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Las condiciones del Gobierno de Egipto frenan a las mineras internacionales

El interés de las compañías mineras internacionales por la oferta del Gobierno de Egipto para iniciar prospecciones en los depósitos de oro que se encuentran al este del país, en el Desierto de Nubia (en la imagen), parece haberse enfriado debido a las condiciones impuestas por la Autoridad de Recursos Minerales de Egipto (EMRA, por sus siglas en inglés) en la licitación abierta el pasado 15 de enero.

Según informa el diario The National, de los Emiratos Árabes Unidos, es un hecho conocido que en el subsuelo de Egipto se encuentran importantes depósitos minerales. Sin embargo, sólo una compañía había conseguido, hasta el momento, sortear las complicadas leyes mineras del país y abrir una mina, Centamin, extrajo en 2016 un total de 12 toneladas de oro.

El resto del territorio permanece, de momento, sin explorar, con todo su contenido en cinc, tungsteno, molibdeno, titanio y litio (un mineral de moda, indispensable para la fabricación de baterías).

EMRA ofrecía un total de cinco lotes para exploración y explotación, cuatro de ellos en las montañas del Mar Rojo, al este de Luxor, y el otro en el Sinaí, cerca de Dahab. Los lotes varían entre 248 y 1.583 km2, muy superiores a los que habitualmente se ofrecen en licitaciones de este tipo, y que oscilan entre los 10 y los 15 km2.

Las compañías que quieran optar a alguno de estos lotes deberán pagar 1.000 dólares por las condiciones financieras y otros 5.000 dólares por los datos técnicos de cada lote. Es decir, que si alguna de las compañías quiere optar a los cinco lotes, deberá pagar 30.000 dólares. Si de verdad se quisiera animar a las compañías a entrar en el negocio minero de Egipto, no solo se ofrecería esta información de forma gratuita, sino que incluso se organizarían ‘road-shows’ para animar a los inversores de todo el mundo.

Las compañías interesadas, además, deberán depositar una fianza de 50.000 dólares durante seis meses para poder realizar una oferta. En la oferta, tendrá que especificar la cantidad que piensa invertir en el transcurso de la concesión, que dura ocho años. Y si resulta seleccionada, deberá depositar un aval bancario equivalente al 10% de la inversión prevista, como una garantía de su actividad, una condición que ningún país impone en procesos similares.

Existen, además, otra serie de costes que las compañías tendrán que afrontar, y que no sólo harán que la oferta egipcia sea poco atractiva para los inversores, sino que van a disminuir las ganancias a largo plazo del propio Gobierno egipcio.

Las compañías a las que se adjudiquen los lotes tendrán que pagar tres “bonus” adicionales: uno por la firma del contrato, otro por el desarrollo del proyecto, antes de empezar a construir, y una asignación inicial de un millón de dólares.

Evidentemente, para las compañías interesadas va a ser difícil asumir todos estos gastos antes siquiera de haber puesto un pie en la tierra que van a explotar, sin haber realizado antes ningún tipo de prospección.

Y aún hay más: las empresas adjudicatarias deben pagar a EMRA una “comisión de formación” equivalente al 2% de su presupuesto anual de exploración. Una vez que comience la producción, deberá pagar al Ministerio de Finanzas un royalty del 5% de la producción bruta, y a EMRA otro de un 1% por “desarrollo social”. Otros países que llevan a cabo licitaciones de este tipo sólo cobran un royalty del 3%. México, por ejemplo, ni siquiera lo cobra.

Todos estos gastos cubren los ocho años de explotación, sin previsión de renovación de la concesión, en una industria donde es habitual tener que esperar 15 años o más para que una mina resulte rentable económicamente.

La Autoridad de Recursos Minerales de Egipto también requiere de la compañía adjudicataria que lleve a cabo un programa de trabajo específico en tres fases a lo largo de los ocho años, en el que se precisa incluso el número de perforaciones exploratorias, tramos y estudios que realizará. Y ello, sin apenas conocer el terreno.

Una vez que comience la producción, la compañía tiene que compartir la mitad de los beneficios con EMRA, que también se reserva el derecho de comprar el oro que se extraiga.

El problema es que la mayoría de las compañías de exploración son pequeñas y los costes se extienden durante toda la vida del proyecto, lo que implica que la empresa tendría que ir ampliando capital en función de los resultados de la exploración

Entre las soluciones que aporta el periódico The National estaría permitir a las compañías que analizaran los territorios disponibles durante un año, y dejarles elegir qué áreas explorar; reducir la superficie de las concesiones, que es demasiado grande; eliminar la mayoría de costes previos para atraer al mayor número de compañías; eliminar los acuerdos para compartir la producción; y extender los periodos de explotación hasta los 30 años.

De esta forma, el Gobierno egipcio maximizaría sus beneficios a largo plazo, a través de las rentas, royalties e impuestos, en vez de exprimir a las compañías a corto plazo.

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