La reciente caída del precio del oro, que perdió 17 dólares la onza entre el jueves 14 y el viernes 15 de junio en la London Bullion Market Association (LBMA) no es demasiado preocupante para los inversores, según señalan algunos analistas.
Aunque el precio spot se situaba a primera hora de este lunes, 18 de junio, a menos de 1.280 dólares la onza, después de haber superado los 1.350 dólares en varios momentos del primer semestre del año, los expertos coinciden en que no hay señales que puedan despertar el temor entre los inversores y provocar una desbandada en busca de otros activos.
Según explica Simon Constable en Forbes, hay al menos cinco razones para tranquilizar a los inversores en oro:
1. Una caída del 2% intradía no es demasiado. Si se produjera esa caída durante muchos días consecutivos, las pérdidas sí serían preocupantes. Pero no estamos ni mucho menos en ese punto.
2. El precio del oro suele bajar cuando el dólar se revaloriza. Esto es lo que ha ocurrido con la divisa estadounidense desde principios de año, con respecto a otras divisas como la libra esterlina o el yen japonés.
Desde finales del pasado mes de enero, el valor del dólar ha crecido alrededor de un 5% en el Índice Dólar (que lo compara con otras divisas internacionales como el euro, la libra esterlina, el franco suizo, la corona sueca, el yen japonés o el dólar canadiense).
En ese mismo periodo, el precio del oro ha caído aproximadamente un 6%, según los datos de la London Bullion Markey Association (LBMA). Eso significa que la caída del oro está provocada, principalmente, por la apreciación del dólar. Y esta relación funciona también al revés: cuando el dólar se devalúa, el precio del oro crece.
3. Cuando baja el precio del oro, otras alternativas de inversión tienden a subir. Por ejemplo, entre 1980 y 200, el precio del oro cayó desde 850 dólares la onza hasta menos de 300. En el mismo periodo, el índice S&P de la Bolsa de Nueva York creció más de un 1.000%, sin incluir los dividendos. Eso es un crecimiento de más de 10 veces.
4. El oro sigue siendo un activo muy útil en casos de crisis de los mercados. Y eso se está cumpliendo incluso ahora. Durante la crisis financiera de 2008-2009, había momentos en que no se podían vender algunos títulos. Si un inversor tenía esos títulos, no podía hacerlos líquidos por mucho que bajase el precio de venta. Sin embargo, el mercado del oro nunca se ha secado: siempre hay compradores para el metal que uno quiera vender.
5. El hecho de que el precio del oro suba y baje constituye, precisamente, uno de sus atractivos de cara a los inversores. Al igual que otras inversiones, el precio del oro cambia todos los días. Sin embargo, los movimientos en el precio no suelen estar relacionados con el cambio en los precios de las acciones o de los bonos.
Esta falta de correlación con otros activos ayuda a diversificar la cartera de inversión. Añadiendo oro a otras inversiones, se logra reducir la volatilidad global de la cartera de inversión, lo que también reduce el riesgo.
Según Constable, “si usted posee oro y le preocupa que el precio caiga, piense en el motivo que le condujo a comprar oro la primera vez. Los inversores más veteranos dirán que invierten por una de estas tres razones: para diversificar su cartera, como protección frente a la devaluación del papel moneda o como seguro de que siempre tendrá liquidez vendiendo algo de metal”.