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La guerra de Ucrania y el recurso de Rusia al patrón oro y el rublo para salvar su economía

Moneda de oro rusa

Tras el inicio de la invasión de Ucrania el pasado día 24 de febrero se han sucedido las sanciones contra la oligarquía y el Gobierno de la Federación Rusa por parte de Estados Unidos, sus aliados del bloque occidental y otros países. Con ello se pretendía la quiebra de la economía rusa, obligando al Kremlin a vender sus reservas de oro para adquirir los dólares necesarios para pagar sus deudas.

Pero, al menos de momento, lo que se ha conseguido es el efecto contrario, con una espiral inflacionaria desbocada en Occidente, a niveles no vistos desde la creación del euro, riesgo de desabastecimiento energético y de otras materias primas y el anuncio de la FAO de una posible quiebra alimentaria con precios al alza y riesgo de padecimiento de hambrunas severas para millones de personas en todo el mundo.

Mientras tanto Rusia no solo ha conseguido equiparar rápidamente la cotización de su moneda con los niveles prebélicos, a finales del mes de marzo, sino que al menos de momento ha conseguido reforzar su economía. Durante el primer mes de conflicto el rublo se depreció hasta un cambio de 160 frente al dólar y veíamos en las noticias el cierre de sus bolsas, la limitación de las retiradas de efectivo y el desabastecimiento de algunos productos en los supermercados.

Las sanciones supusieron el bloqueo de las reservas en divisas en el extranjero de los bancos rusos por un valor cercano a los 300.000 millones de dólares. El Banco Central de la Federación Rusa obligó a todas las empresas exportadoras a convertir en rublos el 80% de sus reservas en divisas y redujo las compras de particulares a 10.000 dólares mensuales. Y, dado que a los extranjeros se les prohibió vender sus activos, el mercado financiero funciona prácticamente en circuito cerrado. La prensa auguraba pocos días después de la invasión que el país se encontraba al borde del corralito financiero.

Sede del Banco Central de la Federación Rusa en Moscú

Estados Unidos ha convertido su divisa, el dólar, en un arma económica desde el comienzo del conflicto, así como la exclusión del sistema SWIFT, vetando a sus bancos y corredores o a cualquier otra institución financiera en todo el mundo operar con Rusia.

En este sentido, Estados Unidos ha intentado presionar a otros países y potencias, como China o la India, para que se sumen a este embargo y a una batería de sanciones sin precedentes, o reduzcan sus importaciones desde Rusia, sin resultados positivos. En este sentido, la India, el tercer consumidor e importador de petróleo el mundo, ha comprado desde que estalló la guerra en licitaciones al contado 13 millones de barriles de petróleo, mientras que el monto total del año 2021 fue de 16 millones.

El declive del dólar

Los riesgos de esta política según los analistas son muy elevados, dado que puede suponer tanto que otros países busquen alternativas al sistema del dólar como la paralización económica de los países que dependen de las materias primas rusas y aquellos en los que sus instituciones financieras dependen principalmente de sus activos.

Todo ello, según algunos analistas, podría suponer a medio plazo el declive del dólar como eje del sistema financiero mundial. Y, como apunta el historiador Daniel Yergin, podríamos estar en el comienzo de una crisis energética global con riesgos mucho más elevados que en la gravísima crisis de los años 70 del siglo XX.

En el momento actual la situación financiera de Rusia se ha fortalecido con el aumento de las exportaciones de hidrocarburos, la importante caída de sus importaciones, que suponen un superávit comercial récord, y el uso del patrón oro como vía de estabilidad económica. A partir del 18 de abril se autorizará nuevamente la venta de divisas a los ciudadanos de las que los bancos hayan ingresado a partir del día 9, y se prevén bajadas de los tipos de interés.

Ante lo estimado por Estados Unidos de que Rusia tendría que hacer, vender sus reservas de oro para obtener dólares y hacer frente a sus pagos internacionales, Putin ha dado la vuelta a la tortilla, obligando en un primer momento a los consumidores occidentales a satisfacer sus compras en rublos o en su defecto en oro, permitiendo finalmente que siguieran pagando en divisas, pero abriendo para ello cuentas especiales en el banco ruso Gazprom, que convierte el 80% de esos pagos a rublos.

Lingotes de oro de las reservas del Banco Central de la Federación Rusa

En lo que se refiere a la cotización del oro, Rusia ha equiparado de facto el valor del gramo de oro a 5.000 rublos, lo que supone un precio por onza de 140.000 rublos o 1.656 dólares, frente a los cerca de 2.000 dólares de su cotización comienzos de este mes, devaluando por tanto su valor con respecto a la divisa estadounidense en un 15% y haciendo mucho más beneficiosa la compra del metal áureo en rublos. Con ello Rusia ha conseguido respaldar su moneda al nivel de sus reservas de oro y controlar su deuda.

A la espera de los acontecimientos y de posibles nuevas baterías de sanciones, Bloomberg Economics estima que Rusia obtendrá cerca de 321.000 millones de dólares (292.000 millones de euros) por sus exportaciones energéticas en 2022, lo que supone un tercio más de lo ganado durante el año precedente. Esto supone que desde Europa se ingresan diariamente en las arcas rusas entre 600 y 1.000 millones de euros por ellas, lo que por otro lado contrasta con los 28,5 millones que entrega cada día a Ucrania. Las nuevas sanciones anunciadas al carbón y al petróleo ruso afectan solamente al 5% de las exportaciones del país, y no faltan potenciales compradores para ellos.

A diferencia de lo sucedido en Rusia, la inflación se ha desbocado en la zona euro, alcanzando un 7,5% global en marzo, con subidas de un 44,7% en los precios de la energía. Con porcentajes desconocidos desde los años 80 en las principales economías de la eurozona, su impacto ha sido mayor en las repúblicas bálticas, con un 15,6% en Lituania y un 14,8% en Letonia, debido tanto a su dependencia de los hidrocarburos rusos como a las pedidas debidas a las restricciones de sus exportaciones e importaciones.

El ex presidente estadounidense Richard Nixon

La situación actual y la incertidumbre en la duración de este conflicto bélico es un buen motivo para reflexionar nuevamente sobre la conveniencia de la recuperación del patrón oro. Desde que en 1973 Richard Nixon abandonó el sistema, la moneda emitida por los Estados Unidos, así como en la Eurozona, carece de respaldo y se basa únicamente en la confianza que despierta. Si bien el patrón oro no evitaría las crisis financieras, al menos dotaría al mercado de divisas de una estabilidad necesaria en tiempos de paz y, según parece desprenderse de la actuación de las autoridades rusas, posiblemente en unos tiempos como los venideros donde se prevé un nuevo orden económico mundial más polarizado.

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