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Lo que supone el valor del oro en la Venezuela inflacionista de Maduro

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela

Nos cuenta el analista estadounidense Frank Holmes que el mes pasado, en la capital de Venezuela, Caracas, una taza de café le habría costado 2 millones de bolívares. Eso está por encima de solo 2.300 bolívares de hace 12 meses, lo que significa que el precio de una taza de café ha subido casi un 87.000%, según el Café Con Leche Index de Bloomberg.

Pero eso fue en julio, nos afirma Frank Holmes desde su columna en Gold-Eagle. Los precios en Venezuela se duplican aproximadamente cada 18 días.

El Fondo Monetario Internacional ahora anticipa que la inflación venezolana alcanzará un astronómico millón de dólares para fines de este año. Esto pone quebrantado país hispanoamericano en el mismo camino resbaladizo que el africano Zimbabwe hace una década y la europea Alemania en la década de 1920, cuando una carretilla llena de marcos apenas era suficiente para conseguir una barra de pan.

El presidente socialista bolivariano, el populista Nicolás Maduro, quien este fin de semana pasado sobrevivió a un supuesto atentado a base de “mortíferos” drones, anunció recientemente que el país planea controlar la hiperinflación restando cinco ceros de su monedaHolmes nos recuerda que Zimbabwe también intentó combatir los crecientes precios propios mediante la emisión de un billete de 100 billones de dólares, que en 2009 aún no era suficiente para comprar un boleto de autobús en la capital, Harare.

Sin reformas gubernamentales estructurales, un nuevo bolívar es tan improbable que estabilice la inflación en alza de Venezuela o remedie su economía que se desmorona.

Entonces, ¿dónde pone esto al oro?, se pregunta el analista desde “Gold-Eagle”. En algún momento, la hiperinflación se vuelve tan absurdamente fuera de control que discutir los tipos de cambio no tiene sentido. Pero a partir del 30 de julio, una onza de metal amarillo se habría puesto al alcance desde 211 millones de bolívares (2.110 dólares), un aumento de más de 3,1 millones por ciento desde principios de año.

Mi idea al mencionar esto es reforzar la importancia del Comercio del Miedo de oro, que dice que la demanda del metal amarillo aumenta cuando la inflación amenaza con destruir la moneda de un país, como lo está haciendo ahora en Venezuela”, afirma Frank Holmes.

Una familia venezolana, que haya tenido la prudencia de almacenar parte de su riqueza en oro, estaría en una posición mucho mejor hoy para sobrevivir o escapar del régimen corrupto y extremista del presidente Maduro.

En casos extremos como este, el oro literalmente podría ayudar a salvar vidas.

En medio de la corrupción y la mala administración, lo único que ayuda al país a pagar sus deudas externas en este momento es el oro. Hace dos años, tenía la decimosexta mayor reserva de oro del mundo. Hoy se ubica en el número 26, ya que vendió más de la mitad de sus tenencias desde 2010. Mientras que países como China y Rusia continúan aumentando sus tenencias, Venezuela ha sido el mayor vendedor mundial de oro en los últimos dos años.

Es difícil de recordar ahora, pero tan recientemente como 2001, Venezuela era el país más próspero de toda Sudamérica. En 2016, Venezuela fue el tercer mayor exportador de crudo a los Estados Unidos, después de Canadá y Arabia Saudita, pero con la producción en caída libre, esto está cambiando rápidamente.

El presidente Maduro ahora tiene la innoble distinción de reinar sobre una recesión económica que rivaliza con lo peor de la historia moderna. El mes pasado, el FMI pronosticó que el producto interno bruto real del país caería un 18 por ciento este año, el tercer año consecutivo de caídas de dos dígitos.

Lo que está claro es que el convulso país venezolano irá asfixiándose día a día con la inflación galopante, por muchos ceros que le quite Maduro a los dígitos de los billetes, que seguirán sin valer nada, pues sólo son papeles. Mientras, al oro no se le pueden quitar dígitos, para que valga menos. Solo cercenando su metal valdría menos una onza, pero entonces ya no sería una onza.

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