El oro suele llevarse toda la gloria cuando los inversores buscan un activo con una baja correlación con activos tradicionales como las acciones y los bonos. Sin embargo, muchos optan por la plata como cobertura contra la inflación y para ayudar a proteger el valor global de su cartera en tiempos de crisis económica.
En un post publicado en su blog, los analistas de la Perth Mint australiana señalan que tanto el oro como la plata son activos tangibles que se poseen físicamente, lo que les aísla del riesgo de contrapartida asociado a las inversiones en papel.
Ambos son relativamente raros y, al no poder ser creados por los gobiernos, se consideran las formas definitivas de dinero, lo que significa que sobrevivirán a las monedas fiduciarias, que pueden acabar siendo víctimas de la inflación.
La plata tiene la ventaja de que es más barata por onza, lo que permite a quienes invierten en ella acumular una cantidad significativa de dinero mediante adiciones regulares a sus reservas a lo largo del tiempo.
La demanda de plata no sólo está impulsada por los inversores, sino que también se beneficia de sus diversos y crecientes usos en la industria, la tecnología, la ciencia y la medicina.
Además, la inversión en plata también tiene un componente lúdico, ya que la multiplicidad de monedas y lingotes disponibles le confieren un atractivo similar al de un pasatiempo.
Cobertura contra la inflación
Los coleccionistas de plata son muy conscientes de que, con el tiempo, la moneda puede perder su poder adquisitivo debido a la inflación. El dólar zimbabuense y el bolívar venezolano son dos ejemplos recientes de monedas que se han visto destrozadas por la rápida inflación.
Como señalan desde la Perth Mint, incluso la moneda más comercializada del mundo, el dólar estadounidense, es vulnerable. Entre 1971 y 2021, la tasa de inflación en Estados Unidos ascendió al 569,2%, con una tasa media anual del 3,88%. Esto significa que un dólar en 1971 equivalía a 6,69 dólares en 2021.
El coste de una onza de plata en 1971 era de 1,54 dólares. Medio siglo después, la onza cuesta 25,14 dólares, lo que supone un aumento del 1.532%.
Utilizando estas cifras a lo largo de este periodo de tiempo, se puede ver que la plata fue extremadamente eficaz para ayudar a preservar la riqueza.
Por supuesto, el precio de la plata no subió en línea recta durante este periodo. De hecho, la plata tuvo algunas subidas vertiginosas y algunas caídas desalentadoras. Pero, como señalan los analistas de la ceca australiana, los inversores a largo plazo se sienten cómodos creyendo que, aunque el valor global de su plata subirá y bajará, en última instancia es una forma de seguro contra el riesgo de inversión que también les ayuda a adelantarse a la curva de la inflación.