Una de las cualidades que se atribuyen al oro como activo de inversión es su capacidad para actuar como valor refugio en tiempos de incertidumbre geopolítica o económica. En estos momentos, el mundo cuenta con varios focos de inestabilidad activos, en los que se está poniendo de manifiesto que, ante la crisis del papel moneda, el oro es la auténtica reserva de valor.
Según señala el experto en metales preciosos Claudio Grass al portal ruso de noticias RT, el mundo se encamina hacia una crisis en la que se pondrá de relieve que el único dinero real es el oro y la plata.
“La gente, especialmente en los países occidentales, tiende a olvidar que el papel moneda nació como un simple título de propiedad sobre una cierta cantidad de oro o plata. Hoy en día, el papel moneda no es más que un instrumento de deuda, una garantía: la promesa de la anterior generación de que la siguiente generación pagará la deuda por medio de los impuestos y la inflación”, señala Grass.
Ante situaciones de crisis de la divisa local, como las que han tenido lugar en Irán, Venezuela y Turquía, cuyas monedas se han devaluado frente al dólar, los ciudadanos han recurrido al oro y a los metales preciosos en general para proteger sus economías.
Según Grass, “la subida del precio del oro es un barómetro que demuestra que el sistema está viciado. Cuando sube el precio, hasta el último ciudadano se de cuenta de que algo funciona mal en la economía”.
El analista cree que la próxima crisis financiera va a ser global, no solo regional: “todos los mercados están manipulados, desde el mercado de los bonos hasta las bolsas y el mercado inmobiliario, hasta convertirse en burbujas a punto de explotar”, advierte.
En su opinión, con el oro y la plata se puede tener la certeza de que, a pesar de que el precio siga bajando a corto plazo, debido a la subida del dólar, se está preparando el terreno para nuevas subidas.
Conforme el papel moneda pierde su valor adquisitivo y los gobiernos tienden a seguir imprimiendo más (lo que ha sucedido en Venezuela, cuyo Gobierno ha aprobado una nueva devaluación del bolívar, en una proporción de 100.000:1), crece el descontento entre los ciudadanos y se añade más presión al dinero fiat.
“Las monedas fiat solo se basan en la confianza en las instituciones, que ahora mismo están sumidas en una crisis histórica, a nivel global. Cada vez más ciudadanos, especialmente en los países occidentales, se están empezando a cuestionar cosas, en vez de aceptar los argumentos oficiales, y están comenzando a buscar soluciones alternativas. Creo que el dinero fiat y, en general, el actual sistema monetario, va a sucumbir bajo esta presión”, afirma Grass.
En situaciones como las de estos países, con una enorme devaluación de la divisa local que, como en el caso de Venezuela, ha conducido a una hiperinflación, la mejor alternativa posible son los metales preciosos.
No es extraño que, en los tres casos, los respectivos gobiernos se hayan vuelto hacia el oro como solución. En Irán, el oro se ha convertido en objeto de deseo por parte del Gobierno, que propone el intercambio de su petróleo por oro y joyas procedentes de diversos países africanos, como medio para sortear el bloqueo económico al que le ha sometido la administración Trump.
De hecho, la importancia que ha cobrado el oro para el régimen iraní ha provocado que Estados Unidos haya ampliado las sanciones económicas al país, para incluir también a los metales preciosos.
El caso de Venezuela es sobradamente conocido: la política del Gobierno de Nicolás Maduro incluye el fomento de la minería de oro local (radicada en la región del Arco Minero del Orinoco) como medio para incrementar las reservas de oro del país. Aunque en realidad, el oro que se ha ido incorporando al Banco Central de Venezuela ha sido utilizado como garantía de operaciones de swap con diversos bancos internacionales.
Además, el Gobierno bolivariano ha recurrido también al oro como garantía de su última “huida hacia adelante”: la creación de una criptomoneda, basada en las reservas de este metal y denominada Petro Oro.
Por su parte, el Gobierno de Turquía ha demostrado también ser partidario del oro. Desde el Ejecutivo que preside Erdogan se han lanzado consignas a la población, destinadas a movilizar y reintroducir en la economía el oro que los ciudadanos tienen acumulado en sus casas, “bajo el colchón”.
También se han hecho llamamientos a la población para que cambiaran sus dólares por oro o liras turcas, en un intento de reflotar la divisa local, hundida respecto a la estadounidense.
En cualquier caso, el denominador común de las crisis monetarias de estos tres países es que, en todos los casos, el oro se plantea como la mejor, si no la única, solución.