La vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con la Cortes e Igualdad Carmen Calvo, ha vuelto a ser protagonista de un hecho al menos vergonzante de la historia de nuestro país, en esta ocasión aconsejada y acompañada por José Álvarez Junco catedrático emérito de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Políticos y Sociales en la Universidad Complutense de Madrid. Se trata de la celebración del V Centenario de la circunnavegación de la Tierra por Magallanes y El Cano.
La gesta marinera ha sido “revisada” por orden del mismísimo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, encomendando a Carmen Calvo la gestión diplomática para quedar bien con Portugal. De tal manera que en reciente encuentro con motivo de la celebración del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo, la que fue siempre una gesta española se ha reconvertido en una “gesta ibérica”, que resta cualquier tipo de méritos a la Corona española, financiadora e impulsora de la misma.
Para rubricar esta salomónica decisión, el catedrático emérito de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Políticos y Sociales en la Universidad Complutense de Madrid, José Álvarez Junco, afirmó que no podía ser una “gesta española” ya que España no existió oficialmente hasta el siglo XIX…
Esta aseveración choca frontalmente con el informe hecho público hace unas semanas por la Academia de la Historia, que confirmó la “plena y exclusiva españolidad” de la primera vuelta al mundo y que se realizó ante «los intentos de las autoridades portuguesas de capitalizar la paternidad de la gesta«.
Por supuesto que no dudamos ni un solo instante de la capacidad intelectual y grandes dotes de conocimiento histórico del catedrático emérito Álvarez Juncal, claro que no. Pero hete aquí que mis maestros de doctorado lo primero que me enseñaron es que “la moneda es el documento vivo más importante para sustentar la valoración de una época, epopeya, reinado y nacimiento y vivencia de una nación, de un estado”.
Mire usted por donde a la moneda de plata me remito para subsanar lo que, a mi modesto entender, es un auténtico dislate. Veamos pues cómo las monedas documentan la existencia de España como ente aglutinador de sus ciudadanos desde el siglo II a.C.
Durante la II Guerra Púnica, tras la toma de Siracusa, la República Romana en gratitud a la acción de las tropas mercenarias hispanas, les cedió el control de la cercana ciudad de Morgantina (Murgentia), en el interior de la isla de Sicilia. Con ello no solamente obtuvieron un buen botín con el reparto de sus tierras, sino que como gobernadores de la ciudad adquirieron otros privilegios como el de acuñar sus propias monedas en bronce. Con la particularidad de que la leyenda que se muestra en el reverso, con un jinete y lanza a caballo, se acuña con el gentilicio HISPANORVM.
En general, no son monedas que destaquen por su gran calidad artística. Su enorme interés y rareza radica en la convergencia del origen siciliano de la acuñación y el gentilicio de la leyenda, un elemento que impregna de gran carisma a estas piezas, pues es la primera alusión escrita en la historia a Hispania y a su población.
En definitiva, lo que la leyenda HISPANORVM demuestra es que aún lejos en tiempo de la formación de un Estado o ente político que pudiera reconocerse bajo el nombre de Hispania, estos mercenarios ya percibían este localismo como la patria común a todos ellos.
La primera referencia a Hispania en la moneda romana de época republicana se refiere a los denarios de plata acuñados en Roma en el año 81 a.C. a nombre de la familia Postumia, en concreto a Lucius Postumius Albinus, pretor en el nuevo territorio geográfico conquistado, la Península Ibérica, en el 180 a.C.
En el anverso se contempla un busto femenino de Hispania con velo, en representación de la derrota de pueblos peninsulares contra Roma, se trata de la primera representación alegórica de Hispania.
Ya en época del emperador Galba circularon varios tipos de monedas con el nombre y alegorías a Hispania, entre los años 68, 69 y 70 a.C.
Posteriormente, el emperador Adriano ordenó acuñar sestercios, denarios y áureos con la famosa Hispania sentada o recostada sobre Calpe y cuyos pies reposan al lado de un conejo.
Un gran salto para acercarnos al Renacimiento y la presencia española en el gran continente que se denominaría como América.
El gigantesco territorio desde Tierra de Fuego hasta las Montañas Rocosas fue dividido en virreinatos, siendo el más grande el Virreinato de Nueva España, posteriormente reconvertido en México a partir de 1819.
Mientras tanto, ya desde 1536 se acuñaron en tierras de Indias monedas en plata con valores de ¼ de real a 3 reales, en concreto en la Casa de la Moneda de México, bajo la supervisión del mítico ensayador Francisco de Rincón. Dos años después, en 1538, verían la luz los primeros 8 Reales, las monedas más internacionales del numerario hispánico que en sus leyendas identificaban al gran monarca y emperador Carlos I de España y V de Alemania, junto a su madre la reina Juana de Castilla: KAROLVS ET IOHANA D / HISPANIE ET INDIARVM RE (Carlos y Juana por la Gracia de Dios Reyes de España y de las Indias).
De España y de las Indias, 1538, no lo olvidemos.
Así, durante cuatro siglos, las monedas de plata de 8 reales, acuñadas en cecas americanas o en la península, mantuvieron el doble gentilicio latino de denominar la procedencia y nacionalidad de esas piezas con su “Hispaniarvm et Indiarvm”, rodeando las efigies de los reyes hispánicos desde Felipe II hasta Fernando VIII.
Es decir, España ya existía antes del siglo XIX.
Lo siento Sr. Álvarez Junco catedrático emérito de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Políticos y Sociales en la Universidad Complutense de Madrid. Lo siento Excelentísima Vicepresidenta del Gobierno, Doña Carmen Calvo. Pero España, les guste o no, es más vieja que el Tebeo.