Las intensas lluvias registradas en California durante el pasado mes de febrero provocaron que fuera necesario desaguar la presa californiana de Oroville, ante el riesgo de desborde que ponía en peligro a más de 200.000 personas que viven en los alrededores, y que tuvieron que ser evacuadas.
La presa, con capacidad para 4,3 millones de metros cúbicos, es la segunda más grande de California y la más alta de los Estados Unidos, con 230 metros.
La operación de desagüe tuvo que ser interrumpida al romperse la rampa principal, lo que amenazaba con llenar el río de escombros arrastrados por el agua que caía por la montaña. Pero las tormentas de esos días obligaron a continuar la operación para vaciar un 15% de la presa y evitar una rotura que habría sido catastrófica.
El resultado es que el río Feather, afluente del río Sacramento, ha quedado prácticamente cubierto de escombros y tendrá que ser sometido a una operación de limpieza.
Sin embargo, dice que toda crisis implica una oportunidad, y eso es lo que ha sucedido con la crisis de la presa de Oroville. Mineros que han trabajado en la zona durante décadas creen que la erosión causada por el desagüe de la presa, y agravada por la rotura de la rampa, podría haber arrastrado oro al lecho del río.
Los mineros saben bien que el oro, al ser más pesado que los minerales que lo rodean, tiende a depositarse en las zonas más bajas. Por eso, en distintas zonas del río Feather ya hay mineros cribando arena para localizar pepitas de oro, como se hacía hace dos siglos en plena fiebre del oro.
Aunque el Departamento de Recursos Hídricos estadounidense ha negado que de momento se haya encontrado oro en el río, afirman que están estudiando el protocolo que habría que aplicar en caso de que se encuentre oro.
(Foto Reuters)