Las reservas de oro del Bundesbank (Banco Central de Alemania) están de actualidad. Y no porque se trate del segundo país del mundo con mayor volumen de reservas en oro, con alrededor de 3.380 toneladas, según los últimos datos del Consejo Mundial del Oro. Sino por la polémica que desde 2012 rodea al plan de dicho banco de repatriar las reservas de oro depositadas más allá de las fronteras de Alemania.
Tras la información actualizada sobre ese plan de repatriación facilitada, a mediados del mes de diciembre, por el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, al diario Bild, la historia de las reservas “expatriadas” ha vuelto al primer plano de la actualidad.
Desde Bullion Star han hecho un interesante resumen sobre la misma, que extractamos a continuación para los lectores de oroinformacion.es.
El problema surge por un motivo evidente: los ciudadanos alemanes desconfiaban de que una gran parte de las reservas de oro de su país (más de la mitad), se hallasen en ubicaciones como las cámaras acorazadas del Banque de France, en el Bank of England o en la Reserva Federal, en Nueva York, en vez de en las propias cámaras que el propio Bundesbank posee en su cuartel general de Frankfurt.
En 2012, la opinión pública alemana tuvo conocimiento de los resultados de una auditoría confidencial realizada por el Tribunal Federal Alemán de Auditores (Bundesrechnungshof), cuyas conclusiones no dejaban precisamente bien parado al Bundesbank en lo relativo a las reservas depositadas lejos de Alemania. Según este organismo judicial independiente, el Banco Central alemán simplemente confiaba en las declaraciones anuales por escrito tanto del Banco de Francia como del Banco de Inglaterra o la Reserva Federal para verificar al estado de sus reservas en esos países.
En opinión del Tribunal Federal de Auditores, no era de recibo que el Bundesbank no hubiese llevado a cabo ninguna auditoría física del oro que tenía depositado en esos países. Las conclusiones del informe confidencial se elevaron al Comité de Finanzas del Parlamento alemán y, posteriormente, una versión redactada de las mismas se hizo pública en octubre de 2012.
Ello obligó al propio Bundesbank a emitir un comunicado en el que defendía su política de auditoría del oro depositado en Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Comunicado que contenía obviedades como: “la integridad, reputación y seguridad de estos depositarios extranjeros es irreprochable”; “no hay posibilidad de confusión o mezcla con las reservas de otros países”; “no hay ninguna duda de que las instituciones que actúan como depositarias del Bundesbank tienen la máxima reputación y calificación crediticia”.
Sin embargo, el Bundesbank también admitía que tomaría en consideración las recomendaciones de los auditores y que verificaría y revisaría en el futuro parte de sus reservas de oro, lo que también podría implicar el traslado de las mismas.
Comienza el traslado
En un informe publicado el mismo día en que el Bundesbank emitió su comunicado, el periódico alemán Der Spiegel revelaba que el Banco Central alemán había acordado trasladar 50 toneladas de oro anuales, durante tres años, desde la Reserva Federal de Estados Unidos, en Nueva York, para “someterlas a un examen detallado”.
Por tanto, el informe del Tribunal Federal de Auditores había actuado como un detonante de un plan inicial (posteriormente modificado) de repatriación del oro, iniciado en octubre de 2012. Plan que fue una reacción no sólo al informe de los auditores, sino también a las críticas surgidas desde diversos ámbitos como los abogados alemanes, la opinión pública, los medios de comunicación financieros y otros grupos que habían estado presionando para que se repatriaran las reservas de oro.
A finales de 2011, el Bundesbank poseía 3.396 toneladas de oro, distribuidas entre cuatro puntos de custodia: 1.036 toneladas en la sede de Frankfurt del Bundesbank (el 31% del total); 1.536 toneladas (45%) en las cámaras acorazadas de la Reserva Federal, en Nueva York; 374 toneladas (11%) en la sede del Banque de France, en Paría; y 450 toneladas (13%) en el Banco de Inglaterra, en Londres.
En diciembre de 2012, las reservas habían disminuido en cinco toneladas, debido al suministro de oro al Ministerio de Finanzas alemán para su programa de acuñación de monedas. Pero la distribución de las reservas seguía siendo la misma.
En enero de 2013, el Bundesbank anunció un nuevo plan de repatriación del oro, diferente al que había anunciado en octubre de 2012 y que se limitaba a repatriar 150 toneladas de oro desde el Banque of France entre 2013 y 2015.
El nuevo plan contemplaba transferir el oro desde Nueva York y París, de forma que en 2020 el Bundesbank acumulase el 50% de sus reservas de oro en Frankfurt, mientras que la Reserva Feeral custodiase el 37% y el Banco de Inglaterra el 13%. Ello requería que se transfiriesen 300 toneladas de oro desde Nueva York y 374 toneladas desde París, con destino a Frankfurt, antes de 2020.
Dudosa procedencia
En enero de 2014, el Bundesbank informó sobre los resultados de su primer año de aplicación del plan de repatriación del oro. Sorprendentemente, durante el año 2013 apenas se repatriaron cinco toneladas de oro desde Nueva York y 37 desde París. Además, las cinco toneladas procedentes de Nueva York ni siquiera tenían el sello “Good Delivery” y tuvieron que ser fundidas en nuevos lingotes, lo que daba a entender que la Reserva Federal había entregado al Bundesbank lingotes amonedados de baja graduación y dudosa pureza.
La incapacidad del Banco Central alemán de repatriar 50 toneladas de oro desde Nueva York durante todo el año 2013 parece ser la razón de que se abandonara el primer proyecto y se apostara por la repatriación de 300 toneladas desde Nueva York hasta el año 2020.
En enero de 2015, el Bundesbank informó de que había repatriado 85 toneladas de oro desde Nueva York y 35 desde París, 120 en total. De las 85 toneladas procedentes de Nueva York, el Bundesbank había tenido que volver a fundir 50 toneladas. Nuevamente, el oro transferido desde Estados Unidos no era “Good Delivery” sino lingotes amonedados de baja pureza o similares. En cualquier caso, tanto el Bundesbank como la Reserva Federal tenían interés en que no se aclarase la procedencia del metal.
Un año más tarde, en enero de 2016, el Banco Central alemán anunció los progresos de su proyecto de repatriación durante 2015: unas 100 toneladas habían sido trasladadas desde Nueva York y 110 desde París. Así que, a finales de diciembre de 2015, la distribución de las reservas de oro de Alemania quedaba así: 1.042 toneladas en Frankfurt (41,5% del total); 1.347 toneladas en Nueva York (39,9%); 435 toneladas en Londres (12,9%); y 196 toneladas en París (5,8%).
En total, desde 2013 se habían repatriado 366,3 toneladas de oro desde Nueva York y París a Frankfurt. Quedaban por trasladar 307,4 toneladas entre 216 y 2019 para cumplir los planes previstos.
Escasa información
En todas las actualizaciones anuales del plan de repatriación del oro publicadas por el Bundesbank no se han publicado los detalles de los lingotes de oro transferidos ni ninguna lista con su peso. En octubre de 2015 se publicó una lista muy incompleta de los lingotes, que obviaba detalles tan importantes como la marca de la refinería de la que procedían, los números de serie de los lingotes y el año de fabricación de los mismos. Unos detalles que son imprescindibles si se trata de lingotes de oro “London Good Delivery”, como afirmaba el Banco Central alemán.
El informe confidencial del Tribunal Federal de Auditores que se hizo público en octubre de 2012 contenía otra novedad, hasta entonces desconocida: entre 2000 y 2001, el Bundesbank había trasladado en secreto a Franskfurt por vía aérea 940 toneladas de las reservas de oro que tenía depositadas en el Banco de Inglaterra. Antes de este traslado, el Banco de Inglaterra almacenaba 1.440 toneladas de oro alemán, que quedaron reducidas a 500. No hay explicación sobre por qué se hizo este traslado, ni por qué se ocultó la información.
Para evitar que se vuelva a repetir la situación de 2012, el Banco Central alemán asegura haber sometido sus reservas de oro a “diversas auditorías”, con resultados “completamente satisfactorios”. Sin embargo, no se han publicado detalles sobre las auditorías debido a que “el Banco Central y sus bancos asociados han acordado mantener la confidencialidad sobre estas auditorías”.
Una nueva prueba del desprecio con que trata el Bundesbank a las preguntas sobre su política respecto al oro, lo que evidencia su falta de transparencia y la escasa predisposición a rendir cuentas ante los ciudadanos alemanes.