro, del que ya han alertado desde la propia industria.

“La combinación de ambos factores es lo que convierte al oro en una inversión atractiva a medio y largo plazo. E incluso a corto plazo, los analistas coinciden en que es probable que el precio del oro siga subiendo durante este año, señala Williams.

En su artículo, el analista explica cómo el oro sigue fluyendo desde Occidente hacia Asia y Próximo Oriente, apoyado por una actitud muy diferente entre los inversores en oro de ambos hemisferios: mientras en Occidente la actitud de los inversores es negociar para obtener ganancias a corto plazo, en Oriente el oro sigue contemplándose como un depósito de valor y un elemento protector frente a la devaluación de la moneda y a la siempre presente inflación.

Además, el crecimiento de la población es mucho mayor en los países asiáticos, con lo que ello conlleva de mejora de la situación financiera. En cambio, en Occidente, el ascenso de las clases trabajadoras a clases medias ya está hecho en su mayor parte y las necesidades de las clases medias en términos de acumulación de riqueza y necesidad de protección son muy diferentes a las de los consumidores de oro asiáticos.

Como señala Lawrie Williams, la población de China es cuatro veces la de los Estados Unidos. Según datos de McKinsey, para 2022, el 76% de la población urbana de China estará incluida en la clase media. Solo esa cifra ya es superior al total de la población estadounidense.

La mayoría de estas familias reservarán un porcentaje de sus ingresos mensuales para adquirir pequeños lingotes de oro e ir constituyendo su ahorro de esta manera. A ello contribuyen los bancos, facilitando la compra de oro en prácticamente todas las sucursales.

En parte de Asia y Oriente Próximo, las familias suelen acumular joyas de oro como fórmula de inversión, una práctica que es desconocida en Occidente.

Otra prueba de esta tendencia del oro de fluir de Occidente a Oriente es, según Williams, las exportaciones de oro de Suiza: el 80% del volumen tiene como destinatarios Asia y Oriente Próximo. Las refinerías de oro suizas son la principal vía para convertir el doré (oro sin purificar) que reciben de las minas de oro de todo el mundo y los lingotes de gran tamaño importados de los depósitos de oro del Reino Unido en los pequeños lingotes que constituyen la principal demanda de los consumidores de Oriente.

De hecho, las refinerías suizas procesan alrededor de dos tercios del oro que se extrae anualmente en el mundo. Un porcentaje que está disminuyendo debido a la pujanza de nuevas y competitivas refinerías en Oriente Próximo, India y China, aunque el sello de calidad de Suiza constituye una garantía en todo el mundo.

En opinión de Williams, tan solo esta demanda procedente de Oriente serviría para mantener en funcionamiento la industria mundial del oro. A ella hay que añadir una más que Digna demanda procedente del resto del mundo.

En cuanto a la producción, cada año se extraen alrededor 3.200 toneladas de oro, una cantidad que está comenzando a reducirse, debido a que la caída del precio del oro en 2012 provocó que las compañías mineras se viesen obligadas a realizar recortes en sus principales proyectos y en el área de explotación. Aunque países productores como Rusia, Australia y Canadá sigan incrementando su producción, la tendencia global es descendente.

“Hará falta tiempo y, probablemente, un precio del oro mucho mayor, para que la industria se recupere de esta caída de la producción”, apunta el analista.

Su conclusión es clara: el crecimiento de la demanda, especialmente entre las clases medias de países tan poblados como China y la India, junto con un declive de la producción mundial de oro procedente de las minas, va a presionar el balance suministro/demanda. Aunque ello no va a suponer un impulso para el precio del oro, al menos debería mantener la tendencia alcista durante los próximos años.

Y en el caso de que, como apuntan los expertos, los mercados de capitales sufran nuevas correcciones, los inversores recurrirán de nuevo al oro como valor refugio, lo que podría dar un nuevo impulso al precio.

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