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Las mentiras y peligros de la inversión ficticia en oro papel

Millones de inversores confían su dinero al oro papel, sin saber que no existe oro suficiente para respaldar todos los títulos que se han vendido.

Se conoce como oro papel a los productos de inversión respaldados por oro, como los ETF o similares. Una inversión que se contabiliza junto con la compra de lingotes y monedas en las estadísticas periódicas que publican organismos como el Consejo Mundial del Oro o GFMS-Thomson Reuters, pero que es completamente diferente a la del oro físico.

De hecho, de lo poco que tienen en común es que tienen un precio similar: una onza de oro papel vale aproximadamente unos 1.260 dólares, poco más que una onza de oro físico. Pero ahí termina su parecido, más allá de la denominación como “oro”.

Porque, estrictamente, el oro papel no es ni siquiera oro. Como explica el analista de metales preciosos Egon von Greyerz en Goldswitzerland, el propietario de oro papel difícilmente llegará a ver alguna vez oro físico. En primer lugar, porque los inversores en oro papel no comprenden cuál es el verdadero sentido de poseer oro, por lo que nunca van a solicitar su entrega. Y si lo entienden, se contentan con el sucedáneo, que no es oro, sino más bien papel.

La base del negocio se basa en que los emisores del oro papel saben que los inversores no tienen intención de solicitar la entrega del oro. “Y esto resulta perfecto para los emisores, porque ellos tampoco tienen intención de realizar ninguna entrega. En eso se basa el negocio del oro papel”, asegura Von Greyerz.

Y es que, como explica en el artículo, el valor del oro papel en realidad es cero. Los mercados del papel son imaginarios y quieren transmitir a los inversores la idea de que han comprado una participación real en el instrumento subyacente. “Pero no es cierto: los inversores creen que el emperador viste una túnica de oro, cuando en realidad va desnudo. Así es como funciona el mercado del oro: no existe un activo subyacente que respalde las ventas. Los inversores adquieren un trozo de papel cuyo valor intrínseco es cero”, apunta el analista.

Este mecanismo beneficia a los bancos, las entidades de trading y los hedge funds, que pueden manipular el mercado sin tener que preocuparse por la entrega del oro. El resultado es la creación de unos mercados completamente ficticios que no tienen ningún parecido con el instrumento subyacente, en este caso el oro.

Como señala Von Greyerz, “la negociación de oro papel permite el apalancamiento por cientos de veces su valor y, además, el precio que marca ese mercado acaba fijando el precio del oro, que es el precio del papel al que negocia ese mercado ficticio. A los compradores y vendedores no les preocupa el precio real del oro, porque no tienen intención de poseer oro físico”.

El peligro es que “un día alguien grite que el emperador está desnudo, y entonces se desencadenará el infierno: todos los poseedores de oro papel pedirán la entrega del metal y entonces se darán cuenta de que no queda oro en las cámaras acorazadas. Los manipuladores perderán el control del mercado y el precio del oro (y la plata) pasará a ser “no offer”, es decir que no se vende oro a ningún precio porque ya no queda oro que vender”, explica de forma gráfica el artículo del analista suizo.

El impacto de esa crisis será demoledor: los traders de futuros y los bancos quebrarán, ya que no pueden cumplir sus contratos y proporcionar a sus clientes el oro que piden. El mercado se convertirá en un mercado físico, con un precio determinado por los poseedores de oro físico. Es decir, que serán los países de la llamada “Ruta de la Seda” (China, India y Rusia) los que comenzarán a dominar el sistema financiero con su oro y sus divisas.

Según Von Greyerz, ése es el motivo real por el que China lleva meses acumulando oro, hasta llegar a las 2.000 toneladas que prevén contar en sus reservas a finales de 2017.

El analista apunta que “ya hemos superado el punto sin retorno, en el que aún era posible abandonar voluntariamente. Así que la catástrofe global es cada vez más posible: tenemos la mayor burbuja de deuda de la historia, con una deuda global, pasivos y derivados de más de 2.500 billones de dólares, que puede explotar en cualquier momento. A efectos comparativos, el PIB global es de 70 billones de dólares, 35 veces menor que la deuda total”.

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