Suiza no es solo la sede de las principales refinerías mundiales de metales preciosos, sino también de una industria que tiene mucho que ver con éstos, y que constituye una de las señas de identidad del país helvético: la relojería. En los últimos años, este sector se ha preocupado por implementar medidas de ahorro energético en sus fábricas, además de experimentar con materiales reciclados en las correas y embalajes. Sin embargo, sigue estando por detrás de otros sectores en cuanto a las garantías de que el metal que utiliza como materia prima sea extraído con garantías medioambientales y respetando los derechos humanos de los mineros.
En un reportaje publicado en The New York Times, se analiza la situación de las empresas relojeras suizas en cuanto a la procedencia del oro que utilizan como materia prima.
El punto de partida, el informe WWF Watch and Jewellery Report 2018, publicado por WWF Switzerland, no es demasiado positivo. Según Dario Grünenfelder, autor del informe, “la situación de la industria relojera suiza es comparable a la de la industria textil de hace 20 años. Su problema es que no están afrontando las cuestiones principales: la materia prima que utilizan en sus productos”.
El informe reflejaba la situación de un total de 15 compañías relojeras suizas, entre las que se encontraban Audemars Piguet, TAG Heuer y Piaget, desde el punto de vista medioambiental y concluía que la mayoría de ellas eran “incapaces de demostrar de dónde proceden sus materias primas y poco dispuestas a informar sobre esta cuestión”.
Dos años después de la publicación de este informe, garantizar la procedencia del oro se ha convertido en una de las prioridades de la industria mundial. Como señalan desde The New York Times, “la minería de oro se ha relacionado durante muchos años con el trabajo infantil, la contaminación por mercurio y otros abusos de los derechos humanos y medioambientales, pero la trazabilidad de la materia prima a través de toda la cadena de suministros puede resultar muy complicada. La mayor parte del oro se refina en grandes plantas (según WWF, entre el 60 y el 70% del oro mundial pasa por Suiza para ser refinado). Pero a menos que el oro de una fuente en concreto se separe antes de fundirlo, lo normal es que se mezcle con el de otras procedencias, por lo que es imposible identificar su origen”.
Para actualizar los datos del informe de WWF, The New York Times se puso en contacto con 13 de las empresas relojeras suizas de más alto nivel, entre las que se encontraban Omega, Rolex y Patek Philippe. La conclusión es que ninguna de ellas es capaz de identificar el origen del oro con el que trabajan.
Solo una de ellas, IWC, ha sido transparente y ha ofrecido datos sobre el oro que utilizan: en concreto, usan un poco menos de una tonelada de metal precioso cada año, que adquieren de una sola refinería suiza, Varinor.
Joyería responsable
Tanto IWC como su empresa matriz, el grupo suizo de productos de lujo Compagnie Financière Richemont, son miembros del Consejo de Joyería Responsable, una organización con sede en Londres, fundada en 2005 por 14 compañías líderes como Cartier, Signet y Tiffany & Co, cuyo objetivo era crear una cadena de suministro responsable a escala mundial para las industrias de la joyería y los diamantes.
El Consejo cuenta actualmente con cerca de 1.300 miembros, incluyendo a las cuatro mayores refinerías de oro mundiales, todas de Suiza: Valcambi, PAMP, Argor-Heraeus y Metalor.
Esta organización actualizó su código de buenas prácticas, asumiendo las normas de responsabilidad en la cadena de suministros aprobadas por la OCDE en 2011 para evitar que la compra de minerales procedentes de zonas en conflicto pudiera financiar a los bandos combatientes.
Su objetivo es que sus miembros adopten sistemas más estrictos de gestión de sus cadenas de suministros. Sin embargo, aún queda camino por recorrer: desde Human Rights Watch creen que, aunque se han dado pasos importantes, sus estándares deberían ser más rigurosos y sus auditorías, más transparentes.
El problema es que las relojeras son muy celosas de los datos sobre la cantidad de metal precioso que utilizan: ninguna quiere desvelar esas cifras para que sus competidores no puedan calcular la cantidad de cajas que fabrican y, por tanto, la de relojes que venden. Y tampoco informan sobre las fuentes de las que proceden el oro y los diamantes que les sirven de materias primas.
Para algunas compañías, el hecho de que su oro proceda de refinerías certificadas por la London Bullion Market Association (LBMA), como las cuatro grandes refinerías suizas, es suficiente para ahorrarles la preocupación de rastrear la auténtica procedencia del metal.
Sin embargo, para los expertos en sostenibilidad, eso no es suficiente: la completa trazabilidad de todas las materias primas debería ser el objetivo último de todas las marcas.
Iniciativas de transparencia
Pese a ello, algunas empresas están haciendo progresos, por medio de organizaciones como la Swiss Better Gold Association, fundada en 2013, a la que pertenecen Audemars Piguet, Cartier, Chopard, Richemond y las principales refinerías suizas.
Esta organización tiene como objetivo mejorar las condiciones de vida y trabajo de los mineros, especialmente de los que trabajan en las explotaciones artesanales y a pequeña escala. Se calcula que este tipo de explotaciones produce alrededor del 20% del oro mundial y en ellas trabaja el 80% de los mineros del mundo.
De momento, la primera joyera que ha dado un paso al frente ha sido Chopard, que ha basado su estrategia corporativa y de comunicación en garantizar la procedencia ética de su oro, producido por explotaciones artesanales y a pequeña escala.