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Los bancos centrales prefieren tener oro que dólares en sus reservas estratégicas

Lingotes de oro del Banco Central de Polonia

El sector oficial confía cada vez más en el oro como activo de reserva, hasta el punto de que, en los últimos años, se está acelerando la sustitución de la divisa internacional de reserva por excelencia, el dólar estadounidense, por el metal precioso.

Según el Consejo Mundial del Oro, los bancos centrales del mundo han aumentado sus reservas en más de 4.500 toneladas de oro durante la pasada década. A cierre del pasado mes de septiembre, las reservas de metal precioso acumuladas en las cámaras acorazadas del sector oficial rozaban las 36.000 toneladas.

Se trata de la cifra más alta desde los últimos 31 años y representa un aumento del 15% respecto a la década anterior.

Durante estos años, el valor del dólar frente al oro se ha reducido drásticamente debido a la puesta en circulación de una enorme cantidad de papel moneda por parte de la Reserva Federal, a consecuencia de los planes de inyección de liquidez a gran escala, adoptados para combatir las crisis económicas.

Así, aunque la Fed está desmantelando las últimas ayudas puestas en marcha tras la pandemia, muchos bancos centrales están diversificando sus reservas y apostando por el oro, ante la desconfianza que les genera el régimen monetario basado en el dólar estadounidense.

El oro ofrece muchas ventajas para los bancos centrales y les permite afrontar con tranquilidad la inestabilidad de los mercados financieros. Hace unos meses, el presidente del Banco Nacional de Polonia, Adam Glapinski, explicó los motivos que habían llevado a este organismo a incrementar sus reservas de oro desde 2019.

Buena parte de las compras de oro más relevantes de los últimos años han sido protagonizadas por los bancos centrales de las economías emergentes. En los nueve primeros meses de 2021, Tailandia compró 90 toneladas de oro; la India, 70 toneladas; y Brasil, 60. Y Hungría triplicó sus reservas, hasta superar las 90 toneladas, argumentando que el metal precioso no tiene riesgo crediticio ni de contraparte.

Se trata de un cambio de tendencia respecto a los últimos años, en los que las mayores compras de oro las realizaron el Banco Central de la Federación Rusa y los de otros países que trataban de reducir su dependencia del dólar, movidos por los enfrentamientos políticos que mantenían con los Estados Unidos.

En los últimos meses han tomado el relevo los bancos centrales de las economías emergentes, cuyas divisas están expuestas el riesgo de la devaluación, y de países de Europa Oriental, con economías de escala muy limitada.

Un ejemplo es Kazajistán: la antigua república soviética ha aumentado de manera significativa la proporción de oro en sus reservas estratégicas, para hacer frente la devaluación de su divisa (ver gráfico).

Esta oleada de compras de oro por parte de los bancos centrales comenzó en el año 2009. Hasta entonces se habían registrado importantes ventas de oro, cuyos ingresos se destinaban a adquirir activos denominados en dólares, como los bonos del Tesoro estadounidense. De esta época, por ejemplo, son las importantes ventas de oro que protagonizaron el Banco de España y el Banco de Inglaterra.

Estados Unidos comenzó a disfrutar de una economía muy saneada a partir de la década de los 90, en que se convirtió en la única superpotencia mundial tras el final de la Guerra Fría y el desmembramiento de la Unión Soviética. Por ello, los activos denominados en dólares se volvieron muy atractivos para el resto de países, que comenzaron a incorporarlos a sus reservas estratégicas.

Sin embargo, la crisis financiera global de 2008 provocó la venta de muchos de estos activos denominados en dólares, cuyo valor comenzó a caer, generando la desconfianza de muchos países.

A ello se unió el desplome de los tipos de interés estadounidenses a largo plazo, a consecuencia de los multimillonarios planes de rescate de la economía, por lo que mantener en la cartera de inversión activos denominados en dólares ya no era tan ventajoso.

De ahí que las economías emergentes, más expuestas al riesgo crediticio, comenzaran a incorporar oro a sus reservas, como elemento de protección.

Durante los últimos años, el valor del dólar ha ido cayendo en picado: desde que el presidente Richard Nixon acabase en 1971 con la convertibilidad del dólar en oro, se estima que la moneda estadounidense ha perdido una quinta parte de su valor, debido a que el número de dólares en circulación se ha multiplicado por 30 en los últimos 50 años.

A pesar de que la Reserva Federal ya ha anunciado sus planes de modificar su actual política monetaria y comenzará a subir los tipos de interés en 2022, los bancos centrales de las economías emergentes van a continuar reduciendo sus activos en dólares y aumentando los de oro.

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