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La estructura y el futuro del oro en la inversión y en el mundo monetario

El oro alcanzará en 2017 el precio más alto de su historia, según vaticina un artículo del investigador del mercado del oro Julian D. W. Phillips en la página web GoldForecaster.com.

El pasado día 11 de octubre de 2016, Julian D. W. Phillips, investigador especializado en el mercado del oro en GoldForecaster.com, publicó un interesante artículo en el que analizaba el futuro del metal áureo tanto en el mundo de la inversión como en el monetario propiamente dicho. Para este autor, a pesar de la bajada temporal de la valoración de este metal por debajo de los 1.250 dólares la onza, el oro alcanzará durante este ejercicio su precio más alto de la historia, y el valor de todas las monedas se verá asimismo incrementado al debilitarse frente al precio del metal áureo.

Para Phillips, pocas personas se dan cuenta de la realidad que se oculta tras el precio del oro. Para la mayor parte del público, dicho valor refleja el equilibrio entre la oferta y la demanda, y un 95% de dicho precio se debe a la misma, quedando un 5% como oferta marginal llevada al mercado por los productores en busca de compradores. Dicho 95% ha sido directamente contratado por los compradores a los mineros o refinadores del mineral, mientras que el 5% aparece en el mercado cuando aparecen necesidades inesperadas.

Este autor defiende que el mercado que define el precio del oro debe estar formado por los proveedores y compradores marginales. Por ello, los especuladores e inversores recurren a este mercado abierto en masa, cambiando las reglas del juego, en un porcentaje mayor al de otros mercados especulativos, dado que el mercado del oro es muy variado.

Los inversores acuden a este mercado cuando su precio se va a incrementar o a disminuir, buscando un beneficio a largo plazo. Existe asimismo la creencia de que el oro es un tipo de moneda a atesorar ante las crecientes dudas sobre el valor de las diferentes divisas nacionales, estando el oro en competencia con el papel moneda como una reserva de valor. Ello es debido a que, mientras el oro ha servido como patrón monetario durante miles de años, las actuales monedas fiduciarias solo se han independizado de su respaldo desde 1971.

En cuanto a los especuladores, acuden a este mercado para sostener su valoración y, con ello, obtener un beneficio a corto plazo, o para venderlo y comprarlo con posterioridad más barato. A menudo estos movimientos especulativos se producen por factores externos al propio mercado del oro, tales como las variaciones en los tipos de cambio de las diferentes monedas circulantes, las buenas o malas expectativas económicas a nivel mundial o las variaciones en los tipos de interés. Su objetivo es la obtención de un beneficio a corto plazo, en este mercado o en cualquier otro, y no tienen especial interés en la fortaleza subyacente de este metal.

La influencia del Comex

El autor define asimismo el COMEX (Commodity Exchange Inc) como un mercado financiero en el que no se encuentra el metal físicamente, sino que se hacen operaciones financieras por dinero en efectivo en contratos, que pueden ser a futuro u opciones. Solo en el caso en el que un comprador o vendedor solicite, en el momento de la firma del contrato, la entrega o suministro del oro a su finalización, éste aparece físicamente. En los demás casos, las pérdidas o ganancias en las que se incurran se liquidan en dinero efectivo.

Phillips afirma que el mercado físico del oro se encuentra sorprendentemente muy influenciado por el COMEX, dado que de alguna manera el primero ajusta sus precios al segundo, algo que no debería ocurrir salvo que hubiese un vínculo entre ambos mercados. Esto sucede cuando los bancos operan simultáneamente en ambos para impulsar los precios, lo que hace que otros inversores reaccionen a sus movimientos.

Pone el ejemplo de las posiciones tomadas por los especuladores a corto o a largo plazo en el COMEX para posteriormente acudir al mercado físico, normalmente en Londres, para negociar con OTC (Over-The-Counter Market), mercados físicos descentralizados, para con ello hacer rentables sus inversiones en el COMEX. Si son a corto plazo, venden el suficiente oro para bajar su precio, y en días tranquilos pueden realizar operaciones en ambos mercados para obtener ganancias.

En el año 2013 las posiciones a corto plazo del COMEX fueron contratadas en enormes cantidades, y masivas existencias de oro físico, 400 toneladas, fueron objeto de dumping y vendidas a inferior valor que su precio normal, lo que provocó que las pérdidas se interrumpieran y se atrajesen otras 600 toneladas adicionales al mercado de inversores reaccionando a la bajada de las cotizaciones. Estos movimientos supusieron una caída de casi un tercio en su valor, que alcanzó los 1.150 dólares la onza, una operación, según Phillips, muy rentable para los grandes bancos estadounidenses.

Al mantenerse desde este año los precios bajos, China y la Federación Rusa han podido adquirir grandes cantidades de oro con destino a sus bancos centrales a través de la Bolsa de Oro de Shanghai. Para el autor, con ello se ha mantenido el precio del oro bajo y se ha evitado que sea considerado una alternativa a otras monedas, límite que pone en 2.000 dólares para reflejar una pérdida de confianza en estas monedas.

El oro como moneda

La principal prueba del valor del oro como moneda se encuentra, según Phillips, en el hecho de que los bancos centrales continúan siendo los mayores depositarios de reservas de oro, dado que se considera un importante activo de reserva. Desde 1933 el mundo se acostumbró al dólar estadounidense como única moneda global, pero desde 1999 hasta el 2009, el Central Bank Gold Agreement lo reconoció como un importante activo de reserva.

Los bancos centrales nunca han dejado en realidad de considerar el oro como un garante de su moneda, como lo prueba el hecho de que mantienen gran cantidad de este metal en sus reservas. De hecho, un antiguo directivo del Bundesbank, Weber, declaró que el oro es «un contador del precio del oro». El oro no se mide por valores monetarios, sino que según el autor el oro mide los valores monetarios.

Phillips recoge una escena potencial que podría suceder por razones políticas, donde las diferencias entre los Estados Unidos y Arabia Saudí supone una amenaza, dado que la política norteamericana en Oriente Medio aún no acepta que la batalla sea entre los musulmanes chiíes y sunníes, no entre naciones individuales. Además, el aumento de los suministros de petróleo de los Estados Unidos a través de fracking (fracturación hidráulica), así como de otras fuentes, puede evitar su dependencia del petróleo importado. Rusia y Arabia Saudita parecen cooperar en la congelación o la reducción del precio del petróleo, por lo que el autor ve no sólo el precio del petróleo, sino el futuro de fracking directamente bajo el control de estas dos naciones.

Es probable que el futuro vea que la «guerra» del precio del petróleo se intensifique enormemente en la medida en que los Estados Unidos podrían querer proteger su propia industria petrolera, así como asegurar que se haga autosuficiente en el suministro de petróleo. La imposición de derechos sobre el petróleo importado protegerá la rentabilidad futura de los productores de petróleo de los Estados Unidos, a través de precios más altos, además de eliminar el control de los precios del petróleo estadounidense de productores externos como Rusia y Arabia Saudita. Esto también eliminará la necesidad de garantizar la seguridad del Golfo Pérsico.

El impulso a la inflación a través de precios más altos también ayudará, según el autor, en los niveles de crecimiento económico de los EE UU. A su vez, la disminución de la necesidad de petróleo importado podría llevar a Arabia Saudí a aceptar todas las monedas por su petróleo, eliminando la preeminencia que el dólar ha tenido durante generaciones en el mundo del petróleo. Una vez que esto ocurra, el dólar seguirá siendo una divisa líder, pero perderá su papel de única moneda de reserva global, preparándolo para su futuro papel en un sistema monetario de múltiples divisas, cuya llegada es, según Phillips, inevitable.

Con la consideración del yuan como una de las monedas que conforman el Derecho Especial de Giro del Fondo Monetario Internacional, la divisa china se ha convertido en una importante moneda global. Su uso a partir de ahora acelerará globalmente, jugando el papel que el dólar ha jugado hasta ahora. Para el autor, no hay duda de que China será la economía más grande del mundo y la más rica por su población y capacidades. Será el fabricante para el mundo y tendrá el poder financiero para dominar la economía global. El yuan, según él, desafiará al dólar hasta el punto de que habrá una división distinta entre el este y el oeste en la economía global.

Phillips afirma que solo el oro aportará las cualidades calmantes al mundo monetario necesarias para que funcione correctamente mientras se producen importantes cambios. Para este autor, el oro se convertirá en el fulcro o lubricante para que el mundo de la moneda siga funcionando correctamente. En las naciones cuyas monedas están perdiendo la confianza de sus socios comerciales, el uso del oro como un activo de respaldo para recomponer esa confianza crecerá. Se vieron en este sentido en la crisis de la deuda soberana en la UE oro y divisas «vigiladas» por el Banco de Pagos Internacionales, que abrió el camino para lo que el autor espera ver en el futuro.

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